Ojala pudiese.

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Pude oír el llanto de Miriam, sus súplicas para que la dejase entrar, comenzó a dar golpes en la puerta histérica. Tuve que contenerme mucho para no salir a calmarla, a abrazarla, me mataba oírla suplicar en el rellano. Pablo apareció en el salón desconcertado por los golpes y me miró preocupado.

-¿Esa es Miriam?- pregunto asustado.

-Pablo por favor sal, búscala, no quiero que esté sola- dije apenado, él se acercó y puso una mano en mi hombro y Laura me miró tierna.

Fue a ponerse algo de ropa y salió en apenas un par de minutos, ya podía estar tranquilo, ella estaría bien, Pablo no la dejaría sola.

-Eres increíble mi niño, por algo eres mi chico favorito, no se lo digas a Pablo- bromeó, pero ninguno de los dos tenía precisamente ganas de reír.

Me dormí entre sus brazos totalmente agotado, los únicos que habían sido capaces de darme consuelo en mis peores momentos, que habían sido demasiados por cierto, demasiados y no habían terminado para mi desgracia.

-Roi...Roi despierta- grita Laura delante de mí- tenemos que irnos, acaba de llamar Pablo desde el hospital.

-¿Qué? ¿Miriam está bien? Habla ¿le ha pasado algo?- pregunto nervioso.

-No ella está bien...es Luis, ha tenido un accidente con el coche y...

-¿Y qué? Habla ya joder Laura- digo desesperado temiéndome lo peor.

-Está grave, Miriam está destrozada...Pablo dice que te necesita Roi, sé que es difícil después de lo de anoche pero...

-Vámonos- digo sin pensarlo, los odiaba sí, pero no podía ni imaginar que les pasase algo.

Yo estaba histérico mientras Laura intentaba mantener la calma y estar atenta a la carretera, aunque sé que estaba de los nervios, asustada, aún así no dejó de coger mi mano en el camino cada vez que podía. En cuanto aparcó salí corriendo hacia la entrada, enseguida llegué a la sala de espera de urgencias y la vi entre los brazos de Pablo, cuando me vio se acercó lentamente a mí asustada.

-Roi...¿podrías olvidar por un momento lo de anoche y abrazarme?- estaba totalmente hundida y yo solo quería protegerla, que no sufriera así que olvidé por un instante y la abracé.

-Tranquila Miri, todo irá bien- dije acariciando su espalda, así permanecimos hasta que un médico salió a informarnos.

-Ha tenido mucha suerte, está fuera de peligro, en dos horas podrán pasar a verlo.

Ya está, está bien y creo que es hora de irme, así se lo digo a Laura pero ella me convence para que me quede un poco más con Miri, hasta que Pablo y ella vuelvan de casa. Acepto quedarme pero me separo de Miriam todo lo posible, aunque me siento lo suficientemente cerca para que sepa que estoy aquí, que no está sola. No se ha atrevido a mirarme, a hablarme, está pensativa y preocupada, parece que lo que siente por Luis es más fuerte de lo que creía y eso me destroza.

-¿Dónde está mi Luis?, por favor Luis Cepeda, es mi hijo- oigo por el pasillo, es ella, es Encarna.

Me hundo en la silla y escondo mi cara entre las manos mientras Miriam se acerca a Encarna para explicarle lo que pasa, ella la reconoce enseguida. No sé porque no me atrevo a levantarme, no quiero que me vea, no sé cómo va a reaccionar y menos como reaccionaré yo. En cuanto veo que ella y Miriam están enfrascadas en su conversación me levanto para irme, camino apenas dos pasos hasta que me paro en seco al oír su voz.

-Roi...ay mi niño, eres tú- me dice dulcemente, yo me emociono con el simple hecho de escuchar su voz, me doy la vuelta despacio.

-Hola Encarna- digo bajando la mirada y disimulando mis sollozos, no tardo mucho en sentir sus manos en mis mejillas.

La vecina tocapelotas y el gilipollas de enfrente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora