Zilean, El guardian del tiempo

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Icathia no siempre ha sido la tierra más desolada y maldita de Runaterra. En tiempos pasados, alojó a una rica y diversa civilización gobernada por el benevolente Axamuk, el último de los reyes hechiceros. A medida que el imperio shurimano se iba extendiendo a lo largo y ancho del continente, los esfuerzos de Axamuk por fomentar la coexistencia pacífica fueron ignorados, y los dioses guerreros de la Hueste Ascendida arrasaron su ejército.
A pesar de la lección de humildad que supuso la derrota, muchos de los ciudadanos de Icathia vieron en ella una oportunidad para el progreso mutuo. Aceptaron la oferta de un gobierno autónomo aunque despótico, y fundaron un consejo integrado por grandes magos, filósofos y legisladores para que supervisaran la transición.
Después de casi nueve siglos de gobierno imperial, un joven llamado Zilean se unió al consejo. Era un mago elemental con un dominio prodigioso de la realidad física que había sido alumno de las mentes más brillantes de la época: el gran Yun de Ixtal y los astromantes de Faraj, entre otros muchos.
Había un aspecto del mundo material que aún no había conseguido comprender del todo, pero estaba decidido a conseguirlo: el tiempo.
El tiempo era la única constante inevitable. Ni siquiera los poderosos dioses guerreros eran inmunes a sus efectos, a pesar de que se los adorara sin igual en la cultura shurimana.
Zilean, en su papel de miembro del consejo político, era capaz ahora de apreciar con más claridad la insatisfacción que se extendía lentamente entre los ciudadanos de Icathia. A pesar de que su tierra era el hogar de algunos de los líderes más heroicos y pensadores más revolucionarios del imperio, nunca se había considerado a ninguno de ellos merecedor de la Ascensión. Una y otra vez, el consejo enviaba peticiones al emperador, y este les continuaba denegando el acceso al disco solar sin ofrecerles ninguna explicación al respecto. Icathia había compartido mucho con el imperio, pero parecía que sus ciudadanos jamás serían considerados como iguales.
El resentimiento de Zilean crecía, pero no se atrevía a hablar abiertamente de una posible secesión con sus compañeros del gobierno. Zilean era patriota hasta la médula, pero la Hueste Ascendida consideraba que la única respuesta ante una rebelión era aplastar a los responsables. Se lo envió como mensajero a Kahleek, Kalduga e Ixtal en busca de una solución diplomática. A lo largo de su vida, Zilean había reunido a muchos aliados, y les suplicó que lucharan por Icathia.
Todos le dieron la misma respuesta: jamás desafiarían a Shurima. Si Icathia deseaba hacerlo, lo haría sin su respaldo.
Ya de vuelta a casa, se sorprendió al descubrir que el consejo había decidido coronar a un nuevo rey hechicero.

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