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Agoney se acerca a Mireya, que, mientras coge algo para picar de la mesa, mira a Aitana con recelo, esa chica tiene algo que no le gusta.

- Mireya, ¿puedo hablar contigo?- le pide.

Mireya se asusta. Ni siquiera había visto venir a Agoney.

- Claro, ¿qué pasa?

Agoney mira a su al rededor, desconfiado.

- Mira, este es mi número. Te escribo ahora, que hay ropa tendida.- le dice, le guiña un ojo y se va a sentarse junto a Aaron que le está esperando.

Samuel es ahora quien se acerca a Mireya, siguiendo el recorrido de la mesa.

- Eso ha sido muy raro, rubia. Como pedirme tu teléfono.

- Ya, ha sido muy extraño.

- No le diremos nada a Raoul.- le pide Sam.

- Estoy de acuerdo.

Mireya coge su comida y al fin se sienta junto a Raoul a comer.

- Esta tarde tengo una entrevista en Canal Sur. Pero mañana por la tarde, ¿quedamos tú y yo y me enseñas Malaguita?- le dice Raoul nada más ella se sienta.

- Genial. Tengo muchas ganas de que conozcas mi tierra.

- Y yo de conocerla.

Por la tarde, mientras Raoul atendía una de sus citas de famoso en un programa de televisión de la región, Agoney recibe la llamada de una curiosa Mireya.

- Hola, Agoney. He de decirte que llevo todo el día con una curiosidad en el cuerpo por tu culpa...

Agoney ríe.

- Mira, ven al hotel cuanto antes y te explico lo que quiero hacer.

- Mmmm...- la rubia se lo piensa.- Eres un chico bastante curioso, Agoney. En quince minutos estoy en la recepción. No me tardes.- le dice y le cuelga.

Tal y como dijo, a los quince minutos aparece por la puerta, como siempre derrochando belleza y estilo por donde iba con sus tacones y un bolso muy mono. Agoney la mira embobado. Si le atrayeran las mujeres está segurísimo de que Mireya sería su crush suprema.

- Hola, Agoney. Cuéntame, cariño.- le dice cuando llega hasta él.

- Quiero que me lleves a una buena tienda de música. Quiero regalarle a Raoul una guitarra, porque el otro día se despertó de madrugada y se bajó a tocar en aquel piano durante dos horas porque no tenía instrumentos para componer.

Mireya se sorprende muchísimo. Se esperaba cualquier cosa menos eso.

- Vaya, eso es un detalle... precioso, Agoney. Pero un poco caro.- le hace saber ella.

- Bueno, Raoul lo merece. Y tengo ahorrado de la panadería. Y quiero hacerlo, el otro día pensé que lo habían secuestrado.- le hace saber y la chica ríe.

- Vale, vamos.- le dice la rubia, girándose hacia la salida.

Agoney se apresura a seguirla, a pesar de ir subida en unos tacones de infarto, la chica camina muy rápido.

- ¿No te duelen los pies con...eso?- señala Agoney cuando ya caminan a la par y a un ritmo bastante bueno.

- Cariño, yo nací con los tacones puestos.

Caminaron durante un rato hasta la parada de un autobús que les lleva hasta el centro. Por el camino, Mireya le cuenta anécdotas con Raoul, y Agoney está agradecido por saber más sobre la vida de Raoul y por conocer a una persona tan importante de su vida.

Limerencia |RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora