Sivir parte 2

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Sivir se derrumbó en agonía; su sangre comenzaba a empapar la arena. Cassiopeia abrió la puerta de la tumba haciendo uso del propio Chalicar, ajena al hecho de que había activado el maleficio que pesaba sobre ella. Sivir, al borde de la muerte, presenció como una serpiente de piedra cobraba vida ante sus ojos y marcaba con veneno la piel de Cassiopeia. Lo último que la mercenaria llegó a escuchar antes de perder el sentido fueron los bramidos de dioses enloquecidos que, liberados de la tumba, se disponían a pisar la tierra una vez más...

Pero el destino, al parecer, todavía le tenía algo reservado a Sivir.

Lo desconocía, pero en las venas llevaba el último trazo de una dinastía real antigua. Cuando despertó, se encontró bajo el cuidado de nada más y nada menos que Azir, el último gobernante del imperio, a quien se le había negado su ritual de Ascensión y se había convertido en leyenda. La sangre que ella había derramado había despertado su espíritu tras casi tres mil años, había completado el ritual y lo había imbuido de todo el poder celestial de un dios emperador. Allí, en el oasis del amanecer, Azir usó las aguas curativas de aquel sagrado estanque para, como si de un milagro se tratase, enmendar la herida mortal de Sivir.

Ya había oído relatos sobre Azir y la profecía de su regreso, y siempre pensó que solo los necios se podían creer esas bobadas... y ahora no podía negar lo que estaba ocurriendo ante sus ojos. La tierra se dividió y unas inmensas columnas de polvo se arremolinaban en el aire cuando la antigua ciudad de Shurima emergió de su tumba, coronada por un gigantesco disco dorado que brillaba con los etéreos rayos del sol. Conmovida y agitada, Sivir huyó con el Chalicar colgado a la espalda.

Aunque nada le habría gustado más que volver a su vida anterior, se vio inmersa en las luchas de poderes tan grandes que se escaparían a la comprensión de la mayoría de mortales. En la ciudad de Vekaura, se topó con otro ser Ascendido, el mago liberado Xerath, que estaba dispuesto a acabar con el linaje de Azir para siempre. No obstante, con la ayuda del erudito Nasus y una joven tejedora de piedra llamada Taliyah, Sivir logró sobrevivir.

Ahora ha llegado el momento en el que debe escoger un camino: asumir el destino que se le ha adjudicado o labrarse uno ella misma entre las arenas movedizas de Shurima.

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