En carne propia.

143 12 1
                                    

Sus ojos ilusionados, su sonrisa sincera observando la pantalla del ordenador, sentado entre las piernas de su padre que no deja de acariciar su pelo castaño. Se nota que Luís disfruta al máximo las pocas horas que puede compartir con su pequeño, María les mira orgullosa pero se atisba claramente la culpabilidad que asoma en sus ojos pardos, quizás nunca llegue a desaparecer del todo.

Suenan los tonos mientras la imagen de una Miriam sonriente y con sus ojos brillantes ilumina mi rostro y trae los recuerdos del día que le tomé la foto. Su pelo alborotado, sus mejillas sonrojadas después de una tarde de sexo y mimos en la habitación de aquel hotel de Dubrovnik donde volvimos a ser nosotros. El niño se remueve nervioso en el regazo de su padre que me mira sonriente y visiblemente emocionado. Sé lo que está pensando, sé que conversación ha llegado a su mente porque ese mismo recuerdo ha llegado a la mía, tan claro y cristalino como si hubiese sido ayer.

El río, un par de guitarras y unas cuantas cervezas que había conseguido, una a una durante dos meses, para que mis padres no notasen su falta, llevábamos meses planeándolo, nuestra primera borrachera. En realidad era un poco triste, por no decir penoso, los dos solos una veraniega mañana de sábado a la orilla del río. No tardó mucho el alcohol en hacer efecto, ya en estado normal me gustaba divagar mientras Luís, un poco más callado que yo, se reía de la poca lógica que parecía tener el hilo de mis conversaciones.

-Pero...¿qué te ha dado ahora con eso Roi?- niega con la cabeza un Cepeda de apenas 13 años riendo por mi ocurrencia.

-Ya verás, tú hazme caso Luisiño, dentro de unos años estarán aquí riéndose de lo cafres que eran sus padres...

-Uno, no pienso tener hijos y dos- recalca enseñándome los dedos índice y anular- ¿Qué te hace suponer que van a ser amigos?

-Simplemente lo sé- me encojo de hombros convencido de así será- somos familia y eso mismo le enseñaré a mis hijos...

-Eres un moñas Roi- me empuja golpeándome el brazo con una mueca burlona en su rostro pero no me mira a los ojos, como si él no fuese más moñas que yo.

Al fin aparece la imagen de esos ojos verdes, ese tupé con mechones dorados, grita como un loco mientras zarandea a Miriam, sentada a su lado, diciéndole que es él, que es su primito. Ella intenta calmarle, al igual que María a este lado del charco se esfuerza en convencer a Luisito que se relaje porque si no va a ser imposible hablar.

-Jo primo, que ganas tenía de verte...

-Hola cariño, yo soy María, la mamá tu primo-aclara orgullosa- dios, pero si eres guapísimo-sonríe abrazada a su pequeño-Miri...encantada de conocerte en una situación un poco más...

-Calla, calla-se ríe algo avergonzada y acto seguido busca mi mirada- Roi...

-Lo sé...-la interrumpo, no es nuestro momento, es el de los niños- Peque ¿por qué no habláis tú y tu primito solos? yo os llamo por la noche.

Me alejo de la pantalla, hoy no ha sido un gran día y eso se refleja con claridad en mi expresión y no quiero que ellos lo vean. Ha sido duro conocer al hijo de Cepeda con la situación con sus padres adoptivos, pude notar claramente la angustia de María al ir a recogerlo...y más difícil fue la conversación que he tenido con él. No pude evitar pensar en nosotros, en que quizás así se siente Hugo y es algo que me supera, no quiero que Miri note mi estado, no quiero preocuparla más.

Los niños hablaron casi dos horas por skype, estaban emocionados e ilusionados con poder verse por fin en persona, algo que quizás fuese del todo imposible y ese pensamiento hizo que todos los adultos presentes nos pusiésemos realmente tristes.

La vecina tocapelotas y el gilipollas de enfrente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora