Rek'sai parte 4

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Jaheje vio a Shahib dirigirse hacia él. Aquel delgado adolescente ya no avanzaba con sigilo, sino que corría con todas sus fuerzas hacia Jaheje y el camello. Una nube de polvo apareció detrás de Shahib e hizo que dejara caer la lanza.

Jaheje corrió hacia la gran campana que colgaba del camello. La llevó al suelo y la hizo sonar con todo su ímpetu. Incluso amortiguado por el suelo, el sonido dañó su oído. No dejó de golpearla, pero aquella nube de polvo mantuvo la persecución de Shahib sin alterar el rumbo. Y cada vez le ganaba más terreno.

El momento en que alcanzaría a Shahib parecía inminente. En vez de correr o agacharse, se detuvo de golpe y gritó ''¡no os mováis!''.

Todos los chicos permanecieron inmóviles, y el camello echó a correr.

Un chisporroteo de energía los sacudió. Jaheje sintió cómo un escalofrío le recorría el cuello.

''Está cerca'', susurró Jaheje.

Pero Shahib le advirtió: ''no, no está cerca. Es grande''. Y por primera vez, Jaheje vio el miedo reflejado en su rostro.

Shahib examinó el desierto en busca de una aleta, de una nube de polvo, de lo que fuera. Y analizó las distancias. ''La caravana está demasiado lejos. Si va a por el camello, podremos llegar a las rocas''.

Jaheje buscó frenéticamente a la criatura. ''¿Dónde está?''.

A lo lejos, oyeron al camello rebuznando de dolor. Los gritos del camello cesaron al instante.

''¿Qué puede matar a un camello tan rápido?'', preguntó Jaheje.

Shahib hizo que siguieran avanzando. ''Tenemos que llegar a las rocas'', insistió.

En ese momento echaron a correr.

Cuando Shahib les decía que se detuvieran, se detenían. Cuando les indicaba que dieran pasos silenciosos, lo hacían. Jaheje esperaba que Shahib intuyera lo que ellos eran incapaces de ver.

No obstante, parecía que las rocas negras se alejaran de ellos. Sin importar cuánto avanzasen, no parecía que estuvieran ganando terreno. Corrieron, y las nubes cubrieron el sol y oscurecieron el desierto. Corrieron, y el viento borró sus huellas. Corrieron, a sabiendas de que el Xer'Sai los seguía, de que oía cada paso mal dado, cada tropiezo. Corrieron, a sabiendas de que cada error lo acercaba más a ellos.

Cuando Jaheje la vio, parecía una boca gigante escarbada en la roca de la cual no dejaban de salir vapores. La entrada de la madriguera era tan grande que podría andar tranquilamente sin tener siquiera que agachar la cabeza.

''Rek'Sai'', susurró aterrado. Cuando se giró, se dio cuenta de que la roca estaba perforada y formaba varios túneles.

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