Familia.

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Nuestra relación desde aquel día no hizo más que crecer, imparable, llena de pasión como siempre, llena de amor, de planes juntos, de ilusiones comunes y de esperanza en un futuro de los dos. Éramos felices, inmensamente felices como no lo habíamos sido nunca, al menos yo. Tardamos apenas tres meses en irnos a vivir juntos y tan solo nueve en fantasear con una casa nuestra, casa que nos compramos solo un mes después.

Él día que nos mudamos fue uno de los mejores de mi vida, solo teníamos un colchón y algo de ropa pero no queríamos esperar, no podíamos, queríamos estrenar la casa cuanto antes...y vaya si lo hicimos. Los dos primeros días nos devoramos en cada habitación y llenamos cada rincón de nuestra nueva casa con nuestros jadeos, nuestros besos resonaban entre las cuatro paredes de cada cuarto.

Tardamos dos meses en terminar de amueblarla, de convertirla en el hogar que soñábamos los dos, aunque más bien fue cosa de Mía que dejó su huella en cada habitación,  ya que yo, según decía ella, tenía un gusto demasiado transgresor, mi chica que no quería llamarme hortera.

-Bueno ahora que hemos follado por todos los rincones creo que es hora de inaugurar la casa de una forma más tradicional ¿no?- dijo ella sentada sobre mis piernas después de estrenar como se debía nuestro nuevo sofá.

-¿Y qué propones?- digo después de besarla.

-¿Pues qué va ser? una fiesta- dice sonriente.

-Si tú quieres...me parece bien- le digo agarrando su cintura.

-Pues la semana que viene sería genial así que invita a quien quieras, con tiempo eh...que ya nos conocemos-yo asentí y la cogí en brazos y me levanté del sofá- ¿Qué haces?- dijo agarrándose a mi cuello

-Bueno hasta la semana que viene podemos seguir inaugurando la casa a nuestra manera ¿no?

-Creo que ya lo hemos hecho con creces Roi.

-No sé...esta cómoda aún no la hemos estrenado- le digo levantado las cejas.

-Pues eso hay que solucionarlo- me susurra al oído- es una pena que no nos queden más muebles nuevos...

-Nos compramos todo el catalogo de Ikea si hace falta- le dije con mi cara enterrada en su cuello mientras la sentaba sobre la cómoda acariciando sus muslos.

Todo era nuevo, excitante, los dos estábamos ilusionados y haciendo planes de futuro. Ella había conseguido un puesto de reportera de deportes en la cadena y estaba feliz, yo seguía con mi programa que se había convertido en un espacio de referencia en el panorama musical y no dejaba de darme alegrías. Nuestro futuro prometía en lo profesional y en lo personal no podía ir mejor, estábamos tan contentos que pensábamos que nada podía salir mal.

Pasamos la semana organizando la fiesta de inauguración, llamamos a todos nuestros amigos, a los padres de Mía, a mi hermano y a algunos compañeros del trabajo. Ella estaba muy emocionada con la fiesta pero más que nada por sus padres, vendrían a pasar unos días y así podríamos coger algo de confianza. La verdad es que ellos no me tragaban y ella esperaba que estos días sirvieran para mejorar la situación, eso mismo esperaba yo. Para mí la familia era importante, nunca me interpondría entre ellos, hacía mucho que había perdido a mis padres y solo estábamos mi hermano y yo y nunca me perdonaría que nuestra relación perjudicase un vínculo como ese, un vínculo que yo echaba de menos cada día desde que mis padres se fueron.

Llegó el día de recogerlos, por suerte Mía pudo escaparse del trabajo y acompañarme para aliviar la tensión que solía haber entre nosotros, parecían venir en buen plan, se les veía contentos y su madre incluso me dio un abrazo en cuanto bajó del tren.

-Ya verás mamá te va a encantar la casa, ha quedado genial-le comentó Mía ya en el coche.

-Me has mandado como cuatrocientas fotos María, ya casi me la conozco de memoria- dice ella risueña

-Mari Carmen no lo has visto todo, la habitación que os hemos preparado aún no la habéis visto- le dije ilusionado.

-La ha preparado Roi en realidad, dice que es vuestra ¿a que si?- dijo ella mirándome tierna.

-Claro, y es vuestra casa también.

-Gracias Roi- dijo Ángel.

-Y ya veréis ha puesto... mierda que es una sorpresa, bueno ya lo veréis- dice emocionada.

-Mía que casi lo sueltas...nada que solo quería que supieseis que esa es vuestra habitación, y que estáis en vuestra casa.

Llegamos por fin, bajé las maletas del coche mientras Mía entraba eufórica arrastrando de un lado a otro a sus padres, hablando por los codos y enseñándoles emocionada cada rincón, yo no podía más que sonreír viéndola tan feliz y tan ilusionada. Mientras ellos correteaban por toda la casa subí las maletas al cuarto, oía a Mía gritar, llamando a su padre para que viese el jardín ya que la jardinería era su pasatiempo favorito, llamar a su madre para enseñarle la cocina roja que ella eligió y pronto los oí subir las escaleras.

-Y papá, mamá...este es vuestro cuarto- dijo visiblemente emocionada, enseguida corrió a mi lado y se agarró a mi cintura mirando como sus padres observaban la habitación.

-Pero esto...María- decía su madre con lágrimas en los ojos al ver el vinilo que había tras la cama.

Cuando vi la foto pensé en hacer algo especial con ella y usarla como cabecero. Era una fotografía de su luna de miel en la playa de A Lanzada, donde yo había llevado a Mía este verano, me recordó a una foto nuestra, Ángel la cogía de la cintura y le besaba la frente y Mari Carmen sonreía con la mano en su mejilla.

-Lo hizo Roi para vosotros, me pidió vuestras fotos y un día cuando llegué a casa me lo enseñó...lloré y todo mamá- ella me miraba también con lágrimas en los ojos.

-Esto es...Roi esto es precioso- me dijo Mari Carmen llorando, yo me emocioné al instante y Mía me limpió las primeras lágrimas- gracias por esto hijo- dijo acercándose a mí y me abrazó, era indescriptible el sentir un abrazo de madre de nuevo, porque así es como me abrazó o al menos así lo sentí yo.

-¿Papá y tú no dices nada? ¿Qué te parece?- le pregunta Mía.

El miraba la pared de enfrente, allí había puesto un collage con fotos familiares que le había pedido a Mía, la mayoría eran de ella con sus padres cuando era niña en sus vacaciones familiares, habían viajado muchísimo.

-Es un detalle muy bonito hija, la verdad Roi me has dejado sin palabras...

-¡Oh papá!- dijo ella corriendo a abrazarle- para que veas que tengo un novio estupendo- le dijo cariñosamente pero con cierto tono de reproche.

-Ya me he dado cuenta...muchas gracias hijo- dijo visiblemente emocionado.

Ese día fue increíble, era todo lo que nos hacía falta para ser del todo felices, que sus padres me aceptasen, que me considerasen uno más de su familia y parecía que así empezaba a ser. Yo no podía sentirme más completo y pensaba que eso duraría siempre, me sentía fuerte y confiado y eso que el destino ya me había demostrado hacía tiempo lo cabrón que podía llegar a ser.

Al día siguiente todo fueron risas, complicidad y buenos momentos, Mía estaba ilusionada con la fiesta, pero sobre todo con la nueva relación que parecía haberse forjado entre sus padres y yo, y ellos parecían contentos, creo que se dieron cuenta de lo felices que nos hacíamos. Cuando casi estaba todo listo ella recibió la llamada de su jefe, debía ir a hacer una conexión en directo, no tardaría mucho así que se fue alegre y despreocupada.

-Vuelvo enseguida mi vida, prometido-dijo después de besarme.

-Más te vale, esta fiesta fue idea tuya- le dije dándole una palmada en el culo, pude ver por el rabillo del ojo como su madre nos miraba sonriente desde el salón.

Poco más de dos horas después recibimos esa llamada, la llamada que nos cambiaría la vida, la manera del destino de demostrarme de nuevo que existía y que no era un cabrón, no, era un completo hijo de puta.

La vecina tocapelotas y el gilipollas de enfrente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora