9: Otros Planos

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Era mi padre, esa figura que hace tantos años había desaparecido por razones que nunca supe.

-Mi niña –me abraza-

-Papá ¿Qué es todo esto? –pregunto desesperada-

-Una parte de tu larga historia –sonríe-

-¿A qué te refieres? –lo miro-

-Eva...Desde que supe que eras una bruja como yo, no solo supe que mi "Don" iba a pasar por otra generación, supe que serías una mujer resiliente y que ibas a poder con todo. Ahora estás sufriendo un capítulo que te dejará pensando bastante las personas a las que les preocupas –me mira a los ojos- Eva, solo tú puedes detener a lo que te atormenta, solo tú puedes lograr que tus miedos sean solo ilusiones. Quería encontrarme contigo aparte para decirte que ese chico Steve, tiene mi consentimiento –ríe-

-Gracias Papá –me sonrojo-

-Ahora, no te puedes quedar más conmigo, hay otras personas que te esperan –dice y va desapareciendo-

Me sentí en un túnel, como si el eco de mis recuerdos me absorbiera. Luego desperté y me sentí más pesada y más consciente (Valga la redundancia) ante lo que pasaba.

Vi llegar al médico y me examinó para después dejar pasar a mis primos y mis amigos.

-Eva –dice Charlie mientras me abraza fuerte, seguido de Damian- No hagas eso de nuevo –temblaba-

-Tranquil, mi Niño Feliz –le sonrío-

Él entendió que no fue producto de su imaginación lo del baño, que si me había visto y trataba de tranquilizarlo. Su mirada se iluminó.

-Eva, no me hagas eso de nuevo, por poco me da algo –dice Damian-

-Lo mismo digo –dice Aby mirándolos-

-Secundo la respuesta –dice Ted, divertido-

Steve se acercó del fondo de la habitación, me miró, y sin decir nada me abrazó.

-Creo que debemos dejarlos solos –dice Ted-

-Te acompaño –dice Aby, siguiéndolo-

-Nosotros igual –dicen mis primos, cada uno guiñando un ojo antes de salir-

-Eva, no sabes como me preocupaste. Apenas Aby me dijo que estabas aquí ya estaba en media calle –ríe triste- No me vuelvas a asustar así, ni a nadie, mejor dicho –sonríe-

-Si, es que es algo complicado de explicar –hago una mueca-

-Dime –acerca una silla-

Le tenía confianza, no tenía miedo de él porque en el poco tiempo que lo conocía, me demostró que él era transparente. Conté lo del Max, cuando me llamó y se transformó, me tomé tiempo en explicar para ponerlo en situación y todo.

-Ahora entiendo a tu primo, quisiera haber estado ahí –toma mi mano-

-sonrío- Estoy bien, tranquilo. No hace falta pensar en lo que se pudo o no hacer.

Me senté en la camilla, solo sentía que había despertado, no tenía malestar ni mucho menos. Steve y yo nos miramos, ese silencio que no era nada incómodo se hacía presente.

Mis sentidos se habían nublado con las cosquillas en mi estómago y mis manos, en ellas habían rosas rojas.

De momento nuestros labios encajaban en un perfecto rompecabezas, todas las piezas concordaban. Habíamos juntado nuestras almas, las fundimos con lo que las palabras no alcanzaban a decir. No me dan las explicaciones para describir esto, mi cabeza que vivía buscando la razón de todo, no podía procesar más allá de ese momento.

Nos miramos, riendo.

No queríamos arruinar el silencio que cada vez se tornaba más agradable, aprendimos que no todo hay que decirlo, a veces solo debemos mostrarlo.

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