-Bien Eva, ¿Lista para entrenar? –dice Charlie en frente de mi-
-Por supuesto –contesto-
-Okey, debemos ponerte en un contexto más realista, por eso hemos traído esto –agarra la sudadera con capucha roja de Ted- Gracias a Ted por prestarla a esto.
-No hay problema –dice Ted un poco lejos de nosotros-
-¡Quiero ver ya! –dice Aby emocionada-
-Aby, no chilles –dice Steve-
-Amargados –bufa-
-Bien, me pondré esto –dice Charlie mientras se pone la sudadera- Imagina que soy un Scelesto, y que Damian fue raptado por mí, lo que debes hacer es tratar de desarmarme –me mira-
-¿Por qué debo ser yo el que raptan siempre? –dice Damian con un puchero-
-Porque eres un año menor –dice Charlie, burlón-
-Bien, ¡Ahora! –dice Damian mientras Charlie finje que lo secuestra-
A continuación corrí hacia ellos con puños de fuego pero desaparecieron, luego aparecieron en otro lugar. Traté de alcanzarlos pero cada vez se reiteraban más las apariciones.
Se me ocurrió una idea, no podía hacer también apariciones porque estaríamos entonces toda la tarde como un perro sarnoso tras su cola. Así que miré a Charlie a los ojos e hice una ilusión, parecían salir raíces por sus tobillos y muñecas, él automáticamente soltó a Damian y trató de forcejear con las raíces, ahí solo las esfumé.
-¿Qué fue eso? –dice mirando sus manos y pies, espantado y agitado-
-Los Scelestos tienen miedos ¿no? Borrar sus memorias no quita las fobias y miedos más profundos. Ellos también hacen ilusiones para que te inmovilices y así capturarte; en este caso usé unas raíces y te las logré hacer sentir, de esa forma soltaste a Damian –sonrío con orgullo-
-Me encanta ese modo de jugar –me guiña un ojo- Gran manera de defensa.
Me encantó probar ilusiones como juego mental, quizás eso me ayudaría en un futuro si se da un encuentro entre los Scelestos de nuevo. Por lo menos sé una forma de desarmarlos cuando empiecen a optar por la teletransportación.
Practicamos Fuego, Hielo, Electricidad y otras ilusiones. Me sentía cansada, tenía mucho por lograr aún, pero era un buen comienzo.
Me dejaron descansar el resto del día. Temas aparte; Las vacaciones habían comenzado, y se acercaba la venida de mi madre a Londres.
Solo faltaban dos semanas.
Mis amigos tenían unos planes de ellos y tuvieron que irse. Y yo me quedé en la habitación, releyendo uno de mis libros favoritos para conciliar el sueño sin problema.
Dormí al poco tiempo, y sentí que flotaba; no había imagen alguna, solo una oscuridad a la que no le encontraba final.
Hubo una luz a lo lejos y me acerqué a ella, pero esa esfera luminosa del final venía hacia mi, entonces me cubrí.
Sentí un temblor, verifiqué en donde estaba; era una casa barroca y algo desgastada. Los cuadros que yacían en la pared, eran recientes. Salió un hombre de avanzada edad en una de las habitaciones cercanas.
Esa cara me parecía familiar.
Era Max; tenía su túnica de Scelesto puesta, pero sin la máscara, tenía una mirada triste y vacía. Como si nada le satisfacía.
Se acercó a una chimenea cercana, donde el fuego brillaba más que el sol, y tomó la foto de una mujer. La foto que estaba guardada en un marco, suponía que era de hace años, debía ser su madre.
-Lo lamento... -susurraba Max con voz cortada- He deshonrado tu nombre. Pero en verdad no logré hacerlo, sentí remordimiento.
No sabía a lo que se refería, pero sea lo que fuere, se sintió mal al respecto.
Parecía infeliz, como si algo en su vida faltara, o algo se fue.
Desperté en la mañana, sudando frío, por alguna razón.
ESTÁS LEYENDO
Phantasiae
FantasyEva Collins, una chica de 16 años va a Londres para hacer un curso de fotografía y cine. Más adelante en su estancia, se entera de cosas sobre su familia y ella misma que la dejarán en gran duda sobre su origen. ¿Te atreves a acompañarla?