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Capítulo 4 — Esperanza

La vida de Uxo corría peligro. Había perdido mucha sangre y se mantenía inconsciente durante un periodo muy largo de tiempo. Además, tampoco sabían las heridas que Heleritz tenía por su cuerpo, pero su estado se agravaba con el transcurso del tiempo, al igual que su hermano. Orvar cae de rodillas en el suelo, aun sosteniendo a su hijo en brazos.

— No puedo más, Bödvar.

El berserker, deja a sus hijos sobre el pasto del camino y mueve su hombro algo entumecido por el peso de ambos. — No podemos quedarnos aquí. — asegura retirando la cuerda que aún llevaba en su cintura tras haberla atado en ella para crear un cerco para el ganado. — Yo te ayudaré, viejo. — bromea él.

— No puedes, ahora ya estas escacharrado. — pronuncia Orvar con un toque de humor en sus palabras haciendo referencia a las extremidades del berserker.

— Ni en una vida igual de larga que la mía, asumiré eso. — afirma mientras pasa la cuerda por el cadáver del hijo de Orvar y la ata al cuerpo de este. Después, pasa su brazo insensible también entre las cuerdas, consiguiendo que tanto Orvar, como lo que quedaba de Sindri, queden unidos a una parte de su cuerpo. Finalmente, consigue volver a colocar a los mellizos en su hombro.

Orvar acompaña sus pasos —anonadado por la fuerza que muestra—apoyándose en él. No comprende cómo es capaz de arrastrar tanto peso aun teniendo graves heridas por todo su cuerpo. Quizás era su fuerza de voluntad, o quizás, eran cierto los rumores que corrían acerca de la fuerza desmesurada del berseker, capaz de igualarse a la de un oso, tan fiero y robusto.

Tras un largo tiempo caminando, la niebla empieza a hacerse espesa. Los dos hombres algo debilitados, buscan con desesperanza un lugar donde poder resguardarse. Y parece que, por esta vez, la suerte vuelve a ellos. Los campesinos que habían abandonado Sogn, se encontraban boquiabiertos ante tal figura. Creían que un oso iba a destrozar el asentamiento que habían conseguido recrear para refugiarse, sin embargo, confundían la majestuosa figura de Bödvar entre las tinieblas.

Para ambos, fue un alivio encontrar un asentamiento donde poder propiciar las curas que los heridos necesitaban, además de atender dignamente el cuerpo de Sindri. Todos desconcertados buscan ayuda entre unos y otros, y no dudaron en también ofrecerle ayuda a aquel que, entre las tinieblas, había resurgido cuando todos lo creían muerto.

Poco tiempo pasó para que la heroicidad de Bödvar corriese de boca en boca. Había conseguido derrotar a veinte de los bárbaros que contenía el ejército. Quizás si el tiempo lo hubiese querido y tuviese armas a su disposición, hubiese acabado con muchos más, pero lo que al pueblo le llamó la atención fue la heroicidad de sus actos. Bödvar combatió con todo aquel que se cruzaba en su camino, y salvó a muchas de las mujeres que aún se hallaban en las granjas mientras iba de camino a la suya, rezando a los dioses porque su mujer y sus hijos se encontrasen con vida. El pueblo de Sogn estaba agradecido con él y por ello, se mostraban entregados y preocupados por los cuerpos de Heleritz y Uxo, quienes descansaban uno al lado del otro sobre el pasto, recubierto de pieles.

Bödvar no podía explicar porque motivo su hija se encontraba inconsciente si su cuerpo no presentaba heridas, igual que tampoco podía explicar cómo el cuerpo de su hijo aún se mantenía con vida tras la estocada recibida. Parecían compartir el malestar y la durada de su vida. Parecían ser uno cuando todo parecía acabar.

— Te he traído esto. — pronuncia Orvar a espaldas del berseker extendiendo un cuenco. — No tenemos muchos recursos, la vieja ha preparado un caldo de hierbas. — aclara Orvar mencionando a la adivina anciana a la que todo Sogn recurría para saber de futuros acontecimientos.

— Gracias. — asiente Bödvar mientras no puede apartar la mirada de sus hijos.

Debido a todas las heridas que recibió su cuerpo cuando era guerrero, Bödvar sabía preparar ungüentos medicinales con hierbas para curar las heridas. Extendió la mezcla sobre el pecho del joven Uxo, y depositó un paño mojado sobre la frente de los mellizos, intentando aminorar la fiebre que ambos irradiaban. También envolvió un paño con ungüento sobre su brazo, que a pesar de no sentir dolor, estaba derramando mucha sangre.

...

Tras días en la inmensidad del bosque, el rey Harald I Caballera Hermosa, decide emprender un viaje junto a su hermano, presentando en persona ante la majestuosidad de Kattegat. A cargo del pueblo, había ascendido a Bödvar como petición del mismo, convirtiéndole así en jarl. A pesar de su cargo, y siendo realista, Bödvar no podía dejar de pensar en sus hijos e intentó rechazarlo infinidad de veces. Finalmente, aceptó con la ayuda de Orvar que, tras darle una despedida digna a su hijo, se mantuvo fiel al berserker y se preocupó tanto por la salud de él como la de los mellizos.

Los deseos de Bödvar por volver a ver a sus hijos recuperados, parecen tomar esperanzas cuando Heleritz despierta. Aún sigue sobre el pasto, cerca de su hermano. Ambos habían mantenido la misma posición y el mismo estado anímico.

— ¡Bödvar! — grita Orvar mientras corre hacia donde se encuentra el berserker — ¡Bödvar!

No hacen falta palabras para saber que el viejo había corrido hacia él para explicarle que Heleritz había despertado. A pasos torpes, ayudándose del bastón que él mismo había creado con el mango de un hacha, consigue llegar al lado de su hija. — Mi pequeña... — susurra.

Heleritz sonríe y acto seguido, tose con fuerza. — Padre... He conseguido que despierte... — susurra.

Bödvar no puede entender que quiere decirle su hija. Uxo aún seguía convaleciente y cada vez más débil. A pesar de ser su hijo, había presenciado casos menos graves en batalla y habían acabado mal así pues, cada día que pasaba iba perdiendo la esperanza de volverle a ver sonreír. El berserker, a pesar de tener las manos duras y gruesas, dedica delicadas caricias a la cabellera pelirroja de su hija. Esta vuelve a cerrar sus ojos, pero esta vez, de forma consciente, disfrutando del cariño y la seguridad que su padre le estaba proporcionando.

— Padre, he hablado con él... Está luchando. — susurra de nuevo Heleritz. Ante el silencio de su padre, la muchacha continúa hablando. — Uxo despertará en unos días, solo necesita tiempo.

Sin darse cuenta, la postura rígida de su padre, se había calmado un poco. A pesar de no contar con la veracidad de los hechos y ser simples palabras, era lo que Bödvar necesitaba escuchar. De ante mano, sabía que ambos mellizos contaban con una conexión especial pero no sabía hasta qué punto podía llegar, así pues, decidió creerle y aferrarse a la única esperanza que hasta ahora había recibido. 


...

¡Hola guerreros y guerreras!

Hoy nuevo capítulo, espero que lo disfrutéis. 

 

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Northland (Ivar The Boneless)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora