Carroñeros.

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La miro triste, en realidad ya no lo sé, ¿sigue siendo real todo lo que le escribí en esa tarjeta?

-Miriam eso...sabes que era real cuando lo escribí.

-¿Era?...ya no lo es- dice calmada pero de sus ojos no dejan de brotar las lágrimas.

-No es que ya no lo sea pero...puede que algunas cosas sí hayan cambiado.

Ella no apartaba la vista de la tarjeta y pronto comenzó a leerla en voz alta, yo mismo la había escrito pero apenas recordaba en ese momento su contenido después de estos dos meses terribles.

Feliz aniversario mi vida, no sabes lo que he esperado este día, poder celebrar que lo hemos logrado juntos, formar la pareja que siempre supe que podíamos ser. El camino ha sido duro, largo y hablando pronto y mal, jodidamente difícil, pero nos ha llevado a donde sé que debíamos estar, y este año ha sido la recompensa. Te amo, te admiro, te deseo, te quiero...realmente no sé si te merezco pero doy gracias cada día por poder compartir mi vida contigo, gracias por lo feliz que me haces, gracias por ser como eres. 

Solo te pido una cosa, una sola, no te vayas nunca de mi vida, pase lo que pase no te vayas...confío en ti más que en mi mismo Miri, no me falles, nunca dejes de ser esa vecina tocapelotas, quédate siempre, aunque me ponga gilipollas y te diga lo contrario, aunque espero no llegar nunca a tal extremo de gilipollez.

PD: Ya ves...muy romántico lo que te he escrito y con un vocabulario precioso, ya sabes que no se me dan muy bien estas cosas, en fin, espero que aún así me quieras.

No pude evitar las lágrimas mientras ella repetía aquellas frases que yo mismo escribí hace meses, solo le decía que no se fuese, pasara lo que pasara. Lo había olvidado, estas semanas mi enfado, mi decepción y mi dolor me había hecho olvidarlo, no quería que se fuera de mi vida.

-Pase lo que pase no te vayas- repite de nuevo mirándome- eso es lo que ha cambiado ¿verdad?

Me levanté de la cama y le quité la tarjeta de las manos, la observé intentando aclarar si mis sentimientos habían cambiado, releí aquellas frases totalmente sinceras en su momento, no hizo falta mucho para tener mi mente más clara que nunca. Arrojé la tarjeta al suelo y cogí a Miriam por la cintura mirándola a los ojos.

-Quédate siempre...aunque me ponga gilipollas y te diga lo contrario Miri- le dije apretándola fuerte contra mí, ella no tardó en sonreír y pegar su frente a la mía.

-Así que tengo que quedarme siempre...aunque seas un completo gilipollas- dijo sonriente.

-Bueno, no tienes...pero me gustaría que lo hicieras- dije rozando su nariz con la mía- ¿Qué me dices? ¿Te quedarás conmigo?

-Siempre-contestó después de tenerme en vilo unos segundos- y por cierto Roi...sí se te dan bien estas cosas y eres más romántico de lo que te piensas.

-Calla tonta, eso es porque a ti ya te tengo enamorada y no piensas con claridad...pero soy un cafre- dije riendo.

-¡Oye!- gritó dándome un golpe en el brazo- pero sí...-coloca sus manos en mis mejillas- me tienes enamorada.

Nos miramos y nos besamos durante horas, no hablamos y quizás fue un error, pero estamos allí los dos solos y todo parecía tener solución, todo parecía olvidado, solo esperaba que la vuelta a casa lo confirmara. Esperaba que fuésemos lo bastante fuertes para superar aquello y seguir adelante, que el amor que nos teníamos fuese suficiente.


Aquella semana pasó rápida, nuestro viaje soñado, lo disfrutamos tanto juntos, éramos felices, quizás demasiado ingenuos pensando que todo estaba zanjado, hasta el día que tuvimos que recoger nuestras cosas y coger rumbo al aeropuerto, el ambiente se volvió tenso.

-Tengo miedo Roi- me dijo en cuanto nos sentamos en nuestros asientos en el avión.

-Pensé que el cagado era yo- dije bromeando, pero sabía cuál era su miedo, yo también lo tenía.

-Roi hablo en serio...

-Miri tranquila, te quiero y voy a luchar con todas mis fuerzas para no perderte.

Se refugió en mis brazos al segundo y yo la abracé para calmarla, yo mismo no sabía cómo superaríamos aquello pero sabía que haría todo lo posible, merecía la pena.

-Es que...Roi yo ahora tengo la gira, nos vamos a ver poco y...Luis- ese nombre lo susurró a duras penas.

-Sé que os vais a ver y sé qué vais a pasar tiempo juntos, no voy a mentir, no me hace especial ilusión pero confío en ti, confío en que si quisieras estar con él me lo dirías...¿me lo dirías Miri?

-Te lo diría, lo juro.

Decidí creerla, necesitaba creerla, pero lo realmente importante es lo que me demostrase de ahora en adelante. Yo no soy una persona celosa ni posesiva, y así iba a seguir siendo, simplemente esperaba que fuese honesta y que si alguna vez no estuviese convencida de estar conmigo me lo dijese.

-Miri yo solo espero de ti que seas sincera, nada más, que si no me quieres, no estás convencida de lo nuestro me lo digas, me dolerá pero sabré encajarlo.

-Sé que cometí un error y de los gordos, pero te juro que nunca he dudado de lo que siento por ti desde aquel día...nunca.

-Pues ya está, tranquila.

Pasamos el viaje abrazados, aunque intenté calmarla yo estaba quizás más nervioso que ella por la llegada a casa, por cómo iba a llevar su cercanía con Luis. Se venían tiempos difíciles pero había tomado una decisión y no iba a dar marcha atrás sin haber puesto todo de mi parte, y esperaba lo mismo de ella.

La presencia de prensa a la salida del aeropuerto fue la puntilla a nuestro estado ya de por si inestable, no sabía que hacían allí, pero en cuanto escuche sus primeras preguntas fue evidente.

-¿Has perdonado su infidelidad Roi?...¿os habéis dado una segunda oportunidad?...¿cómo llevas que Miriam vaya a hacer una gira conjunta con Luis Cepeda?...

Miriam se empezó a poner blanca, parecía que en cualquier momento se iba a desmayar, sus ojos brillaban conteniendo las lágrimas. Yo comencé a notar los síntomas inequívocos de la ansiedad, la que había sufrido hace años desde que salí del centro de menores y que últimamente había vuelto junto con mi pasado, pero al ver el acoso hacia Miriam intenté controlarme como pude. Agarré firme la cintura de Miri y besé su frente, nos miramos e intenté hablarle sin palabras como hacíamos siempre, enseguida se calmó.

-Estamos muy felices pero algo cansados de nuestro viaje, no vamos a responder a ninguna pregunta, gracias- dije alejándome con Miri, aunque los buitres por supuesto no dejaron de seguirnos, sería difícil salir de allí.

De repente ahí estaba ella saludándonos con la mano, con una expresión de preocupación, en cuanto se acercó Miriam se abrazó a ella desesperada y comenzó a llorar.

-Tranquila Miri venga- dice acariciando su espalda- y tú Roi, te voy a matar, estaba muerta de la preocupación...menos mal que logré hablar con Andrés.

-¿Pero qué haces aquí?- pregunté extrañado.

-Pues ya sabes...mis compañeros- dijo con rabia- sabía que vendrían y estaba preocupada por vosotros.

-Gracias mi niña- dije besando su frente.

-Venga vamos, Pablo esta en el coche ahí en la puerta.

Miriam no hablaba, estaba deshecha, avergonzada y asustada de lo que nuevamente se nos venía encima, y yo también para que mentir, si era difícil superar lo que había pasado imagínate con prensa del corazón de por medio.

Al llegar a casa más de lo mismo, varias cámaras esperándonos, parecían estar acampados hace días, acosándonos a preguntas detestables que me dieron ganas de acallar a puñetazos, pero no sé cómo me contuve. Entramos en silencio y nos miramos en cuanto cerramos la puerta, su mirada inundada del miedo por no saber si yo sería capaz de superar aquello, mi expresión de agobio, de tristeza por pensar en cómo iba a lograr olvidar con esos carroñeros recordándonos a diario lo sucedido.

En ese momento ni lo pensé, pero lo que deberíamos preguntarnos en adelante era quien había sido, quien había filtrado esto a la prensa si apenas cinco o seis personas lo sabíamos, yo no tardé mucho en descubrirlo.

La vecina tocapelotas y el gilipollas de enfrente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora