Epílogo

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Hace una semana que todo cambió, ya no habían acosos ni miedo por los magos oscuros en las calles, mis amigos y yo volvimos a la universidad. Damian se quedó siendo mi primo protector. El aire de la ciudad era tranquilo, pero me mantengo alerta. Mis sueños premonitorios han vuelto y no me dan nada de buena espina o buen pronóstico. Por si acaso, prepárate para lo que venga.

Max se quedó en un campo fuera de la civilización, insistiendo en que dejaría los actos tenebrosos, pero sé que las personas no cambian tan rápido y menos de un hábito tan malo. Por eso ahora estoy alerta a cualquier indicio.

Extraño a Charlie, siempre lo voy a hacer.

Pero no me preocupo por él, se que está en buenas manos. Sé que todavía me escucha y me siente. Como yo a él, lo espero en todos mis sueños y en todas mis premoniciones.

-¿Estás bien? –dice Damian llegando tras de mi-

-Si, solo quería ver el cielo –digo viendo hacia arriba-

-¿Por Charlie? –me mira-

-Por todo, pero una de las razones es él –digo con la voz cortada-

-me da una soda- ¿Es tu Niño Feliz? –me mira-

-Efectivamente. Por charlie –chocamos las sodas-

-Por Charlie.

Se corrieron nuestras mangas, dejando ver un tatuaje en nuestro antebrazo, un avión de papel se dislumbraba en él.

No sé si me pongo filósofa, pero el cielo estaba brillante y estrellado, anunciando quizás un nuevo comienzo, o solo calmarnos momentáneamente y poder prepararnos para más adelante.

Con nuevos sentimientos, y con nuevos puntos de vista.

Seguimos en guardia, Phantasiae.

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