Pyke parte 2

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Tras días de viaje, apareció un enorme trictux afilado que, en cuanto abrió la boca, reveló las hileras de glándulas de safilita. Varios arpones con cuerdas inmovilizaron a la bestia y, a pesar de que era mucho más grande y anciana que cualquier otra que hubiera visto, Pyke se abalanzó sin dudarlo hacia las fauces de su presa.

Cuando estaba a punto de comenzar lo que mejor sabía hacer, resonó una profunda vibración que provenía de la gran boca del monstruo. De pronto, el mar comenzó a burbujear y toda una manada de trictux se puso a atacar el casco del barco. El capitán, acobardado, cortó la cuerda que sujetaba a Pyke. Lo último que consiguió ver el desdichado arponero antes de que las fauces de la bestia se cerraran sobre él para tragárselo vivo fue las miradas de terror de sus compañeros.

Pero eso no acabó con Pyke.

En las profundidades abisales del vasto océano, abrumado por la presión y atrapado en la boca de la bestia, volvió a abrir los ojos. Había luces azules por todas partes, se contaban por miles... y parecía que estaban observándolo. Los ecos de algo antiguo y misterioso resonaron en su cabeza, destrozando su mente y llenándolo de visiones de todo lo que había perdido mientras los demás prosperaban.

Creció una obsesión dentro de Pyke, un ansia de venganza y castigo. Estaba decidido a llenar las profundidades con los cadáveres de los que lo habían traicionado.

Al principio, en Aguas Estancadas, nadie prestaba demasiada atención a los asesinatos. Al fin y al cabo, es un lugar peligroso y el derramamiento de sangre era habitual. Pero las semanas se convirtieron en meses y los asesinatos seguían un patrón. Los cadáveres de muchos capitanes aparecían destripados al amanecer. Los clientes de las tabernas cuchicheaban que se trataba de un asesino sobrenatural que sufrió un final funesto en el mar, y que perteneció a la tripulación de un barco maldito llamado el Terror. Preguntar a alguien si era capitán de barco pasó de ser una señal de respeto y fama a ser causa de preocupaciones.

Esto se propagó a los calafates, oficiales, mercaderes, banqueros... y a todos los que estuvieran relacionados con los negocios sangrientos de los muelles del matadero. Así, apareció un nombre nuevo en los tablones de recompensas: mil krakens por el infame Destripador de los Puertos.

Recuerdos retorcidos por las profundidades guían a Pyke mientras siembra el miedo en los corazones de los hombres de negocios sin escrúpulos, asesinos y demás rufianes, aunque nadie es capaz de recordar si un barco llamado el Terror estuvo amarrado alguna vez en Aguas Estancadas.

Una ciudad que se enorgullece de cazar monstruos ahora tiene un monstruo que caza a sus habitantes, y Pyke no tiene intención de parar.

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