Enamorada del 20 (Marco Asensio)

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- Pues no exactamente, soy la nueva entrenadora del barça – digo con una sonrisa de orgullo y yendo al grano, porque no tenía tiempo para andarme con rodeos, tenía que remontar unas semifinales, porque por mis ovarios que esta champions es culé, no aguanto otro año más sin esta copa.

- ¿Tu? – me pregunta sorprendido.

- Si, ¿Qué pasa? – pregunto sin saber a qué viene tanta sorpresa – se muchísimo de futbol y estoy muy capacitada para ser entrenadora.

- ¿Eres la entrenadora del barça? – me preguntan varios madridistas que pasaban y al igual que Marco su cara eran de pura sorpresa.

- Si joder ¿Qué pasa? – vuelvo a preguntar perdiendo un poco la paciencia.

- Se nota que están desesperados – dice Ramos haciendo reír al resto, Marco incluido, no sé donde está la gracia y no sé porque piensan que solo confiarían en mi en caso de estar desesperados – suerte, la necesitaras – me dice.

- Me voy con esos desesperados, que parece que solo hay que estar así para confiar en mi ¿no es así Marco? – le pregunto antes de irme, el buen humor que tenían parece que se va conmigo, porque enseguida dejan de reírse y el aludido me empieza a seguir.

- ¿Sofia te has enfadado? – me pregunta detrás de mí, ni me molesto en girarme, solo sigo el camino hacia el banquillo de los azulgranas.

- Déjala, seguro que esta con la regla – oigo que le dice alguno, sin si quiera saber quien de todos ha sido les contesto.

- A vuestra edad deberías saber ya, que las mujeres tenemos muchos más motivos por los que estar enfadadas a parte de cuando nos sangra el coño – digo enfadada.

- Joder sí que está enfadada – oigo que le dice una voz conocida a Marco, estoy segura de que es Isco.

Ignorando la conversación de los madridistas retomo mi camino hacia el banquillo culé y cuando los aficionados se dan cuenta del papel que voy a tomar hay una clara diferencia de opiniones, algunos me aplauden porque supongo que me tienen simpatía y otros me pitan y me dejan claro que no les gusta que su entrenadora temporal sea la futura esposa de Marco Asensio.

- Sofi ni caso, esto es normal – me dice Coutinho cuando me ve algo nerviosa.

- Es horrible – digo sincera.

- Lo sé – me dice con pena, joder el mejor que nadie sabe lo que es el infierno de que ni tu propia afición te apoye, por lo menos yo puedo decir con orgullo que yo siempre le he estado apoyando y que siempre lo haré y no como ciertos "aficionados" que solo lo soy cuando marca o está en una racha positiva.

- Pues a calentar – le digo dejándole sin palabras – la remontada pasa por tus botas.

- Gracias – me dice con una sonrisa antes de ponerse el peto e ir a la banda a calentar.

Cuando todos los jugadores están listos para jugar, aparece el árbitro quien haciendo su trabajo me pregunta que hago aquí, entre todos los que estamos le explicamos lo de entrenadora temporal y cuando parece que todo está en orden, se va para dar comienzo la segunda parte.

- Era una broma ninguno lo pensaba enserio – me dice Marco en cuanto el balón se acerca a donde estoy.

- Céntrate en el partido y olvídate de mí – le pido sabiendo perfectamente que este no era ni el lugar, ni el momento indicado para hablar.

- Pero... - empieza a decirme, pero le interrumpo.

- Pero nada, tengo que dirigir una remontada, hablamos luego – le digo acabando la conversación.

Cuando se va Marco me siento muy observada y estoy bastante cohibida, pero poco a poco me voy metiendo más en el partido y también ignorando a la gente, lo cual me lleva a dar gritos como lo haría viendo el partido desde mi casa.

Messi empieza su típica jugada en la que básicamente lo que hace es ir sorteando a los jugadores rivales, hasta que ve la incorporación del de L'hospitalet quien le da un pase medido al charrúa quien manda el esférico al fondo de la portería del pequeño canguro.

- GOOOOOL – celebramos todo el banquillo eufóricos y mi sonrisa se hace más grande cuando Luisito me señala, después de hacer su típica celebración, indicando así que el gol además de a sus 4 pilares iba también para mí.

- Lo veis chicos hay que creer – grito y todos me dan la razón, este gol les da un chute de adrenalina y se vuelcan al ataque en busca del gol que nos lleve a la final del Wanda.

A pesar de los miles de intentos, no vemos portería, llegando a los últimos minutos miro a la zona de calentamiento donde solo esta Rafinha porque los demás ya han entrado, me fijo en el brasileño quien parece estar más pendiente del trasero del guardameta azulgrana que del propio partido y de su calentamiento, se me ocurre una idea genial para que marque gol.

- ¡RAFA! – le grito con fuerza, en cuanto oye mi voz viene corriendo – cambiate, vas a entrar.

- Bien – dice con una sonrisa quitándose la camiseta de entrenamiento para ponerse la de partidos.

- Mira a Ter – le pido y la verdad es que le falta tiempo para hacerlo – si no marcas le corto el rabo.

- ¿Qué? – me pregunta horrorizado.

- Eso – contesto simple.

- Córtale algo que utilice menos, como un dedo o toda la mano – me pide.

- Es portero, las manos es lo que más utiliza – contesto.

- Créeme que no – me dice divertido, nuestra conversación es interrumpida por el cuarto árbitro quien autoriza el cambio.

Apenas 2 minutos después Rafinha marca el segundo gol de la noche, haciendo rugir a todo el estadio, si es que hay que saber con qué hacerles chantaje emocional.

Y cuando aún estaba celebrando el gol de Rafa, su compatriota Couto marca el tercero sentenciando el partido, él a diferencia de los demás no solo me señala el gol indicando que me lo dedica sino que además se acerca hasta mi para abrazarme con fuerza.

- Gracias por confiar en mí – me dice medio llorando de emoción en mi hombro.

- Cou eres un grande, no tienes que agradecerme nada – le contesto sincera.

- Muchas gracias míster, eres la mejor – me dice antes de darme un sonoro beso en la mejilla y yéndose a su campo para retomar el partido que ya estaba por acabar.

Mientras se va, solo puedo pensar en lo que he sentido cuando sus labios han hecho contacto con mi mejilla, miro a Marco quien con lagrimas en los ojos parece haberlo visto todo, cuando el árbitro pita el final pierdo el contacto visual con él y empiezo a celebrar con los azulgranas el pase a la final.