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Me despierto por el ruido del timbre, nadie va a ver quien llama, así que decido ir yo, porque tanto ruido va a despertar a los niños y quiero que duerman un poco más antes de que venga el padre.

- Mierda... - es lo único que soy capaz de decir al tener a Marco enfrente, debería haber mirado o llamar a la dueña de la casa, pero no, tenía que hacer esto.

- Por fin te dignas a hablarme - me dice aliviado.

- Los niños aún duermen, creía que vendrías más tarde – contesto sincera y muy nerviosa – voy a despertarles – digo yéndome apresurada.

- ¿A qué viene tanto jaleo? – se queja Candela.

- A que tenemos visita – contesto y por como lo digo sabe a quién me refiero.

Despierto a los niños, ambos parecen disconformes con eso, pero cuando les digo que es para irse con su padre les cambia la cara, de hecho a Maria le falta tiempo para irse corriendo a buscarle.

Decido que lo mejor es cambiar a Leo ahora e ir después en busca de Maria para lo mismo, pero en lugar de eso viene Marco con la niña en brazos.

- Me parece que esta diablilla se te ha escapado – me dice con una sonrisa, odio que sea tan perfecta y odio que me guste tanto.

- ¡Papá! – grita Leo y va corriendo donde su padre medio desnudo.

- Leo vuelve aquí, no he terminado de vestirte – me quejo.

- Yo te ayudo – me dice Marco acercándome a Leo después de haberle llenado de besos y mimos y de haber jugado con él al estúpido juego de lanzarle por los aires.

- No hace falta – contesto seria poniéndole los pantalones a Leo.

- Vale – me contesta serio, pero ni caso se pone a cambiar a Maria.

- Ahora que lo pienso tengo que hacer algo – digo mirando lo tarde que es, aunque parece una escusa, debería despertar ya a los azulgranas, que a este paso pierden otra vez el vuelo.

- Vale – me contesta sin apartar la mirada de su niña.

Me meto en la primera habitación y me encuentro con Sergi y Paula dormidos abrazados, me sorprende ver que siguen con la ropa de ayer, porque anoche se escuchaban ciertos ruiditos y creía que era ellos, pero habré creído mal, seguro eran los vecinos.

Cuando les despierto decido ir a la siguiente habitación donde me llevo la sorpresa no solo de que la están compartiendo Rafinha y Ter, sino también de que están durmiendo en la misma cama y muy pegados.

- Chicos es hora de despertarse – les digo alto.

- 5 minutos más – pide Rafinha con los ojos cerrados escondiéndose entre los brazos del alemán.

- Pues no porque vais a perder el vuelo – contesto más alto para que se espabilen, ni mis niños tardan tanto.

Les muevo por encima de la sabana y nada, así que decido hacer lo que solía hacer mi madre conmigo: tirar de la manta.

Al segundo de hacerlo me arrepiento, ahora entiendo a que venía tanto escándalo anoche, y no, no eran los vecinos.

- Joder Sofia – se quejan ambos tapándose con la manta que al segundo de levantar se la tiro.

- Perdón – digo arrepentida.

- No te preocupes – me contesta Ter.

- Joder lo siento – digo sincera – no creía que vosotros...

- Pero si es bastante evidente, vamos por la vida gritando nuestro amor – dice Rafinha y lo cierto es que ahora que lo dice es verdad, no sé cómo no me di cuenta antes.

- No pensaba que fuera en serio – digo sincera.

- Pues bueno ya ves que si – me dice el brasileño.

- ¿Sofia donde estas? – oímos a Marco.

- ¿Qué hace este aquí? – me pregunta Rafa en bajito.

- Pues que ha venido a por los niños y seguro que ahora no se va sin hablar conmigo – contesto sincera.

- Se me ocurre una idea – dice Marc sonriendo.


Enamorada del 20 (Marco Asensio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora