5: Cartas

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Durante los días siguiente he estado yendo y viniendo; refinando los últimos detalles del vídeo, preparando las costumbres navideñas y mantener el secreto para Ted y Steve hasta que pueda mostrarles el trabajo.

También he estado preocupada por unas cartas que me están llegando, son cada noche y no entiendo el porqué.

Lo único que dice es:

"Nos vemos en las Cuevas del bosque a las seis de la tarde"

Finalmente he decidido ir, preparada. Ya sé todo tipo de defensa, así que no me debo preocupar mucho por mi seguridad, me preocupa la razón (y la persona) que quiere que la vea allí.

Me armé de valor y me dirigí al bosque, bajo las sombras que proporcionaban los tupidos árboles en la entrada, entré hacia las Cuevas.

Literalmente, eran cuevas. Eran una atracción muy famosa cerca de los noventa pero la tecnología le ganó a la belleza natural de las cosas. Ahí hay cristales, estalactitas y estalagmitas, incluso un lago donde todo aquello se reflejaba como un espejo.

Cuando entré, todo parecía tranquilo, en realidad, toda mi preocupación se esfumó. Era todo muy tranquilo, mis oídos se lograban arrullar con el sonido de las pequeñas gotas cayendo a la larga extensión de agua que se encontraba muy abajo.

Oí pasos cercanos y volteé, era Max.

-Eres puntual –se ríe-

-¿Qué quieres? –hago que mis puños se vuelvan llamas-

-Tranquila, no te voy a hacer daño –se detiene al caminar-

-¿Por qué me has llamado para venir aquí? –los miro severa-

-Solo quería decirte que no debes tenerme miedo, no soy malo –alza las manos, en forma de inocencia-

-¿Cómo sé que tu palabra es verdad? –retrocedo-

-Vaya, haces muchas preguntas –sus manos se convierten en humo negro y empieza a acercarse hacia mí-

Yo retrocedí pero al verme, que estaba al filo del abismo, donde había un montón de agua, me detuve. Empecé a lanzar fuego, y él lo esquivaba sin problemas.

Max me miró, y yo a él. Hasta que todo el filo en donde estábamos, se derrumbó.

Cuando caímos, era como estar en gravedad cero, pues podíamos abrir los ojos y podía tener la posibilidad de hablar.

Sin embargo, me quedé estática. Vi a los ojos de Max, esos ojos azules que mostraban tanta tristeza.

Sentí que iba hacia atrás, y vi imágenes de un niño, de ojos azules eléctricos, era Max de niño.

Su madre parecía reñirlo, y el mismo escenario se repitió cuando era adolescente. A mitad de su adolescencia, Max estaba sentado en el sofá que vi la otra noche, tapándose la cara con las manos.

Las siguientes imágenes eran de Max poniéndose la túnica vinotinto, y la máscara. Oí su voz a lo largo de ese recuerdo, parecía que lo decía en su mente.

"Porque nadie se da cuenta"

Y la última imagen que vi era de Max, atendiendo mi llamada telefónica.

-Interesante, enseguida llamo a los camarógrafos. ¿Nos vemos mañana a las cuatro? Así planeamos todo y me dices la idea en sí –decía mientras jugueteaba con la máscara de Scelesto-

Cuando colgó, se puso la túnica y se miró al espejo una vez más.

-No eres quién dices ser, Maxwell, no lo eres –y salió de su habitación-

Antes de despertar de ese trance vi dos luces, una más luminosa que la otra, rondando entre nosotros, y finalmente encajando perfectamente como piezas armables.

¿Quién era Max Cooper?

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