Xin Zhao parte 2

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Sin embargo, esta buena suerte no duró.
Más allá de las distracciones del circuito de justicieros, el imperio afrontaba tiempos difíciles. Naciones hostiles invadieron sus territorios y provocaron rebeliones a lo largo de la frontera noxiana. Se rumoreaba que Darkwill y sus consejeros habían ofrecido una fortuna en oro a cambio de la liberación confidencial de mercenarios, prisioneros y justicieros para alistarlos en las huestes guerreras del imperio. Después de un simple apretón de manos y poco más, Xin Zhao y otros en su situación fueron comprados y enviados hacia el oeste a bordo de un barco de transporte.
Allí, en la fortaleza litoral de Kalstead, los nombres y las reputaciones de hasta los justicieros más conocidos tenían muy poca relevancia. Los enviaron a la batalla contra las fuerzas de élite del rey Jarvan III de Demacia, que estaba resuelto a refrenar la influencia noxiana en Valoran... y Xin Zhao descubrió pronto que la guerra no se asemejaba en nada a los duelos en la arena.
Mientras que muchos de los antiguos justicieros desertaron ante la inexorabilidad de la derrota, Xin Zhao se mantuvo firme y manchó su lanza con la sangre de cientos de enemigos. Finalmente, los miembros de la Vanguardia Impertérrita del rey (algunos de ellos impresionados por su destreza, aunque no lo confesaran) lograron acorralarlo, pero, aun así, se negó a huir. Xin Zhao mantuvo la cabeza alta, esperando su ejecución.
Sin embargo, Jarvan tenía otra idea en mente. A diferencia del público de la arena, el rey de Demacia no disfrutaba con las muertes innecesarias. Les concedió la libertad a los noxianos derrotados si juraban dejar Kalstead en paz. Sorprendido por esta demostración de clemencia, Xin Zhao pensó en lo que le esperaba si volvía a Noxus. Podía regresar a una sociedad en la que su vida significaba bien poco sin el oro que aportaba a sus mecenas... o podía luchar para quienes representaban las virtudes a las que él mismo aspiraba.
Impulsado por el honor, se arrodilló frente a Jarvan III y se comprometió a servir al rey.
En las décadas siguientes, Xin Zhao demostró su lealtad en multitud de ocasiones. Como senescal de la casa real, no solo pasó a ser guardaespaldas y consejero de su amigo y rey, sino también de su hijo, el joven príncipe Jarvan, que algún día heredaría la corona. Puede que la senda de Xin Zhao para convertirse en demaciano hubiera sido inusitada, pero, aun así, su compromiso con el reino y sus ideales siempre fueron inquebrantables. Según él, no era cuestión de deber, sino elección propia.
No obstante, su mayor desafío llegaría de la mano de la rebelión de magos que amenazaba a la capital. Con el infame Sylas de Dregbourne sembrando el caos en la gran ciudad, Xin Zhao se preparó para defender a su rey hasta el final, pero este le ordenó abandonar el palacio para cumplir una misión personal de vital importancia. Reticente y cargado de pesar, Xin Zhao obedeció sus órdenes.
Al escuchar las campanas del palacio, comprendió la gravedad de su error. Para cuando el senescal consiguió abrirse paso con su lanza de vuelta al palacio, el rey Jarvan III había muerto.
Xin Zhao creía que pagaría ese abandono con su vida, pero el príncipe Jarvan le recordó su juramento y aceptó acogerlo de nuevo al servicio del reino.
Ahora más que nunca, Demacia necesita a su senescal. A día de hoy, el trono permanece vacío, ya que algunas casas nobles cuestionan si el príncipe está listo para gobernar. Xin Zhao, por su parte, no comparte estas dudas, pues está totalmente al servicio de Jarvan y está decidido a guiarlo en los peligrosos tiempos que se avecinan.

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