Necesito estar aquí.

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Cenamos los tres, fue agradable y nada incómodo, al fin y al cabo había pasado el tiempo, habíamos vivido muchas cosas y otras parecían no tener ya tanta importancia. En realidad echaba de menos a Pablo, nos llevábamos muy bien y aunque siempre tuve cierta envidia de que él sí lograse llegar al corazón de Miriam, en el fondo me alegraba por ellos.

-El programa es una pasada Roi, te estás haciendo una estrella y muchos compañeros matarían por salir en él- me dice Pablo cuando estamos con los postres.

-Bueno no va mal, yo estoy muy contento y ha sido el empujón que necesitaba...estaba en un momento complicado, pensaba que ya nada me ilusionaría pero ha sido como una tabla de salvación.

-Pero...¿ya estás bien?- me dijo ella preocupada.

-Si Miri, siempre me faltará algo, siempre la echaré de menos...pero estoy bien- ella sonrió aliviada.

Pronto nos despedimos, con abrazos de verdad sinceros y entre promesas de repetir pronto y realmente yo esperaba que se cumpliesen, aunque lo que de verdad deseaba era ver a Miriam a solas, recuperar la complicidad que siempre tuvimos y el cariño, ese que seguía necesitando tanto. Aunque tenía miedo de enfrentar una conversación sobre lo que pasó la última vez que nos vimos, me sentía culpable pero sabía que ella nunca me lo reprocharía.

Mi deseo se cumplió, volví a verlos a los dos muy pronto, debido a mi trabajo en televisión me había convertido en asiduo de galas de premios, fiestas y eventos en los que coincidíamos a menudo.

En nuestro último encuentro, la fiesta de una famosa revista de moda, pude notar la tensión que había entre ellos y por un momento pensé en lo que podría pasar si rompieran, solo por unos minutos me sentí feliz de que lo que sea que les pasase acabara con lo suyo. Enseguida recapacité, eran mis amigos y no deseaba verlos sufrir, no se lo merecían.

-¿Traes coche Roi?...ya no soporto más aquí- dice Pablo molesto.

-Sí lo he traído, pensaba irme pronto...

-¿Puedes llevarla? Yo me voy a casa- me dice sin mirar a Miriam, ella baja la cabeza triste.

-Claro yo la llevo pero...¿Estás bien Pablo?

-Sí, sí no te preocupes...Miriam ya nos vemos en casa- dijo dándose la vuelta sin ni siquiera mirarla.

-¿Que pasa Miri?- le pregunto preocupado, ella me mira apenada.

-¿Podemos ir a otro sitio Roi?...por favor- me dice suplicante.

Salimos de la fiesta enseguida y nos dirigimos a mi coche, ella está cabizbaja, no habla en todo el trayecto. En cuanto nos subimos suelta un suspiro y se recuesta en el asiento derrotada, es evidente que el problema con Pablo es algo grave y a pesar de lo poco que me apetece oír los detalles de su relación ella necesita que le escuche, necesita un amigo.

-¿Vamos a mi casa y hablamos tranquilos?- digo poniendo mi mano en su hombro, ella simplemente me responde con una leve sonrisa.

Vamos en silencio hasta mi casa y en el mismo silencio entramos y nos sentamos en el sofá, en el mismo sofá donde lloré durante horas en su hombro con ella en mi regazo.

-Bueno Miri ¿qué pasa?

-Esto no va bien Roi...

-¿Habéis discutido?, no será tan grave Miri...seguro que lo superáis, lleváis juntos más de tres años.

-No sé si lo superaremos, esta vez creo que no tiene solución, él no va a ceder, no debería hacerlo, y yo...yo no debería tampoco.

-No sé lo que os pasa pero...

-Quiere ser padre- soltó sin más, yo me hundí al instante, no quería, no debería, pero me mataba pensar en que iban a formar una familia, la que yo siempre deseé.

-¿Y tú no quieres ser madre?- le pregunté lo más sereno que pude, intentando disimular lo mucho que me afectaba.

-Sí, sí que quiero, pero no ahora- dice alzando la voz- mi vida ahora...ahora no es el momento.

-Pero...él lo entenderá, él te quiere, esperará.

-No, él lleva esperando ya mucho tiempo...yo lo entiendo, tiene casi cuarenta años, lleva soñando con ser padre mucho tiempo- dice apenada.

-No sé qué decirte Miriam, dale tiempo quizás...

-Esto no es cuestión de tiempo Roi, solo es cuestión de tomar una decisión y creo que debo ser yo quien la tome- pronto comenzó a llorar, yo la abracé intentando darle consuelo- ¿puedo quedarme aquí contigo?- me dijo entre lágrimas.

-Claro Miri...siempre- dije abrazado a ella.

Así se durmió, entre mis brazos y agotada de tanto llorar, la llevé a mi cama y la acosté y yo me volví al sofá. Tenía otra habitación, la de Mari Carmen y Ángel, pero no podía, no soportaba estar en aquel cuarto lleno de fotos familiares, de esa familia a la que yo quería pertenecer, la que por fin creí que sería la mía.

Me despertó el móvil, me llegó un mensaje de Pablo. Estaba preocupado por Miriam, lógico ya que no había vuelto la noche anterior, yo lo tranquilicé y le dije que estaba conmigo y que aún estaba durmiendo, él me contestó enseguida que vendría a recogerla en un rato.

-Hola Roi, ¿dónde está?- me dijo en cuanto abrí la puerta.

-Está durmiendo todavía, pasa- le dije con la mano en su hombro, se le veía cansado y triste.

Pasamos y le guié a la cocina, yo aún no había desayunado así que calenté mi leche en el microondas y le ofrecí un café a Pablo. Él se sentó llevándose las manos a la cabeza y frotándose la cara de vez en cuando, tenía los ojos hinchados, se veía que no había pegado ojo. Le serví el café y me senté frente a él con mi tazón de Cola cao.

-Te lo ha contado supongo...tenéis una relación que nunca entendí- me dijo cabizbajo, yo me puse nervioso, no sé si entendía a lo que se refería.

-Pablo, somos amigos...- dije temiéndome como podía acabar esta conversación.

-Tranquilo Roi, no es un reproche- me dice sincero- solo que sé que cuando está mal siempre piensa en ti, a pesar de que hayáis pasado meses sin hablar, sin veros, simplemente me sorprende.

-Si bueno...supongo que los amigos de verdad son así ¿no?, esos que están ahí cuando los necesitas a pesar del tiempo y la distancia.

-Sí, supongo que tienes razón...- suspira profundamente- creo que esto ya no tiene solución Roi- me dice resignado- yo la quiero, la quise desde el primer día, tú lo sabes pero...esto no es un capricho o una discusión cualquiera.

No podía creerme el papel que había asumido yo en esta historia, enamorado de Miriam y consolando a Pablo, tranquilizándolo, intentando que no tirase por la borda su relación, la relación que a mí tanto me dolía. En realidad sabía que el obstáculo entre Miriam y yo nunca fue Pablo, nunca fue Javi...simplemente ella nunca sintió lo mismo por mí. 

-Bueno Pablo tranquilo, creo que no debes precipitarte, dale tiempo y no la presiones.

-No pretendo presionarla, entiendo que esto es algo que quieres o no quieres pero...igual que yo no soy quien para obligarla ella no es quien para hacerme renunciar a algo que deseo tanto, que necesito tanto.

Yo lo entendía, ambos tenían razón, me daba rabia que estuviesen sufriendo aunque en el fondo no sé si podría soportar verles felices formando una familia, dando ese paso que era ya algo definitivo. Es una tontería porque con hijos o sin ellos yo no pretendía interponerme entre los dos.

-Buenos días...

-Miriam, he venido a buscarte- le corta Pablo, está molesto pero sobre todo está triste.

-Pablo yo...necesito estar aquí, necesito...

Él no le dio tiempo a continuar, se levantó furioso y salió como un rayo hacia la puerta y unos segundos después oímos el portazo, yo me quedé allí sentado, inmóvil observando la escena, realmente no sabía cómo reaccionar. Entonces Miriam se acercó y se sentó en mi regazo abrazándose a mi cuello y yo rodeé su cintura por puro instinto.

-Solo quiero estar aquí contigo.

La vecina tocapelotas y el gilipollas de enfrente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora