37

516 55 24
                                    

Llegaron a altas horas de la noche a la casa. Todos un poco bebidos y cansados. Pero felices de haber disfrutado como niños en las fiestas del pueblo. Agoney y Raoul entran en su habitación tonteando mientras Miriam es quien cierra la casa. No ha acabado de echar la llave cuando oye la puerta de la habitación de los chicos cerrarse de un golpe que la hace sobresaltarse. Sonríe, se lo ha pasado bien y sabe que Agoney le va a agradecer todo esto aunque ella lo único que quiere es verle feliz.

En la habitación Raoul y Agoney se están mirando avergonzados por el portazo, pero de pronto estallan en risas. Raoul da un traspies y cae sobre Agoney que le sujeta por los brazos.

- Ay, lo siento. Cuando estoy borracho soy un poco patoso.

- Y sincero, extremadamente sincero.

- Eso es verdad. Pero cállate y bésame ya que estoy un poco cachondo y necesito de ti, porfa.- le dice y hace un mohín como un niño chico.

Está claro que Raoul sabe los puntos débiles para penetrar las defensas de Agoney. Así consigue el primer beso de la noche, que le sabe a poco y no pierde el tiempo en enlazarlo con el siguiente, más picante, profundo y húmedo.

Agoney suspira, dejando salir el poco aire tras el beso.

- Me gustas tantísimo...- le dice Raoul antes de besarle otra vez.

Raoul se pega más a Agoney, que tropieza con unas zapatillas y choca con la pared de piedra de la casa. Agoney se está excitando muy rápido. Se besan más fieramente. Más fogosos. Comienzan a tener calor y a sobrar las prendas rápidamente. Raoul se separa, coge la mano de Agoney y tira de él hasta la cama. Se sientan y se siguen besando. Aunque esa posición es algo incómoda y Raoul no tarda mucho en subirse a horcajadas encima de Agoney. Se quita él mismo la camiseta antes de empujar a Agoney sobre el colchón y desde arriba le pregunta:

- ¿Y ahora qué te hago?

- No, ahora te hago yo a ti.- le dice Agoney.- Pero hacemos lo que tú quieras. Hazme lo que tú quieras.

- Empieza quitándote la camiseta.

Agoney se incorpora y se quita la camiseta. Raoul le observa atento y atónito.

- Bajo la luz de la luna de Adeje se resalta aún más tu belleza. En serio, te comía entero... eres... precioso.

Agoney se sonroja.

- Eso es porque no te puedes ver desde aquí.

- Calla.- me dice tumbándose encima suya, entrelazando sus piernas con las del moreno, y besándolo con ganas.- Calla, que me pones mucho.

- Ya lo noto. ¿Qué quieres hacer?

Raoul acerca sus labios al oído de Agoney y le susurra, con su voz grave y sensual:

- Hacerlo.

Agoney asiente, mordiéndose el labio.

Agoney comienza a desabrochar el pantalón de Raoul y es ahora cuando recuerda que no lleva ropa interior. Y la verdad es que lo agradece. Se quitan el resto de ropa a toda prisa, encendidos, excitados. Agoney acaba de terminar cuando Raoul se le tira encima, demandando de sus labios. Agoney le besa, calmando su necesidad y comienza a acariciarle el cuerpo, lentamente, mientras se besan.

- Cuando tú me digas. Yo estoy listo.

Raoul se levanta, en un salto. ¡Los condones! Menos mal que compró unos en una máquina expendedora cuando bajaron al pueblo. Se levanta y rebusca en el suelo sus pantalones, da primero con los de Agoney y luego los suyos. Finalmente los encuentra y los enseña a Agoney. Vuelve a la cama y se pone la gomita.

Limerencia |RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora