No puede acabar así.

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Mis días pasaban entre la productora, que estaba a punto de abrir sus puertas, y la radio, estaba muy liado pero ilusionado por el nuevo proyecto, mi sueño desde que era un chaval. Miriam empezó a recriminarme el poco tiempo que le dedicaba, aunque no es que ella me dedicase más a mí, se encontraba inmersa de nuevo en promoción lo que significaba no parar en casa, y peor sería cuando empezase la nueva gira, su último disco estaba al salir.

-Roi llegas tardísimo siempre, sabes que las noches es el único momento que tenemos para estar juntos y últimamente casi ni vienes a dormir- me dice molesta.

-Miri venga, es mi sueño y por fin es una realidad, no te enfades- dije agarrándola de la cintura-además tu tampoco tienes tiempo ahora, solo serán unas semanas lo prometo, luego todo volverá a la normalidad...ven anda- digo caminando hacia la cama, ella se acerca y se sienta en mi regazo.

-Es que te echo de menos- dice acariciando mis mejillas- ni siquiera hemos podido viajar para celebrar nuestro aniversario.

Le había preparado un viaje por nuestro primer aniversario pero por desgracia tuvimos que posponerlo ya en dos ocasiones, al final esperaríamos a que ella acabase con la promoción y antes de que empezase la gira y abriésemos por fin la productora.

-Pero lo haremos pronto, solo dos meses más...¡vamos!- digo levantándome con ella en brazos.

-¿A dónde?- pregunta risueña en cuanto salgo de la habitación, aunque lo sabe perfectamente.

-Nos vamos a dar nuestra duchita mañanera ¿no?

-Pero está Luis en el salón...

-¿Entonces no quieres Miri?-dije poniendo morritos.

-Cuando te responda que no a esa pregunta llévame al médico urgente- dice riendo-sabes que es mi momento favorito del día.

Cuando salimos de la ducha y nos adentramos en el salón no parábamos de reír y no dejábamos de tocarnos, normalmente estaríamos repitiendo lo que acabábamos de hacer en el sofá pero con nuestro invitado allí no era muy apropiado que digamos.

-Buenos días- dije contento.

-Para algunos desde luego que sí- dice Luis bromeando, pero yo puedo ver que su sonrisa es de todo menos sincera, no sé qué le pasa pero me estaba empezando a preocupar.

-¿Nos vamos?- le pregunta Miriam, él asiente y se levanta- Nos vemos por la noche mi vida, no llegues tan tarde que tenemos algo pendiente tú y yo- me susurra después de besarme.

-Te quiero, que os vaya bien- digo despidiéndome, Luis no dice ni una sola palabra, simplemente se dirige a la puerta.

Los dos pasaban el día juntos, de acá para allá, promocionando su nuevo single y apenas pasaban por casa pero no faltaban las noches de risas y confidencias. No tardé en darme cuenta que la vida de Luis tampoco había sido fácil, era evidente que estaba atormentado, triste, le conocía, en el fondo seguía siendo el mismo. Nunca me imaginé que el motivo de su tormento era precisamente yo, algo que para mi desgracia descubriría muy pronto.


La noche se me fue de las manos, llego a casa tardísimo, últimamente paso mucho tiempo en la productora para ponerla en marcha cuanto antes, entro casi de puntillas para no despertar a nadie y camino hasta el salón con las luces apagadas por si Luis se ha quedado dormido en el sofá, como tantas veces ha hecho, entonces los escucho.

Escucho sus respiraciones agitadas, el sonido inequívoco de apasionados besos, el roce de sus cuerpos contra el blanco cuero del sofá, no quiero creérmelo, no quiero verlo pero finalmente enciendo la luz. Ahora sí los veo, Luis sobre ella con las manos subiendo por sus muslos, los rizos de ella revueltos sobre el sofá, sus manos ansiosas en la espalda de él, ni siquiera se dan cuenta de que las luces están encendidas.

La vecina tocapelotas y el gilipollas de enfrente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora