Una noche movidita.

665 28 0
                                    

-Joder tío, ¿tú sabes que aquí vive más gente?- grita la chica en cuanto abro la puerta.

-Perdón mujer...yo pensando que iba a conocer a la vecina sexi y al final eres la típica vecina tocapelotas- dijo sonriente.

-¿Tu eres imbécil?- dijo furiosa.

-Relájate que era una broma...soy un bocazas lo siento- dije algo serio, ella parece relajar un poquito su expresión.

-Mira...voy a respirar hondo. ¿Podrías bajar la música un poquito?, si haces el favor.

-Te ha costado ¿eh?, estás hecha una fiera- le digo riendo- si me lo pides así claro, tus deseos son órdenes- le digo haciendo una pequeña reverencia, ella rueda los ojos y se da la vuelta.

-Será gilipollas...- le oigo decir mientras se aleja.

Muy bien Roi ya has hecho tu primera amiga en el edificio, una pena haber empezado con mal pie con ella, la chica es preciosa pero no me puede ni ver y tiene un carácter...sospecho que vamos a tener más que palabras.

Decido parar de tocar por hoy, tampoco quiero joder a los vecinos el primer día, aunque lo necesito, es lo único que me relaja y que me ayuda a no pensar en Laura. No me puedo creer que me haya echado así de casa, después de ocho años juntos me deja sin más porque no le gusta que trabaje por las noches.

-Empiezas bien el día ¿eh?- le digo en cuanto la veo salir por la puerta a la mañana siguiente.

-Si eso parece...- dice con sonrisa irónica adentrándose en el ascensor al igual que yo.

-Bueno ¿no me vas a decir cómo te llamas?, o tengo que seguir llamándote la vecina tocapelotas- digo sonriendo, ella me mira asqueada.

-Llámame como te salga de los huevos- dice resoplando, no me soporta y a mí me encanta picarla.

-Pues yo me llamo Roi, para cuando te canses de llamarme el gilipollas de enfrente- le digo alargando la mano, ella me mira ofendida.

-Ni que fuera a hablar de ti...- dice saliendo como un rayo del ascensor y dejándome con una cara de idiota para enmarcar, la chica me detesta y yo no sé porque me empeño en picarla, no puedo evitarlo.

Paseo por mi nuevo barrio familiarizándome con la zona, es tranquilo y hay cierto ambiente familiar, encuentro una panadería, una decena de bares y dos supermercados, parece que tengo todo lo que necesito a pocos minutos caminando. Hago algunas compras y vuelvo a casa, la tengo llena de cajas sin desembalar, apenas he sacado algo de ropa y mis guitarras.

Mientras hago mi comida aprovecho para instalar la tele, el ordenador y mi equipo de música y organizar mi ropa en el armario, de momento es todo lo que necesito, me he tomado unos días en el trabajo para la mudanza, ya tendré tiempo. Paso la tarde tocando, viendo un poco la tele hasta la cena y decido acostarme temprano, aprovechar los días libres para dormir por las noches como la gente decente.

-Dios, me cago en todo- escucho a gritos en el rellano apenas me acuesto, luego oigo unos fuertes golpes.

Salgo de la cama y miro por la mirilla para ver qué pasa, la vecina está dando patadas a su puerta furiosa, luego se deja caer al suelo y parece comenzar a llorar, decido salir, aunque no sé yo sí le hará precisamente ilusión.

-¿Estás bien vecina?- digo asomándome a la puerta, ella me mira y suspira.

-Dios...el gilipollas, lo que me faltaba hoy ya.

-Realmente eres un amor, toda una ricura- digo irónico- venga enserio, ¿necesitas ayuda?

-¡Tuya no!- dice gritando

-Bueno...a ver- digo intentando ignorar su desprecio hacia mí, está claro que no está bien- mía no...vale, ¿puedo llamar a alguien que te ayude entonces?- ella levanta la vista y me mira seria, esta bañada en lágrimas.

-No, no hay nadie que pueda ayudarme...- dice rompiendo a llorar.

Decido acercarme a ella, me siento a su lado y la cojo de los hombros atrayéndola hacia mí, es un riesgo, no tengo claro que no me vaya a ganar un bofetón, sorprendentemente ella se agarra a mí con fuerza y se refugia en mi pecho llorando desesperada.

-Haber...¿me vas a decir cómo te puedo ayudar?- le dije cuando pareció tranquilizarse. Ella se separa de mí, se limpia la cara con las manos.

-Perdón, normalmente no soy tan dramática...estoy bien puedes volverte a tu casa- dice levantándose y recuperando la compostura.

-A mi no me parece que estés bien...pero bueno tú sabrás- dije dirigiéndome a mi piso- si necesitas algo ya sabes donde vivo- digo antes de cerrar la puerta tras de mí.

Cuando entré no pude evitar quedarme tras la puerta y pegar mi ojo a la mirilla, ella seguía allí de pie, dando pasos adelante y atrás, llevándose las manos a la cara de vez en cuando. En pocos minutos se paró, miró hacia mi piso fijamente, yo como si pudiese verme me aparté de un salto, en dos minutos sonó el timbre.

-¿Puedo entrar?- me dijo en cuanto abrí, yo simplemente me hice a un lado indicándole que pasase.

Ella entró despacio, recorrió el salón en círculos observando todo lo que había a su paso mientras yo la seguía con la mirada. Al poco tiempo se acercó al sofá y se dejó caer soltando un gran suspiro y arrojando su bolso violentamente al suelo. Pasó varios minutos en silencio con la mirada baja y sus manos sobre las rodillas.

-¿Puedo quedarme aquí esta noche?- dijo mirándome por fin.

-Claro, pero ¿no me vas a decir que te pasa?

-¿Para qué quieres saberlo?

-No sé, quizás pueda ayudar...

-Ya te he dicho que no hay nadie que me pueda ayudar, con que me dejes quedarme en tu sofá esta noche es suficiente...pero si vas a seguir siendo el gilipollas de enfrente avísame y me largo.

-Joder eres un cielo de verdad- le dije un poco molesto, pero enseguida me calmé, la chica no estaba en su mejor momento- bueno...yo dejo de ser el gilipollas si tú dejas de ser tan tocapelotas ¿qué te parece?- le digo sonriente, ella me mira y sonríe, está preciosa cuando sonríe.

-Miriam- dice alargando su mano.

A partir de ahí tuvimos una conversación normal, sin tensión, como debería haber sido nuestro primer encuentro. Teníamos muchas cosas en común y ambos pasábamos momentos difíciles, su jefe la había despedido, trabajaba en un hotel cantando en el bar, el tal Javier no solo era su jefe también su pareja hasta hace poco.

-Es que menudo cabrón...no va y me dice que ya no cumplo las expectativas, claro, nada que ver con que lo hayamos dejado y que su nueva amiga tenga ínfulas de gran cantante ¡no te jode!- dice furiosa.

-Has tenido una noche movidita por lo que veo...

-Aún encima llegar a casa, haber perdido las llaves y tener que aguantar al gilipollas de enfrente- dice mirándome sonriente.

-Te voy a dejar durmiendo en el rellano al final ¿eh?- digo serio para luego echarme a reír.-bueno ya es hora de dormir que te estás poniendo otra vez muy tocapelotas Miriam- digo levantándome para volver a la cama.

-Roi...gracias- me dice desde el sofá, me acerco le doy un beso en la frente y me voy por fin a la cama.

La vecina tocapelotas y el gilipollas de enfrente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora