Syndra parte 2

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Sin embargo, Syndra comenzó a frustrarse al ver que, en vez de ganar más control, su magia comenzaba a debilitarse conforme pasaban los años. Konigen empezó a encerrarse cada mañana a meditar en soledad en vez de enseñarle cosas nuevas, así que se enfrentó a él. El hombre, con la mandíbula tensa por el agotamiento, le confesó que había hecho lo posible para disminuir su poder para protegerla. Le contó que semejante magia oscura podía tener efectos impredecibles y peligrosas, y Syndra había superado con creces los poderes de su mentor.

Se sintió más traicionada que nunca. Konigen intentó calmarla, pero solo logró alimentar su rabia... Y, en ese momento, él perdió toda la concentración.

Los cimientos del templo se estremecieron. La luz del alba palideció. Syndra se iba elevando en el aire a medida que las decepciones se disparaban en su interior. Arrancó orbes oscuros que flotaban en el aire, los lanzo y atravesó con ellos el cuerpo de su mentor, obligándolo a sentir, mientras moría, toda la amarga furia que ella experimentaba.

El techo cedió y empezaron a llover escombros que acabaron enterrando en polvo los sagrados jardines. Syndra centró sus poderes en lo que quedaba del templo, lo que provocó la emisión de ondas expansivas por todo Fae'lor y drenó la magia de la propia isla.

Nunca se había concentrado energía tan negativa en un solo lugar, así que el espíritu de Jonia se manifestó para combatirla. El lecho de roca se abrió a los pies de Syndra, lo que la arrastró a una profunda cueva bajo tierra. Unas raíces la condujeron a un estanque de agua viva que inhibía sus poderes y la apresaron en un letargo mágico.

Syndra durmió durante lo que pareció una eternidad. La mayoría del mundo incluso olvidó que había existido.

La guerra con el imperio noxiano dividió al pueblo de Jonia y aquellos que antaño habían vigilado Fae'lor terminaron despertando a Syndra. Algunos iban con la intención de matarla, y otros con la esperanza de que les ayudara contra Noxus. Sin embargo, Syndra desató el caos sobre todos ellos. Se negó a ser un peón en el juego de otros. Derribó las murallas de la fortaleza que se había construido en la parte alta de la isla en la que estaba presa y erigió una imponente torre hacia el cielo que la llevaría muy lejos.

No la iban a controlar. Nunca más.

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