4: La Vuelta

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Cuando me dedicaba a ir al departamento, me quedé pensando en que todo está saliendo bien, me alegra saber que todo se está dando de manera adecuada y fluye.

Estaba tan absorta en mis pensamientos que Londres parecía pequeña y silenciosa, algo raro para la época que había. Solo pensaba en el momento que iba a decirle a los chicos lo del vídeo.

Desde el momento en que crucé la esquina antes de mi residencia, algo se apoderó de mi mente. Una presión en el pecho, ansiedad, miedo, no sabía el porqué debido a que todo se encontraba tranquilo, pero en mi cabeza solo apareció una imagen de terciopelo rojo y humo negro.

Mis uñas se volvieron color ceniza, y corrían en ellas humo rojo, no entendía nada, cerré mis ojos con fuerza y cuando los abrí;

La calle estaba tan transitada como siempre, y mis uñas estaban normales, mi mente reanudó el tema del vídeo. Antes de que estuviera todo de cabeza otra vez, entré al departamento y, a juzgar por la cara de mis primos, seguro parecía asustada o algo.

-Tus ojos... -dijo Charlie mientras se acercaba-

-¿Qué tienen? –lo miro preocupada-

-Están de color carmesí –dice mientras lo mira con detenimiento- ¿Viste algo extraño antes de llegar? –pregunto mientras parecía que leía mis pensamientos-

-Bueno, antes de llegar al frente del departamento, vi una imagen en mi cabeza de terciopelo rojo y humo negro, luego cuando vi mis uñas, parecían ceniza por el color que tenían y corría humo rojo de ellas –relato lo más rápido y claro que puedo-

-Verás Eva, nosotros somos una raza nacida de varias especies de Brujos; estaban los Mysticus, Magus, Magicus, entre otros. Durante la quema de bruja en la Edad Media, un grupo rebelde y pequeño se escondió para crear una colonia propia. Entre mezclas de todos los magos y varias generaciones, nacimos nosotros, los Phantasiae, por eso tenemos tantas posibilidades de poder y tantos campos que manejar. Sin embargo, otro grupo rebelde se mezcló entre humanos mortales, esa raza tenía la posibilidad de convertir a sus sucesores para que se preservara la especie, tenían habilidades de controlar y perturbar a su gusto la mente y desaparecer. –explicaba Damian mientras buscaba algo de tomar- Esos son los Scelestos, quienes forjaron una barrera al no aceptar que teníamos igualdades. Por eso somos enemigos, viene el odio de hace siglos –me da un vaso con agua-

-Hay mucha historia acerca del tema –miro el vaso- No entiendo esto, ¿Cuántos Phantasiae quedan en el mundo?

-Veinte –dice Charlie- Somos muy pocos, y, si los Scelestos no tuvieran el poder de convertir a las personas, habría la misma cifra entre uno y otro.

Me había quedado de piedra, analizando toda la información que llegaba a mi mente de un momento a otro. Era raro todo lo que me contaron, pero a juzgar por las cosas que me venían pasando, era lo más normal del mundo.

-¿Y es normal que mis ojos cambien de color, o mi pelo, o se creen ilusiones cerca de mi? –los miro a los dos, preocupada-

-Totalmente –dice Charlie- Es normal, tus ojos y pelo pueden cambiar con tus emociones; si estás feliz pueden ser verde, si estás triste azul, y así. Por eso es bueno controlar la magia y entrenar, como lo hemos estado haciendo.

Es verdad, se me había olvidado por completo. Luego de que mis primos supieran que era una Phantasiae y ellos me dijeron que también son, me empezaron a entrenar para controlar la magia lo más posible, incluyendo esto de los colores.

-Necesito dormir –me levanto, dejando el vaso de agua, intacto, en la mesa-

-Eva –me dice Damian mientras toma mi hombro- Si pasa algo, nos dices enseguida –me da un beso en la mejilla-

-Vale, no hay problema –entro a mi habitación-

Poner la cabeza en la almohada no sirvió para relajarme, parecía un búho; nocturno y despierto.

Al final concilié el sueño, de una manera un poco forzada pero funcionó, caí en un sueño profundo y por un momento estuvo la pantalla de mi mente totalmente negra, pero de un instante a otro estaba en algo mullido, como una cama.

Volteé la mirada para agudizar la imagen, y me di cuenta que estaba en una camilla, blanca e intacta.

Traté de levantarme pero no podía, mi cuerpo no respondía al llamado que le daba, estaba atrapada. Como cosa de magia (Que irónico) empezó a correr un color rojo por toda la camilla, y con ese color una sensación familiar.

Sentí un frío en la espalda, era terciopelo.

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