Quizás es hora.

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Yo la aparté enseguida furioso, ella incluso se asustó un poco y dio unos pasos hacia atrás.

-No se te ocurra volver a hacer algo así en tu vida ¿entendido?- ella asintió y bajo la vista avergonzada- me tengo que ir...

-Espera, lo siento...no sé lo que me ha pasado Roi...

-Tengo prisa, ya hablaremos- dije saliendo ya del baño.

Me vestí a toda prisa para salir de allí cuanto antes, estaba decepcionado, no entendía como se le había ocurrido hacer tal cosa y menos sabía cómo íbamos a poder seguir trabajando juntos después de aquello. Lo que tenía claro es que debía contárselo a Miri cuanto antes, ella me lo advirtió.

Cuando llegué al aeropuerto el vuelo ya había aterrizado, fui corriendo y llegué justo a tiempo, Miriam salía por la puerta, corrió hacia mí y me abrazó con fuerza. Este fin de semana había sido duro, no sabía cómo nos afectaría a los dos y estaba asustada.

-Roi ¿estás bien?- pregunto al notarme nervioso, tenso, quizás incluso distante, lo que había pasado con Lu me preocupaba mucho.

-Sí, solo que...tenemos que hablar de una cosa- bajé la vista y ella cogió mi barbilla.

-No me asustes ¿nosotros estamos bien?

-Sí, bueno eso espero...vamos- dije cogiendo su maleta y comenzando a andar, poco tardó en agarrar mi mano nerviosa.

Llegamos al coche en silencio, si venía ya asustada, desde que le dije que teníamos que hablar estaba casi aterrorizada, yo intentaba reunir el valor para contarle lo que había pasado.

-¿Vas a hablar ya?, me estás poniendo nerviosa- preguntó con cierto temor cuando llevábamos un rato en la carretera.

-Quizás sea mejor que lo hablemos en casa- contesté sin mirarla.

-No, joder Roi ya, si tienes algo que decir dilo- alzó la voz, no era de enfado sino por los nervios.

-Me besó- solté sin más.

-¿Cómo? ¿Quién coño te besó?...espera, lo sabía- por fin cayó en la cuenta de que se trataba de Lucia.

-Yo la aparté enseguida, yo no quería Miri te lo juro- ella se quedó callada un buen rato-Miri venga...

-Hablamos en casa mejor- tenía una cara inexpresiva, no sabría decir lo que sentía, cuando dijo eso al que le entró pánico fue a mí.

Después de un trayecto que se nos hizo interminable a los dos entramos en casa, dejé la maleta de Miriam en la habitación y me reuní con ella en el salón, estaba muy seria, no sé decir si enfadada.

-Yo no quería que pasara Miriam- dije sentándome a su lado- me puse furioso con ella, ¡di algo!

-Es que...yo no sé si sería capaz de perdonarte- dijo triste.

-¿Qué?...no ha pasado nada, nunca te he mentido Miri, me besó y me aparté, nada más.

-Sé que no me mientes, te creo, pero me he dado cuenta de que yo no sería capaz...

-No entiendo de que hablas- le dije desconcertado.

-No podría perdonarte lo que tú me has perdonado- se le saltaron las lágrimas- solo pensar en esa chica besándote...y tú, tú nos viste no se cómo puedes...

-Miriam eso ya pasó, no sé porque sacas el tema joder- alcé la voz molesto.

-Tengo miedo de que un día te des cuenta de que no me has perdonado- me miró con los ojos llenos de lágrimas.

La vecina tocapelotas y el gilipollas de enfrente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora