Max despertó como otro día en ese pequeño estadío de hierba.
Se dirigió a su cocina y desayunó con su café rutinario, estaba pensando.
Hoy solo se quedaría a hacer una cosa, oír música y relajarse. En todo el tiempo que llevaba en ese lugar, nunca se tomó un tiempo para sí mismo, solo pensaba el porqué de todo, y aveces eso lo tragaba y cuando se daba cuenta de eso, era hora de dormir.
Esa visita de Eva le hizo pensar más que cualquier escenario de todos, ¿Tan malo fue en sus momentos de Scelesto?
Nunca se dio cuenta de eso, ya que los pensamientos de su madre reavivaba un fuego dentro de él que no podía controlar, y no le permitía ver lo que en realidad pasaba a su alrededor.
Lo ciego que fue no le permitió volver en sí, la demencia producto de la pérdida lo dejaba desolado en medio de los daños.
Se sentó en el sillón y miró hacia la chimenea, sin imaginar algo en concreto, solo quedarse unos momentos en blanco, y dejar que su mente no se sienta sobresaturada.
De momento, sintió que un ardor invadía todo su cuerpo. Sus manos estaban tan rojas como el fuego que una vez pudo recrear.
Sus manos estaban sobre su cabeza, en un intento de tranquilizar todo lo que sentía en ese instante. No pudo evitar gritar, le dolía el cuerpo y no sabía la razón.
Miró hacia la ventana que quedaba justo al lado de él, y vio como unos ojos amarillos y macabros se acercaban cada vez más a él. Los ojos llevaban consigo una sonrisa tan amplia que no era humana.
Preso del pánico, trató de levantarse de donde estaba. En un primer momento no resultó, estaba helado mirando lo que pensaba que era su imaginación, una broma pesada de su subconsciente. Pero no era así.
Cuando se logró levantar y dar unos pasos hacia atrás, cayó de bruces por otro malestar. Sentía su garganta seca y su pelo estaba de un naranja intenso, sus uñas desprendían un color gris que parecía humo.
Estaba acorralado, no tenía a nadie quien le ayudase, estaba a kilómetros de la civilización.
Finalmente su cuerpo quedo en medio de la sala de estancia, agarrotado, con la sensación de que iba a perder el conocimiento en cualquier momento. Se quedó viendo como la niebla negra detrás de esos ojos amarillos, tan grandes y desorbitados, se acercaba hacia él sin ninguna intención de parar.
Al final, su cuerpo quedó en un profundo sueño.
Él miró hacia todos lados, buscando la razón de todo lo que veía y sentía, había una calma en el lugar donde se encontraba, que lo hizo sonreír. Pero aquello no duró mucho tiempo.
Caía y caía, en un abismo al que no le encontraba final, ni siquiera una mísera luz podía encajar en la oscuridad.
Luego de un tiempo, en el que se pensaba que era eterno, tocó fondo.
Era tierra lo que sentía en sus manos, lo que palpaba eran cenizas y tierra quemada.
Se arrodilló en una manera un poco fallida de incorporarse para ver mejor el panorama del evento. Estaba tan oscuro como el túnel de a caída, pero se lograba ver mejor.
Ese lugar era totalmente desconocido para él. Habían pedazos de papel quemado, ceniza, tierra y niebla blanca, totalmente siniestro. Max se percató de un brillo a lo lejos y vió un espejo, oscuro y algo sucio, pero él se reflejaba.
Cuando se vió, o más bien, se logró ver, no era él lo que miraba. Era una persona totalmente distinta, era un demonio.
Era de un color vivo y opaco a su vez, como un gris oscuro muy brillante, un poco contradictorio. Sus ojos dejaron su habitual color azul y se volvió a un rojo vivo, sus dientes tenían una forma más puntiaguda. Y como si fuera poco, tenía un par de cuernos pequeños pero bastante notables.
-Este no soy yo –susurró toqueteando su rostro- ¿Qué es este lugar?
Miró hacia atrás de nuevo, para ver si en el tiempo que le quitó atención, había cambiado algo. Otra vez había vuelto su vista al espejo, pero algo lo inquietaba, solo se veía así en ese reflejo, porque cuando logró tener la valentía de ver hacia abajo, estaba vestido con su usual pantalón negro, camiseta blanca y zapatos de vestir.
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Phantasiae
FantasyEva Collins, una chica de 16 años va a Londres para hacer un curso de fotografía y cine. Más adelante en su estancia, se entera de cosas sobre su familia y ella misma que la dejarán en gran duda sobre su origen. ¿Te atreves a acompañarla?