Ya era algo tarde y decidí irme a dormir, no vería a Max en unos días así que tenía días libres antes de empezar las grabaciones e inscribirme en la universidad con los demás.
Planeaba ir mañana al centro comercial y comprar algunas cosas a los chicos, ya te había avisado que pensaba regalarles algo antes de empezar los estudios.
Cuando logré dormirme, estaba en la misma camilla que en la otra noche, pero esta vez no se volvía roja, tenía flores azules flotando en el techo, podía moverme y no sentía ansiedad como la vez anterior.
Salí de la habitación en donde se encontraba la camilla, me di cuenta que estaba vestida de blanco y estaba en una especie de hospital; mis amigos y primos estaban sentados en unas sillas metálicas. Un señor canoso decía algo que no lograba escuchar, pero las caras de mis conocidos no eran buenas. Me acerqué y vi a Aby reprimiendo lágrimas, y a Steve con las manos encima de la cabeza.
-No sabemos qué pasara, está en un Hipersueño y no responde con facilidad, debemos esperar –dice apenado el, al parecer, médico- ¿Saben una posible causa de esto?
Se miraron entre ellos pero negaron con la cabeza, en una fracción de segundo, Aby rompió en sollozos, mientras abrazaba a Ted, y Steve golpeaba la pared. Mis primos trataban de calmarlo, pero ellos estaban tan importentes como él.
Luego de eso todo se desvaneció y desperté.
-Eva...Eva, despierta –dice Charlie, preocupado-
-¿Qué sucede? –me tallé los ojos-
-Desperté y vine a ver si seguías dormida pero llorabas, sin sollozos pero tenías lágrimas esparcidas por el rostro, y me preocupé –me mira y se sienta a mi lado- ¿Qué soñaste?
Le conté cada detalle del sueño que había tenido, me miraba con atención, no me interrumpía, si acaso fruncía el ceño en forma de confusión. Después de relatar todo, se quedó viendo el suelo un segundo y dijo:
-¿Tenías miedo en el sueño? –me mira serio-
-No, solo tenía curiosidad por lo que pasaba –alzo los brazos-
-Entiendo, ¿Qué te parece desayunar unas tortitas para olvidar el sueño de una manera dulce? –sonríe burlón-
Corrimos a la cocina, cuando éramos niños hacíamos muchas tortitas, vamos a enseñarle cómo se hace.
Tomamos un plato hondo, y empezamos a mezclar huevos, harina, azúcar, mantequilla y más ingredientes que trae el manjar.
Luego de hacerlas, vimos una película mientras comíamos nuestra creación acompañadas de un buen chocolate.
Era bueno dejar entrar un poco la nostalgia, así nos unimos más como personas y como familia, aunque a mis primos los veo como mejores amigos. Si, todo muy tierno, lo sé.
Me vestí de una camiseta rosa viejo, pantalones negros y converse rosas, me recogí el pelo en un moño y fui al centro comercial.
Cuando llegué, había gente. Pero a diferencia de otros días, hoy parecía desértico.
Me daba ventaja para ver mejor las tiendas, pasé primero por la de discos pero no vi nada interesante, luego vi un peluche perfecto para Aby; un panda bebé.
Lo compré y me dirigí a una tienda de dulces; compré gomitas para todos, cada bolsa eran las favoritas de cada uno. Luego fui a una librería y vi un juego de acuarelas y un cuaderno, perfecto para Ted, quien ama ese arte, sumado a un libro de cocina. Y por último pero no menos importante, Steve. Pasé por la Tienda/Arcade, y compré un gorro que combinaba con su pelo y tenía un muñeco gracioso en él, y aparte, compré una camiseta de un videojuego que a él le gusta mucho.
Quedé con ellos en la casa de Ted para darles los regalos y así hablar un rato, aunque faltaba comer y llevé al departamento una pizza para los chicos, y después salí, porque había comido algo antes de salir del centro comercial.
Iba con tres bolsas, y en cada una de ellas estaban los regalos, junto con sus dulces. Me gustaba el hecho de poder regalarle a mis amigos un detalle de vez en cuando.
Cuando llegué, toqué el vidrio de la garita donde se hallaba el vigilante; un hombre de edad avanzada, ojos cafés claros y pelo blanco, pero se escondía un poco bajo su gorro de vigía.
-Hola, Eva –me abre la puerta- ¿Cómo estás?
-Bien ¿y usted?
-Bien, gracias. ¿Regalos? –sonríe burlón-
-Si, y esta vez, usted está en la lista –le doy una tableta de turrón-
-Qué maravilla, gracias Eva –sonríe feliz-
-No se preocupe –subo las escaleras hata llegar al departamento de Ted-
-Eva –dice Ted feliz- Pasa.
-entro- Toma –le doy emocionada su bolsa-
-Eva es muy lindo, no tenías porque.. –me mira-
-No es problema, me alegro poder regalarte algo –digo sonrosada-
-Hola, Eva –dicen Steve y Aby al mismo tiempo- Yo dije eso primero, pero...Tú...Me estás copiando, agh –dejan de mirarse-
-me río y lo saludo a cada uno- Tomen – les doy sus bolsas-
-Gracias Eva, es hermoso –dice Aby mientras abraza al peluche-
-Gracias, Eva –dice Steve y me besa la mejilla-
-De nada a cada uno –me río-
Hablamos de la universidad un rato, de nuestros posibles planes y aspiraciones en un futuro, pasamos al tema de algunos autores literarios y terminamos hablando de la película basada en un libro que salió hace poco.
Se hicieron las seis de la tarde y ya me debía de ir, porque aunque ellos no lo supieran, los Scelestos eran una raza de noche, y lo que menos quería en este momento era cruzarme con uno de ellos.
Cuando bajé, me despedí del Señor Brown, que así se llamaba el vigilante. Hace años que no me dirijo a él con intención de vigía, él mismo me pidió que lo llamara por su apellido porque para su persona era como una nieta. Tierno ¿verdad?.
Caminé hasta unas cuadras de mi residencia, ya había oscurecido un poco pero seguía el cielo con su color turquesa, los faroles de las calles empezaron a brillar cuales pequeños soles.
Tarareaba una canción mientras me acercaba a la puerta que me llevaría al edificio, cuando todos los faroles se apagaron y sentí una repiración en mi cuello, no volteé por miedo a lo que sería pero su mano encima de mi hombro no reconfortaba en lo absoluto.
Al final me exasperé al no haber contacto visual de parte de los dos, y me volteé. Efectivamente, era lo que menos quería. Había un Scelesto delante de mi rostro, no lograba ver su rostro a través de la espesa capa de terciopelo rojo encima de él.
Pero si lograba distinguir la sensación de miedo y curiosidad en mí. Me quedé mirando al ser, petrificada, teniendo miedo de lo que podía llegar a hacer si en un mínimo movimiento trataba escapar, estaba acorralada.
Por su parte, solo me dedicó otra sonrisa macabra y se fue en un reflejo de humo negro.
Después de entrar al departamento no recuerdo más, solo que entré y mis primos notaron mi presencia, pero no logré decir nada, solo me desmayé.
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Phantasiae
FantasíaEva Collins, una chica de 16 años va a Londres para hacer un curso de fotografía y cine. Más adelante en su estancia, se entera de cosas sobre su familia y ella misma que la dejarán en gran duda sobre su origen. ¿Te atreves a acompañarla?