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Vladimir, El segador carmesí

Vladimir, maestro de una ancestral brujería prohibida, representa uno de los misterios más antiguos de Noxus. Estuvo presente en el auge del imperio, y desde entonces ha influido profundamente en sus fundamentos... pero él no conserva muchos recuerdos de aquellos tiempos. Posee una mente mortal y, por ese motivo, la mayor parte de su vida prolongada de forma antinatural no perdura en su memoria, sino en sus crónicas.
La historia le ha perdido la pista a Vladimir en muchas ocasiones, aunque sus páginas están plagadas de personajes que se sospecha que podían ser él. La leyendas hablan del príncipe de un reino amenazado por los infames oscuros cuando su terrible guerra llegó a Valoran. Con la corona de su padre en juego, y muchos más herederos por delante de él en la línea de sucesión, el desafortunado joven fue vendido como prisionero a los dioses guerreros de antaño.
Los mortales no eran más que ganado bajo la tiranía de los oscuros: su supremacía, manifiesta en las brujerías que ellos mismos habían fraguado (las artes de elaboración de carne y transmisión de sangre), les otorgaba control hasta sobre la propia vida.
Creyéndose superior a otros vasallos mortales y, por tanto, merecedor de tal poder, Vladimir fue el primero de su clase a quien se permitió estudiar esta aterradora magia. Su devoción le permitió ocupar un lugar de honor en las tropas de su mecenas y el derecho a practicar la hemomancia y a imponer la voluntad oscura sobre seres inferiores. Con el tiempo, el dios de la guerra terminó viendo con regocijo como Vladimir gobernaba a sus súbditos con tan poca compasión como los propios oscuros.
La caída de estos crueles tiranos aún vive en las leyendas. Un relato al respecto escrito en alto shurimano, una lengua ahora muerta, se encuentra oculto en el Bastión Inmortal. En él, se especula que el maestro de Vladimir no terminó encarcelado como tantos otros de los suyos, sino que murió a manos de su propia tropa. Los pocos mortales que sobrevivieron huyeron, llevándose consigo el conocimiento que tuvieran de la magia de sangre.
Algo que nadie sabe (excepto el propio Vladimir) es que fue él quien asestó el golpe final. Demacrado, ciego y loco por culpa de la radiación que provoca la destrucción de un oscuro, absorbió suficiente energía como para renovar una carne que nunca debió superar la esperanza de vida de un mortal.
Y, desde entonces, es algo que ha hecho incontables veces a través de rituales de tal vileza que muchos no osan ni mencionarlos.