No huyas de mí.

294 19 2
                                    

-¿Por qué no te das una ducha? Estoy haciendo el desayuno y así te despejas- dice alejándose.

Estaba confuso, no sabía qué hacía allí ni de que quería hablar, pero decidí hacerle caso, necesitaba estar bien despierto y olía un poco a muerto la verdad. En cuanto me vestí fui a la cocina, ella estaba de espaldas preparando café, tuve la tentación de abrazarla, es lo primero que se me venía a la mente cuando la veía, pero me contuve, no lo hice, simplemente me senté a la mesa y esperé que se sentase conmigo.

-Bueno, ¿a qué has venido?- le dije serio en cuanto se puso frente a mí.

-Veo que ya te has despertado...

-Sin rodeos Miriam, ¿de qué quieres hablarme?- dije cortante, estaba nervioso, la última vez que estuvo aquí me dejó bien jodido.

-Joder Roi, no es fácil...ayer cuando nos vimos yo...- estaba nerviosa, yo decidí dejarla hablar y no interrumpirla- yo tomé una decisión y no miré atrás pero ayer...otra vez empecé a dudar si he hecho lo que realmente quería- no me miraba, tenía la mirada fija en sus manos.

-Otra vez no Miriam...no hagas esto otra vez- dije un poco molesto- aquella mañana en cuanto te fuiste, según tú con dudas, tuve una esperanza...pero seguiste adelante con tus planes y entendí que ya no las tenías.

-Si las tenía Roi, siempre las he tenido...simplemente tomé una decisión pero nunca estuve convencida.

-En eso nadie te puede ayudar...eres tú la que tienes que aclarar lo que sientes.

-Te equivocas, si me puedes ayudar...tú y yo nunca...nunca lo intentamos, nunca nos dejamos llevar...

-¿Qué pretendes Miriam?¿vienes a hacer un experimento?, ¿a ponerme a prueba? ¿De qué coño estamos hablando?- la corté enfadado- de verdad que no me lo creo.

-Roi, yo necesito saber que hay entre nosotros...no podemos seguir así, preguntándonos que hubiera pasado.

-Mira Miriam, tus acciones hablan por sí solas, te la jugaste por Javi en su momento y te la jugaste por Pablo...eso debería aclarar tus dudas- no pude evitar mi tono de reproche, a ellos si les había dado una oportunidad.

-Nunca dejé de pensar en ti, nunca dejé de sentir que me estaba equivocando- dijo apenada.

-Yo creo que hiciste lo correcto, lo nuestro nunca fue quizás porque no debía ser- dije con resignación, y lo decía sinceramente aunque me duela.

-¿Y entonces por qué no dejo de pensar en ti?- agarró mi mano-¿por qué cuando te veo solo quiero estar contigo?

-Quizás solo soy una especie de cuenta pendiente...

-No...sabes que eres mucho más que eso- me dijo firme levantándose y sentándose en mí regazo- eres mucho más- dijo mientras pasaba sus dedos por mi pelo.

Yo quería resistirme, no quería caer, sabía lo que iba a pasar y sabía lo que venía después, ella saliendo por la puerta y volviendo a casa con su novio, desapareciendo de mi vida, dejándome hecho polvo de nuevo. Pero no podía, no tenía fuerzas para negarme a algo que deseaba tanto, la quería demasiado.

Agarré su cintura, ella me miró ilusionada y bajó las manos a mi cuello y yo no pude más que hacer lo que tanto ansiaba, la besé con ganas de la manera más desesperada y ella me respondió de la misma forma. Nos besamos intensamente hasta que el aire nos faltó.

-Esto es un error...pero no puedo más- le dije levantándome con ella en brazos y dirigiéndome a la habitación mientras ella besaba mi cuello con ansias.

-Si es un error vamos a equivocarnos Roi- susurró contra mi cuello.

La dejé en el suelo y la miré, ella me miró unos segundos pero enseguida volvió a atacar mis labios jugando con su lengua buscando inquieta la mía, iba a pasar, esta vez no íbamos a parar hasta quemarnos.

La comencé a desnudar, y a pesar de mis ganas lo hice despacio y disfrutando de las vistas, su cuerpo era perfecto, lo acaricié lentamente intentando guardar en mi memoria cada una de sus curvas, ella me miraba impaciente mientras me deshacía de mi ropa también.

-¿Estás segura?- dije atrayendo su hermoso cuerpo desnudo hacia el mío, ella asintió- mejor porque esto ya no hay quien lo pare...te deseo demasiado- dije acariciando ya su entrepierna provocando que un suspiro se escapase de sus labios.

Me aparté un segundo de ella, pude ver su cara de decepción, pero enseguida la empujé hacia la cama y ella se tumbó, me acosté sobre ella recorriendo sus piernas con mis manos y dejando un camino de besos desde su cuello a su ombligo, cogí sus muslos y enterré mi cabeza entre sus piernas haciéndole temblar, estremecerse, arrugando las sabanas con sus manos. Mi lengua le arrancó los primeros jadeos, que fueron creciendo y aumentando de volumen, no pudo evitar agarrar mis cabellos con fuerza marcando un ritmo cada vez más frenético hasta que no pudo más y grito, gritó mi nombre sin control.

Tiró de mí hasta que estuve frente a ella y me besó apasionadamente, su cuerpo quemaba y mi cuerpo ardía en contacto con el suyo. Pronto se colocó sobre mí, me acarició de arriba abajo, notó mi excitación y se sentó sobre mis piernas, entré en ella despacio, pero quería mas, comenzó a moverse rápido, yo llevé mis manos a sus nalgas empujándola hacia mi violentamente haciendo sus movimientos más duros, más intensos provocando los gemidos de ambos. No sé el tiempo que estuvimos así, sin dejar de mirarnos a los ojos, moviéndonos sin descanso, entre gritos cada vez más desesperados, estábamos en una especie de trance, perdidos entre gemidos, sudor y susurros ardientes. Ardimos los dos, ardimos hasta que nos hicimos cenizas.

-¿Estás bien Miri?- dije preocupado.

-Estoy bien- dijo ella seria.

Estaba callada y pensativa, no me miraba, me asaltó el miedo y la angustia, después de lo que acababa de pasar no podía soportar pensar en ella saliendo por la puerta para no volver.

-No te vayas Miri por favor...no huyas- le dije entre lágrimas, no lo pude evitar, ella me abrazó fuerte.

-Duerme un rato Roi, no me voy a ir, no voy a huir de ti- me dijo entre mis brazos.

La estreché fuerte contra mí, como si con ello pudiese retenerla conmigo, intenté no hacerlo pero me dormí, me dormí por puro agotamiento pero temiendo que cuando abriese los ojos ella no estaría a mi lado, y no me equivocaba.

Me levanté de la cama triste, derrotado, se había ido sin más mientras yo dormía, no tuvo valor de enfrentarse a mí, se fue como una cobarde y no sé de qué me sorprendía, ya me lo esperaba, en el fondo no me esperaba otra cosa.

Cuando entré en la cocina la vi, una nota, una triste nota de cinco líneas, eso era lo que ella creía que yo me merecía después de todo.

La vecina tocapelotas y el gilipollas de enfrente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora