Llegué a casa de Max con paso firme y seguro, no podía esperar a decirle mi nuevo hallazgo.
Toqué la puerta y esperé a su respuesta.
Abrieron esos ojos azules que conocí hace un tiempo pero que de todas maneras se hacían tan curiosos e inexplicables a mi vista.
Me recibió invitándome a pasar y preguntando el motivo de mi visita, ya que no esperaba que fuera en un tiempo después de lo que pasó en el muelle, pero le miré con gran curiosidad.
-Mira Max, encontré esto en mi armario –pongo el collar en la gran mesa de cristal que hay en su estancia- No lo he traído de Toronto y no hay manera de que alguien haya metido de un día para otro algo así. Se abre, pero no se encuentra ni una sola foto –analizo de nuevo el accesorio con mirada profunda-
-Quizás no haga falta una foto –se levanta de su sillón, caminando de un lado a otro, buscando recordar algo-
-¿A qué te refieres? –lo miro de manera escéptica-
-Cuando estaba practicando para volverme el líder de los Scelestos, había un tipo de magia para guardar sacrificios. Tomas un collar o un anillo en particular y guardas la sangre u recuerdos de la persona a la que conviertes.
>>Nunca llegué a hacerla, pero he logrado saber de ella lo suficiente para reconocer este tipo de magia oscura –toca su barbilla- Déjame ver –extiende su mano-
Entregué el collar temerosa, no sabía que es lo que iba a decir. Pasaron minutos en silencio, con Max mirando la cadena detenidamente, examinando quizás qué cosas se escondían allí y yo era incapaz de ver.
Me estaba desesperando, su silencio era pulcro, ni siquiera se podía apreciar el mínimo paso de aire entre cada rincón de su casa, apenas y podíamos oír como había una puerta arriba que se movía de un lado a otro por falta de tornillos o aceite.
Max solo daba miradas de reojo cada cierto tiempo, como para asegurarse de que seguía allí, mirándolo de la misma manera que él a mi. Finalmente, suspiró de manera decepcionada.
-Pues qué te digo...Efectivamente, es una cárcel para los actos tenebrosos –niega con la cabeza, aireado de tristeza-
-¿Qué tan malo puede ser? –mis manos tiemblan-
-Podemos divagar mucho, pero hay dos posibilidades; o alguno de tus ancestros se dedicó a la materia oscura, o de lo contrario, alguien de la materia oscura quiere meterse en tu pasado –deja el collar sobre la mesa-
-No es posible –dije retrocediendo a la pared- Si alguien quiso poner esa cosa entre mis posesiones no habría podido. Damian trabaja en casa y se hubiera percatado de una presencia ajena –prosigo respirando varias veces profundo-
-Entonces resígnate a aceptar que alguien de tus antepasados fue especial en las artes tenebrosas –dijo Max, frío-
Eso no podía ser cierto, mis familiares son todos magos por parte de padre, y la familia de mi madre son simples mortales, esto debe ser un chiste muy malo.
-Eva, sé que es algo que no es fácil de digerir, apenas y digieres que eres una bruja real –me abraza- Pero a veces la realidad viene de golpe, y no tenemos más remedio que aceptarla, o envenenarnos con nuestras propias mentiras –soba mi pelo-
...
Durante las siguientes semanas he tenido dudas, dudas con respecto a mi familia o a mi misma.
Busqué la manera de hablar con Damian sobre la familia de mi padre, y me dijo que todos nuestros tíos, primos o abuelos eran Phantasiaes respetables, pero algo me decía que a mi alrededor había algo que no encajaba, algo que no cabía en mi propio rompecabezas.
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Phantasiae
FantasyEva Collins, una chica de 16 años va a Londres para hacer un curso de fotografía y cine. Más adelante en su estancia, se entera de cosas sobre su familia y ella misma que la dejarán en gran duda sobre su origen. ¿Te atreves a acompañarla?