Yone, El imperecedero

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Durante su vida, Yone siguió un estricto código centrado en el honor y el deber. Incluso desde muy pequeño, el amor que sentía por su familia lo llevó a asumir el papel de guardián, especialmente tras la pérdida de su padre. Su hermanastro Yasuo era impulsivo y temerario, mientras que Yone se comportaba con paciencia y disciplina.
A pesar de ello, los dos muchachos eran inseparables. Cuando Yone comenzó sus estudios en una escuela de esgrima cerca de su aldea, Yasuo lo siguió.
Durante sus entrenamientos, Yone se veía obligado con frecuencia a tratar de moderar la impulsividad de su hermano. Sin embargo, cuando Yasuo se negó a aceptar el tutelaje individual del anciano Souma, maestro de la legendaria técnica del viento, Yone le regaló una semilla de arce (un símbolo de humildad) para comunicarle su apoyo.
Estaba orgulloso de su hermano, pero cuestionaba el juicio del sabio anciano, pues temía que la naturaleza impulsiva de Yasuo lo convirtiera en un mal pupilo. Pero el anciano Souma se había ganado gran respeto y no tomaba decisiones a la ligera.
Dejando a un lado sus preocupaciones, Yone se centró en practicar con dos espadas y su destreza pronto le ganó la admiración de los demás discípulos. Aunque nadie era rival para él en términos de habilidad, el dominio de Yasuo de la técnica del viento hacía que sus enfrentamientos fueran todo un espectáculo, y ambos hermanos los disfrutaban en gran medida.
Pero su dicha no tardó en esfumarse. La guerra llegó a Jonia.
Yone, junto a muchos otros discípulos, partió para defender su tierra de los ejércitos noxianos, mientras que Yasuo se quedó atrás a regañadientes para proteger a su maestro. Una terrible noche, el anciano Souma apareció muerto, masacrado por la misma técnica del viento que enseñaba.
Cuando Yone regresó, descubrió que Yasuo había huido.
Esto lo dejó terriblemente perturbado. Sus miedos se habían hecho realidad: el anciano Souma se había equivocado.
Yone se culpó a sí mismo. Si Yasuo había asesinado a su maestro, era porque Yone había fallado a la hora de mostrarle el buen camino. Si Yasuo se había limitado a abandonar su puesto de guardia y había permitido que acabaran con el anciano, era porque Yone no había sido capaz de enseñarle disciplina. En cualquier caso, Yasuo ya había asesinado a varios de sus perseguidores, y Yone sentía que la culpa de estas muertes era tan suya como de su hermano.
Siguió a Yasuo hasta dar con él. Cuando al fin se enfrentaron, la destreza con los filos de Yone resultó superior... pero el dominio del viento de su hermano acabó por derrotarlo.
Sin embargo, la muerte no fue el final. Cuando Yone despertó en el mundo espiritual, el peso de su fracaso amenazaba con aplastarlo. Invadido por la furia, golpeó el suelo con los puños.
Una carcajada retumbó entre sus pensamientos. Se giró para contemplar un monstruoso espíritu de forma vagamente humana que portaba una espada del color de la sangre. Se trataba de un poderoso azakana, un depredador que llevaba mucho tiempo persiguiendo a Yone desde el otro lado del velo.
Antes de que el hombre pudiera pronunciar palabra, el demonio atacó.

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