- ¿Todavía sigues desayunando? - me pregunta Marco divertido entrando al comedor con los niños ya preparados y listos para salir.
- Es que cuando me estreso me da hambre - me justifico y añado para que se despreocupe - ya mismo voy a cambiarme.
Voy corriendo a la habitación y me pongo lo primero que encuentro, unos vaqueros y una camiseta blanca básica.
Cojo el abrigo y mi set de maquillaje, porque ya no me da tiempo a arreglarme en casa por glotona.
- Sofi - me llama el impaciente.
- Ya estoy - digo apareciendo con una sonrisa.
- Mis compañeros van a empezar a pensar que ese es tu peinado habitual - me dice divertido porque sabe que desde que he salido de la ducha aun no me he pasado el peine.
- Me arreglo en el coche - le digo enseñándole el bolsito que llevo conmigo - y vamos no quiero que te castiguen mas tiempo - digo recordando la clase de castigo que le pondrían, correr de mas y encima con Candela, peor imposible.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
- MARCO - me quejo frustrada, el muy idiota aprovechando que no había mucho tráfico por la autovía, iba acelerando y frenando para que me maquillara mal y entre eso y entre que tire medio trayecto intentando desenredar mi pelo, pues casi que no me daba tiempo a acabar en condiciones.
- Ya paro - me contesta divertido.
- No - se queja Leo - más.
No hacia falta que lo pidiera mas veces, Marco volvió a frenar de golpe haciendo que me manchara literalmente toda la cara con el labial, menos mal que llevaba toallitas siempre conmigo.
- Me voy a sacar el carnet, no vuelvo a ir contigo en la vida - dije segura mirando a Marco y agradeciendo que ya salíamos de la autovía, y cuando me asegure de que ya había adecuado la velocidad del coche añadí girándome para Leo - amor esto no es un parque de atracciones, es peligroso hacer esto en el coche.
- Pero quero jugar - me dice triste.
- Ahora cuando lleguemos al campo jugamos los tres ¿Vale? - le pregunto.
- Vale - me dice resignado.
- No sabia que los pitufos eran rojos - me dice Marco cuando me giro, esta parado en un semáforo y por eso me esta mirando tanto tiempo.
- No tiene gracia - contesto seria - me has gastado todo el pintalabios.
- Pero si ni te gusta el pintalabios - me contesta divertido.
- Es a ti el que no te gusta que te manche los labios - conteste divertida.
- Es que no me favorece mucho - me contesta haciéndose la diva - pero igual me encanta que me beses - me contesta haciéndome sonreír, voy a acercarme para besarle cuando el coche de atrás nos empieza a pitar, porque el semáforo ya ha cambiado de color, bendita la paciencia de los españoles, seguro que en eso somos la primera potencia, nótese la ironía y el sarcasmo.
- ¿Que le pasa a este? - pregunta incrédulo Marco ante el energúmeno que nos sigue que sin esperar a que nos apartáramos ya estaba tratando de acelerar.
- Iros a la mierda - nos grita cuando pasa por nuestro lado adelantándonos por el lado derecho e invadiendo la acera, que pena no ser policía para multarle ahora.
- No - grita Leo - vamos a jugar.
- Claro vamos a jugar - le contesto tranquilizándole - no hagas caso a ese señor, esta... - digo acompañando la frase con el gesto de locura.
- Si - dice divertido.
Pocos minutos después estábamos aparcando en Valdebebas.
- Ve yendo - dije viendo la hora - ahora te alcanzamos.
- Vale, te quiero - dice dándome un beso en la boca estropeandome por décima vez el maquillaje, me rindo así se queda, ni que fuera a conocer a alguien importante, estos jugadores como bien dice Marco ya se han acostumbrado a verme peor - A vosotros también enanos - dice besandoles a ambos.
Pocos segundos después desparece por las instalaciones del Club, me alegra saber que ni el quiere ese castigo con la lerda de Candela.
Pongo a los niños en el carrito cada uno con su balón, ambos son muy similares ya que son de la patrulla canina, pero el de Maria es de Chase el policía y el de Leo es el de Marshall el perro bombero.
Nos dirigimos hacia la entrada cuando a Leo se le escapa el balón y en vez de avisarme sale corriendo detrás de el.
- No Leo para - grito contundente corriendo detrás de el, vamos por la acera, pero eso no implica que sea totalmente seguro ya que estamos al lado de un aparcamiento.
Afortunadamente Leo me hace caso y deja de correr, pero al pobre se le parte el corazón viendo como las ruedas de un coche pasaban por encima de su balón.
- Marshall - me dice llorando.
- No pasa nada cariño, luego te compramos otro - le contesto tratando de consolarlo.
Le cojo en brazos para calmarle, pero no hay manera, ese balón para el lo era todo.
- Leo, por favor, no te pongas triste, hay muchos balones de Marshall - le pido -podemos comprar todos los que quieras - añado al ver que no había manera de calmarlo, la verdad es que me siento un poco pésima como madre.
- De verda - me dice limpiándose las lagrimas.
- Claro - contesto con una sonrisa - pero solo si sabes como hace Marshall - le pido dejandole en el suelo.
- Marshall a tooooda mecha - me dice con mucho entusiasmo.
- Muy bien mi amor, luego cuando papi termine vamos a comprar - digo sentándole en el cochecito - y esto no te lo puedes quitar tu mas - le digo refiriéndome al cinturón, que desde siempre era capaz de quitarse - lo tiene que quitar un mayor ¿Vale?
- Vale mami - me contesta.
- Pues patrulla canina ¿estáis listos? - les pregunto y ambos asienten llevándose ala mano a la frente a modo de saludo militar - pues a volar se ha dicho - digo subiendo un poco el carrito ya que el personaje que mis hijos me habían asignada era Sky, la que volaba.
No se en que momento deje de ser una experta en fisiología y anatomía del cuerpo para convertirme en una experta en de dibujos animados, pero me encantaba, creo que hasta yo me lo pasaba a veces mejor que ellos.