Capítulo 40 — Embrujos
Björn contempla el rostro sin vida de su madre sin poder retener las lágrimas que asomaban. Sabía que partiría hacia un lugar mejor pero era inevitable no sentir la soledad golpearle tras su marcha pues la realidad era que Lagertha había sido vencida por el hijo menor de Ragnar, Ivar.
La melliza sin poder contener más sus impulsos, corre hacia el deshuesado quien todavía contemplaba el cadáver de la escudera desde el suelo.
— ¿Estas bien? — pregunta esta observando con detenimiento cada pequeño rasguño de su rostro.
Tanto Ivar como Heleritz se sumergen en los ojos del otro, sin poder expresar palabras por la alegría que sentían pero transmitiéndoselo todo a través de la mirada. Y sin más dilación, el deshuesado junta sus labios con los de la melliza sin importarle nada más.
El deshuesado se sentía imparable y quería poder transmitírselo a todo el mundo, sobre todo a aquella persona que le había dado el orden y el descontrol. Y a eso parecían saber sus labios, después de tanto tiempo, a caos dentro del orden.
Tras fundirse en un cálido beso, ambos se miran a los ojos olvidando por completo la guerra en la que se encontraban. Sin embargo, la mirada del deshuesado por un efímero instante parece dirigirse a las espaladas de la melliza y acto seguido, su rostro se torna diferente; desencajado, inquieto... y eso solo le indica a Heleritz el avistamiento de un peligro inminente. Esta gira sobre sí, encontrándose al corpulento Björn tras ella, mirando directamente a Ivar.
Pero nada más lejos de la realidad.
Björn extiende su brazo, ofreciéndole su ayuda al deshuesado para que se ponga en pie. Ivar lo acepta con gusto y con una sonrisa agradecida, juntan sus manos incorporándose. Los guerreros de ambos bandos habían dejado de combatir y se mantenían expectantes a la situación.
— ¡Yo, Ivar el deshuesado, rey de Kattegat invito a todo aquel que esté presente en esta guerra a abastecerse en mis tierras! — grita el deshuesado consiguiendo que acto seguido, los gritos le aclamen.
...
En el transcurso del convite, los ojos de la melliza no podían despegarse de la mirada de aquella mujer que decía esperar un hijo del deshuesado. Y como respuesta, Uxo se mantenían alerta, esperando interceptar cualquier ataque de la melliza hacia la misma.
Sin embargo, entre tanto festejo la atención de la melliza se dirige hacia Ivar quien no conseguía hallar la felicidad. ¿Se había cansado de Kattegat? O simplemente, tras conseguir su objetivo, ¿todo había dejado de importarle?
Con cierta dificultad por todo el hidromiel que había bebido, el deshuesado se pone en pie y se dirige hacia la puerta principal, ganándose la atención de cuantos guerreros se hallaban en el lugar y consiguiendo que el silencio se propagase a cada paso que daba. Antes de abandonar el salón, el deshuesado mira a la melliza quien con cierto desconcierto nota como su pecho de hunde afligido por las noticias que sabe que soltará. Ya conocía esa mirada de antaño, ese rostro abatido, y esa actitud pesada característica en sus pasos.
— ¡Björn! — grita el deshuesado consiguiendo que Ironside se ponga en pie expectante. Su rostro serio preparado para cualquier barbaridad y su mano, disimuladamente, hacia el cinturón que contenía su hacha. Ivar sonríe con soberbia y mira a su alrededor. Todos aquellos ojos expectantes, sin hacer un mínimo movimiento que pueda captar la atención que requería la escena. Todo el mundo esperando sin saber que esperar. — Yo, Ivar el deshuesado rey de Kattegat, te cedo el trono.
El silencio se rompe con la confusión de la multitud.
— ¡No! — un grito de aquella mujer que esperaba el heredero consigue confundirse entre la afluencia.
Heleritz mira a su hermano, quien con su ceño fruncido esperaba impaciente el próximo movimiento de su hermana. Escapar de allí, encontrar a Ivar e irse. Sabían que si Björn aceptaba el trono, seguramente arremetería contra él en busca de la venganza de su madre.
El deshuesado abandona el lugar sin esperar una respuesta pues cree que su cometido ya ha sido cumplido y con ayuda de su prótesis metálica, camina hacia la arboleda, intentando fundirse entre los árboles.
— ¿Qué es lo que has hecho? — preguntan con un hilo de voz a sus espaldas. El deshuesado no responde, simplemente sigue caminando hasta posarse en aquel árbol en el que solía descansar hasta esclarecer sus pensamientos. — Te mataran...
Ivar dibuja una sonrisa en sus labios. Una sonrisa de suficiencia, de triunfo. La melliza toma asiento a su lado, siendo custodiada desde la distancia por su hermano.
— Björn no es como yo.
— Es un vikingo igualmente.
— Pero es piadoso.
Heleritz no consigue entenderle y frustrada, pasa sus manos con fuerza por su rostro, intentando ahogar sus gritos y sus ganas por querer dirigir sus puños al rostro del deshuesado.
— Tranquila, sanguinaria... — susurra Ivar buscando la mirada de la pelirroja. — Aún me queda algo más por hacer.
— La cordura nunca ha sido tu fuerte, deshuesado.
— No cuando estas a mi lado.
Ivar se acerca con precaución hacia la melliza, extendiendo su mano sobre el reverso de las manos de ella. La acaricia con delicadeza, dirigiendo sus ojos hacia sus movimientos, para después subir lentamente hacia su rostro. Contempla la mirada de la misma, su rostro ahora ya más adulto con algunos rasguños por la guerra, sus carnosos y rosados labios y sus ojos expectantes a cualquier movimiento.
Uxo desde la distancia, decide otorgarles intimidad y abandona el lugar intentando hacer el mínimo ruido posible. A escasos dos habitáculos antes de llegar al salón principal donde se estaba celebrando el banquete, Freydis camina con desespero de un lado a otro de la calle mientras escupe con ira unas cuantas palabras mal sonantes. El protector decide mantenerse a la espera, contemplando desde la distancia cada movimiento de la misma. Sabe que desde esa distancia y posición, es capaz de acabar con la enemiga de su hermana pero también sabe que sería descortés por su parte.
El protector asimila cada movimiento de la muchacha que observaba y justo cuando esta dispuesto a abandonar su escondite, un comerciante del puerto de Kattegat, pasa sus brazos por la cintura de la misma, inundando su rostro en el cuello en ella. Freydis esboza una amplia sonrisa, girando sobre sus talones para encarar al comercial. Y como si el tiempo corriese en su contra, se sumergen en un mar de apasionados besos entrando en uno de los establos adyacentes.
— Aquí acaba tu engaño, bruja. — Susurra el protector caminando con cautela hacia el mismo lugar y comprobando así, con sus propios ojos de la infidelidad de la reina de Kattegat hacia el deshuesado.
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Northland (Ivar The Boneless)
FanficUxo y Heleritz, dos mellizos acostumbrados a convivir rodeados de la paz y tranquilidad que el asombroso reino de Sogn le proporcionaba, se ven envueltos en una fatídica lucha tras el pacto de unión de su actual rey, Harald I. Sus padres, dedicados...