Seraphine, La cantante soñadora

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En Piltover, donde el sueño de uno puede convertirse en el progreso de todos, nace una estrella.
De pequeña, a Seraphine le apasionaba la música, sobre todo las nanas de su padre. Eran canciones preciosas pero tristes. Su padre y su madre, originarios de Zaun, se habían mudado a Piltover, la Ciudad del Progreso, en busca de una vida mejor.
Seraphine se asomaba por la ventana del taller de hexacústica de sus padres, donde la tecnología de sonido estropeada volvía a funcionar, y cantaba junto con las calles. Los cánticos de las Puertas del Sol, el silbido de los aprendices e incluso la melodía de las conversaciones... En una ciudad como Piltover, Seraphine nunca estaba sola.
Con el tiempo, se dio cuenta de que podía sentir canciones demasiado privadas y personales que no oían las personas normales y corrientes. La intensidad de sus talentos creció con ella. Oía el alma de cada individuo, afectuosa o cruel, y esto convertía las calles que tanto había adorado en una abrumadora cacofonía de deseos opuestos. ¿Cómo iba a comprender las voces si no cantaban en armonía? Algunos días, se escondía en un rincón, temblando y tapándose los oídos, incapaz de escucharse a sí misma en medio de aquel caos.
Los padres de Seraphine lo habían abandonado todo para que ella pudiera nacer en Piltover, así que se les partía el alma verla en ese estado. Utilizaron todos sus ahorros para comprar un fragmento de un cristal hextech inusual, con el que fabricaron un dispositivo que mitigaba su oído mágico. Así, la muchacha consiguió disfrutar del silencio por primera vez en años.
Sin embargo, en ese silencio escuchó algo; a alguien, más bien. El cristal tenía consciencia, nacida de la sangre de brackern. Era una voz amable. En un himno de desiertos lejanos y antiguos conflictos de ancestros, miles de años de historia cantaban al unísono.
Seraphine, asombrada, pidió que le mostrara el camino. Se sentía abrumada por los anhelos de su alrededor y le preocupaba no encontrar su canción. ¿Y si ella era tan solo las voces de los demás?
—Todos nos labramos a través de las voces de otros —le respondió la voz en forma de canción.
Y, lentamente, Seraphine aprendió a controlar el ruido. La voz la ayudó a comprender cómo entenderse con una multitud, cómo cantar con ellos, y cada vez dependía menos del amortiguador de sonido. La primera vez que actuó ante un público con la intención de probar sus habilidades, estaba hecha un flan. No obstante, siguió cantando, y la audiencia fue creciendo. No tardó en actuar en los recintos más grandes de Piltover, y sus fans hacían colas interminables para verla. A pesar de todo, sentía que faltaba algo, tanto en el público como en ella misma. Por lo tanto, tomó la decisión de buscar otro punto de vista en Zaun, la ciudad de la que venían sus padres y de la que tanto se habían esforzado por marcharse.
Cuando se montó en el ascensor y descendió, Seraphine se sintió en casa y como una extraña a la vez. Allí oyó estribillos de resiliencia y ambición, igual que arriba, pero con un tamborileo de libertad único. A medida que pasaba más tiempo allí abajo, empezó a percibir otras cosas. Dolor. Miedo a los barones químicos que controlaban todas las oportunidades. Odio a los piltis pijos y arrogantes de arriba. Había una disonancia enorme. Empezó a actuar y a escuchar a este nuevo público; sus corazones entonaban sus dificultades. Las dos ciudades estaban divididas por algo más que un mero desacuerdo, y ella quería arreglar eso, quería unión. Sin embargo, escuchaba siempre el mismo estribillo: "En Zaun, las cosas no son fáciles".
Empezó a sentir cada vez más que Piltover no era su hogar.
La voz de su cristal hextech le había contado lo que podía suceder si se daba rienda suelta al odio. Seraphine no iba a permitir que eso le sucediera a las ciudades a las que adoraba. Convenció a sus padres para que la ayudaran. Desmontaron el amortiguador y reutilizaron el cristal para el fin contrario: una plataforma que, en lugar de silenciarlos, amplificara sus talentos, por lo que sería capaz de oír a los demás en toda su complejidad. Se llevó la plataforma como si de un escenario se tratase y se instaló en el Entresuelo, entre Piltover y Zaun. Entre la multitud y las luces deslumbrantes, oyó a los ciudadanos de ambos mundos, que se habían reunido para escucharla.
Esta canción era nueva. No se trababa solo de comprensión, sino de unidad.
No era perfecta, y quizá nunca lo sería, pero su voz importaba. De esta forma, Seraphine se dio cuenta de que quizá podría ayudar a los demás a encontrar también su voz.
Seraphine se ha convertido en una superestrella tanto en Piltover como en Zaun. Con el poder de sus talentos y potenciada con hextech, amplifica las voces de aquellos con un atisbo de optimismo, porque, para ella, todo el mundo importa, sobre todo las personas que no las tienen todas consigo. La inspiran, y hará todo lo posible para inspirarlas a ellas.

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