Senna, La redentora

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El viaje de Senna para convertirse en Centinela de la Luz comenzó en la oscuridad. Comenzó con la Niebla Negra...
Se cruzó con la Niebla por primera vez cuando era muy joven, un año en el que la ruina de un Harrowing pasado alcanzó las costas de su isla natal. Al entrar en contacto con seres vivos, los restos de Niebla Negra presentes entre la destrucción despertaron. Por suerte, tanto ella como su aldea sobrevivieron a la tormenta de almas en pena gracias a la intervención de un Centinela cercano. Sin embargo, tras el ataque, parecía que Senna atraía de alguna forma la Niebla restante.
Estaba maldita; había quedado marcada por la oscuridad y los horrores de la Niebla la perseguirían para siempre, atados a ella como una polilla a la luz de una vela. No tenía forma de prever cuándo volvería a aparecer. Sin embargo, lo peor de todo era cuando no lo hacía, pues Senna vivía con el temor de lo que le esperaba en cada rincón sombrío.
El Centinela que la había salvado, un brusco veterano conocido como Urias, no entendía por qué la Niebla se sentía tan atraída por la solitaria muchacha. No obstante, no dudaba que, para sobrevivir, la chica debería aprender a luchar contra ella. Por ese motivo, Senna acabó por unirse a los Centinelas de la Luz, una orden sagrada cuyos orígenes se remontaban a las Islas Bendecidas, el lugar del que había surgido la Niebla Negra. La muchacha dominó rápidamente la pistola reliquia que Urias le confió y demostró una destreza innata a la hora de frenar las fuerzas de la oscuridad, pues aprendió a convertir la fuerza de su alma en munición luminosa.
A pesar de que Senna cada vez se sentía más capaz de confiar en las hurañas indicaciones de Urias, aprendió a mantener las distancias con el resto del mundo. Si permitía que alguien se acercase demasiado, acabaría por hacerle daño cuando la Niebla apareciera de nuevo. Tanto ella como Urias pronto descubrieron que nunca podría quedarse mucho tiempo en el mismo lugar, pues todos aquellos que les ofrecían cobijo acababan tarde o temprano asediados por las sombras. Tras la muerte de Urias, Senna creía que jamás podría volver a acercase a alguien.
A regañadientes, decidió buscar a la familia de Urias en Demacia para compartir con ellos las tristes noticias. Allí conoció a su hijo, Lucian, que se negó a dejarla tranquila hasta que Senna accedió a que la acompañara a la vigilia de su padre. Por primera vez, Senna sintió que se ponía nerviosa, pues no estaba segura de si los muros que había levantado para mantener al margen a los demás serían capaz de protegerla frente a alguien tan testarudo y lleno de humor y cariño. Con el tiempo, resultó evidente que Lucian había encontrado su lugar junto a los Centinelas y como compañero de lucha de Senna.

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