Distancias.

135 13 6
                                    

Toda la noche en vela, ninguno de los dos articula una sola sílaba mientras estamos tendidos en la cama esperando que salga el primer rayo de sol. Frío, centímetros que parecen kilómetros, apenas nos separa un palmo pero parecemos estar en mundos diferentes.

Mi mente recorre las horas anteriores, los días e incluso los meses que preceden a esta noche interminable. Todo parecía ir bien hace pocas semanas, hasta aquella discusión por el innombrable de su ex-representante, ese que nos había expuesto ante la opinión pública y casi nos destroza. Desde aquella noche fue todo cuesta abajo y sin frenos, mi seguridad, mi paz se esfumó haciéndome replantearme toda nuestra relación. En ese momento dejé de confiar en sus sentimientos hacia mí como hacía mucho tiempo que no lo hacía, incluso más que cuando me traicionó en aquel mismo sofá que había sido testigo del inicio de un nosotros.

Parecerá una locura pero ni cuando la encontré entre los brazos de otro dudé por un instante de que para Miriam yo era el hombre de su vida. Ni yo mismo entendía porque aquel simple roce, por ocultarme la cena con Álvaro, había desencadenado un mar de dudas y millones de inseguridades. Supongo que era más una cuestión de mi estado anímico que de que sus actos fueran de tal gravedad, creo que cuando por fin pensaba en pedirle matrimonio, después de tantas piedras en el camino, aquella pequeña mentira fue un mazazo. Aquella pequeña riña fue un golpe de realidad, cuando yo ya daba por hecho que sería para siempre, cuando confiaba ciegamente en que nada podría con ese nosotros.

Luego sus intentos por recuperarme y hacerme entender que ella estaba ahí, más fuerte que nunca, ahora que yo pasaba por mis horas más bajas. Mi viaje a México, que debía darme ese respiro para recuperar las ganas de luchar, había resultado ser el detonante que iba a poner fin a nuestra relación, o al menos un punto y aparte, siendo del todo egoísta y esperando que ella me guardase ese lugar al que regresar.

Entre todos esos recuerdos aparecía la imagen de esa pequeña cajita dorada, que guardaba el objeto que para mí simbolizaba el primer paso del camino, el de una familia con un futuro brillante lleno de nuevas metas e ilusiones compartidas. Y por último esos dos ojos verdes que me atormentaban, me recordaban lo que habíamos logrado y que ahora de un plumazo podía desaparecer, mi Hugo, mi peque nos dejaba y quizás para siempre.

Así pasó la noche entre recuerdos felices que ahora eran un verdadero tormento. Supongo que es mejor llorar por lo que has perdido que nunca haberlo tenido, al menos es lo que se dice, pero es tan sumamente cruel, algo que ya había aprendido desde bien joven.

La mañana aunque amarga y llena de incertidumbre transcurrió como cualquier otra. Un desayuno entre las anécdotas narradas por el peque, que aunque notaba cierta tensión se esforzaba por hacernos sonreír, además estaba ansioso por contarme todo lo que me había perdido durante mi viaje. A pesar de la situación Miriam y yo sonreíamos de la manera más sincera sabiendo que estos momentos podrían ser irrepetibles y atesorándolos en nuestro recuerdo como lo que eran, los instantes más bonitos y felices de nuestras vidas.

Después de dejar a Hugo en el cole, lo primero que hicimos fue acudir a la oficina de Nerea en el centro de la ciudad, necesitamos respuestas, sabíamos que no serían las que buscábamos, sabíamos que serían demoledoras y que nos dejarían quizás sin esperanza alguna.

El camino se hizo eterno, no pronunciamos ni una palabra, solo nos miramos, nos aferramos al fin a la mano del otro, después de una noche sin siquiera rozarnos, en un vano intento de transmitir la calma que no teníamos. Ambos necesitábamos ver esa luz al final del túnel en el que nos habíamos adentrado ya hacía meses, aunque fuera un simple destello.

-Roi...-susurró al borde del llanto sujetando mi mano antes de entrar en el despacho de Nerea.

-Tranquila- apreté su mano con fuerza- estamos juntos, y sea como sea vamos a asegurarnos de hacer lo mejor para él ¿vale?

La vecina tocapelotas y el gilipollas de enfrente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora