Chocolate y dulces lágrimas.

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Hace meses ya que comenzamos los trámites para acoger a Hugo, ha sido un proceso largo y muy duro, cuestionaron nuestra pareja, nuestros trabajos, nuestro modo de vida...realmente ha sido difícil soportar que personas extrañas juzgaran cada aspecto de nuestra vida con lupa pero al final han dado el visto bueno. Hace un mes que no veo al niño, tuve que volver a Madrid, no podía abandonar más mis obligaciones pero Miri se quedó aquí, le ha visitado a diario. Han formado una relación preciosa, ella lo adora y él, él está enamorado de su mami sustituta como la llama ya.

-Dios...como te he echado de menos-me abraza tan fuerte que casi me corta la circulación.

-Y yo a ti, muchísimo.

-¿Has acabado la habitación?, ¿y te encargaste de que montaran el armario?, espero que te acordases de recoger sus libros del cole, el uniforme...

-Miri, Miri tranquila, respira- está nerviosa y habla rápido sin apenas coger aire-todo está listo ¿vale? Solo espero que él esté a gusto allí, que esté bien con nosotros.

-Está emocionado y no para de preguntar por ti, te ha echado muchísimo de menos mi vida- agarra mis mejillas, yo no puedo evitar emocionarme, adoro a ese niño y solo espero que esto sea lo mejor para él.

-¿De verdad?

-Si no se calla contigo, que si que hará Roi ahora, que cuando viene, que si quiero enseñarle la canción que he aprendido...te quiere, y no me extraña ¿Quién podría no quererte? Pregunto-dice risueña.


La noche se nos hizo eterna, no veíamos la hora de ir a recogerlo, los nervios nos comían por dentro pero ambos intentábamos disimularlo para tranquilizar al otro, cosa inútil ya que nos conocíamos bien y sabíamos que era imposible. Mi hermano e Irene habían preparado una pequeña fiesta para cuando volviésemos a casa, ya conocían a Hugo y sé que a él le haría ilusión, estaba deseando jugar con su primo, porque ya lo consideraba como tal.

-¿Listos?- nos dice Irene mientras nos sirve el desayuno.

-Joder estoy de los nervios.

-Esa boca Roi, espero que no hables así delante del niño- me reprende Miriam.

-Voy a ser un puto desastre, mierda...perdón-me rasco la nuca nervioso.

-¡Roi!-me grita ella pero enseguida me sonríe y acaricia mi mejilla- vas a hacerlo bien, lo sé.

-Dios, no sé qué me pasa...estoy que no estoy.

-Tranquilo, ese niño te adora, te admira muchísimo y sé que serás un gran padre, siempre lo he sabido- asegura mi hermano con su mano en mi hombro.

-Eso espero.

Salimos ilusionados hacia el centro, ha llegado el día, por fin después de meses esperando Hugo se viene con Miriam y conmigo a casa y espero que le haga la misma ilusión que a nosotros. Lo primero que hacemos al llegar es arreglar unos papeles que quedan pendientes y aprovecho para hablar con Marga, ella siempre logra tranquilizarme. Sé que era reacia a que acogiésemos a Hugo, pensaba que no estamos preparados pero aún así nos ha apoyado en todo.

-¿Sabes? lleva dos meses que no para de sonreír, hasta ha hecho nuevos amigos en el cole, se está abriendo, se le ve más seguro...le habéis hecho mucho bien-acaricia mi espalda- estoy tan orgullosa de ti Roi, pero por favor, no olvides lo que hablamos.

Hablamos largo y tendido en cuanto le conté nuestra decisión de acoger a Hugo, intentó por todos los medios que entendiese que era algo temporal, que en cuanto considerasen que su madre estaba en condiciones de darle un hogar estable y seguro volvería con ella.

La vecina tocapelotas y el gilipollas de enfrente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora