Shen parte 2

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Reprimiendo la angustia que sentía, lideró al resto de los Kinkou hasta la seguridad de las montañas. Shen tomó la espada espiritual de su padre y asumió el título de Ojo del Crepúsculo. Su cometido no era vengarse, sino reconstruir la orden. Con la esperanza de recuperar su solidez, comenzó a reclutar y a entrenar a más adeptos siguiendo los preceptos básicos.

Una acólita en particular demostró tener un potencial sin límites. Shen enseñó a la niña, Akali Johmen Tethi, a dominar las artes del sigilo y el subterfugio. Su madre, Mayym, había luchado junto a Kusho bajo el título del Puño de la Sombra, y todo parecía indicar que su hija seguiría el mismo camino. Aun así, Shen se veía obligado a pedirle moderación a Akali cada vez que esta buscaba venganza contra sus enemigos mortales.

Cuando Noxus se retiró por fin, muchos jonios celebraron la victoria de la resistencia. Otros, como Shen, padecieron las consecuencias de la guerra: continuó con su labor pero, en privado, luchaba contra el odio que sentía por Zed y le asaltaban dudas acerca de su propia capacidad de liderazgo. Los años de conflicto se habían cobrado un precio muy alto en las Tierras Primigenias y Shen no tenía claro que la renovada orden Kinkou pudiera llegar a restaurar el equilibrio.

De hecho, cuando Akali se convirtió en el nuevo Puño de la Sombra, sintió que esta comenzaba a distanciarse. Con el tiempo, Akali criticó abiertamente sus enseñanzas y dejó la orden.

Shen meditó vigilando las estrellas y entendió que Akali tendría que buscar su propio camino... y los Kinkou, también.

En ocasiones, en medio de las luchas invisibles del reino espiritual, Shen sigue apreciando el valor de sus creencias. Nunca ha dejado que sus emociones le impidan preservar la tradición, pero la pregunta sigue siendo la misma: ¿cuánto tiempo puede un hombre caminar por dos mundos, sin que los actos de uno destruyan el otro?

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