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Son las once de la noche y Agoney sigue sentado en un banco del pequeño jardín del hotel. Solo, piensa en que todo solo puede empeorar. Es tarde pero no puede dormir y ya ha estado dando vueltas en la cama y la habitación se le hacía pequeña, le agobiaba. Además le daba miedo pensar en Raoul en compañía de Aaron, por si pudiera escuchar sus pensamientos.

A pesar de que es tarde, y un día entre semana, prueba en llamar a Miriam, porque necesita hablar con ella.

Al tercer tono, descuelga el teléfono la chica de los rizos.

- Buenas, Ago.- le dice alegre de que su amigo le llame, a pesar de la hora.

- Miriam...-le contesta él apagado y ella lo nota al instante.

- Oh, no. ¿Qué ha pasado?- pregunta ella preocupada.

- Es Raoul... No... No vamos a cerrar juntos el show el próximo concierto. Sino que lo va a hacer con una chica. Él dice que es cosa de la discográfica. Pero Miri, la mira con mucho amor y ella con ojitos de adolescente enamorada...

- Ago. Para el carro. Te estás rayando. Deja de emparanoyarte tú solo. Tú no sabes si es verdad o no. No creo que Raoul te haya mentido, es decir, todo va tan bien entre vosotros que... ¿para qué mentirte?

- Porque se ha dado cuenta de que ha cruzado la línea de darme esperanzas y está intentando rectificarlas.

- Ago. No.- le dice ella muy estricta.- Es imposible. Seguro que hay una explicación y estoy segurísima de que Raoul irá a contártela igual que te contó lo del contrato.

- Eso es verdad.- confiesa Agoney.- Te tengo que contar algo que... ha pasado esta mañana, temprano.- suspira.- Aunque parece que fue hace días.

Entonces Agoney le cuenta a su paciente amiga la escena que vivió en la habitación de hotel. Miriam estaba muy sorprendida. Agoney nunca se habría atrevido a eso. Nunca. Anteriormente. Está cambiando para atreverse y eso está bien, quizás eso le haga atreverse a probar ser bailarín en Madrid y no volver a la panadería de Juan Antonio. A Miriam le gusta la influencia de Raoul en Agoney, le está desplazando de su zona de confort, que ya era hora.

- De saber que Raoul iba a despertar a un Ago tan sensual te mando a Madrid antes.- le dice Miriam con una sonrisa que Agoney no puede ver pero aún así se imagina.

Agoney ríe.

- Te voy a dejar, tienes que dormir y yo tengo ensayo mañana. Deberíamos descansar.- le dice Agoney.

Tras una larga despedida, Agoney cuelga y sube hasta su habitación. Entra con mucho cuidado de no hacer ruido hasta que nota que Aaron está profundamente dormido. Coge su pijama, va al baño, se cambia, vuelve a la habitación y se echa en la cama dispuesto a dormir. Pero no se puede dormir. Le cuesta conciliar el sueño. Es como si le faltara algo.

A Raoul le costó quedarse dormido. Estaba inquieto y con ansias de poner en práctica la táctica de Sam, que había resultado ser mejor de lo que en un primer momento pensó. Al día siguiente, Raoul se despierta abrazando la almohada, en su "lado" de la cama. Recuerda cómo el día anterior, el lugar de la almohada lo ocupaba Agoney y se entristece. Se levanta rápido y ágil, se pone la ropa a tientas en la oscuridad y sale de la habitación. Ya se oye ajetreo en el hotel a pesar de que a penas acababa de amanecer. Saca su móvil del bolsillo y marca un contacto. Nervioso, se muerde el labio y con la mano libre se acariciaba el pelo intentando peinarlo hacia arriba. En el último tono, en el que ya había perdido la esperanza, se descuelga. Escucha un ronroneo ronco al otro lado de la línea y que hace que le cueste tragar.

- Ago.- susurra, en parte para no molestar, en parte porque se ha quedado sin habla.

Agoney se queja, con voz de dormido.

Limerencia |RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora