Tahm Kench, El rey del río

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Los canales de Valoran son antiguos, pero el demonio Tahm Kench lo es mucho más. Desde las sucias tiendas de apuestas del río Serpentino hasta las doradas casas de apuestas de Piltover y Zaun, pasando las salinas mesas de dados de Aguas Estancadas, todos aquellos que han envidiado alguna vez las riquezas de alguien conocen el hambre insaciable que se apodera de ti si te encuentras con el Rey del Río.

Las primeras referencias a esta criatura provienen de gente que surcaba el Serpentino. Nos advertían de la existencia de un pez gigantesco de boca descomunal que atraía a la gente insatisfecha con promesas de mejora. Una de esas historias trata sobre un joven famoso por su honestidad. Era balsero, pero deseaba salir de la pobreza de las orillas que tan bien conocía, y el Rey del Río le prometió una experiencia inolvidable a cambio de contar una mentirijilla. No parecía ser para tanto, así que el balsero faltó a la verdad en una conversación con su propio hermano.

Esa noche apareció el demonio y le mostró al balsero una bifurcación en el río que no conocía. Lo siguió hasta un campamento de gente extranjera, que le ofreció comida, bebida y compañía. A las primeras luces del alba, el balsero tenía el buche lleno y estaba listo para regresar con su gente, pero el demonio apareció de nuevo y le prometió una experiencia aún mejor si contaba otra mentira. Con ello redobló el interés del hombre, que aceptó y faltó a la verdad con sus anfitriones. El río se volvió a dividir, y el balsero lo siguió hasta llegar a una velada de lujos todavía mayores. Este proceso se repitió una y otra vez, hasta que el hombre, que antes era un ejemplo de probidad, pasó a mentir con la naturalidad propia de quien llevara haciéndolo toda la vida.

Cuando el río finalmente desembocó en el mar, se encontró solo y perdido: ya no quedaba nadie a quien mentir. Tantas elecciones funestas, todas ellas tomadas por él, habían privado al balsero de toda posibilidad de regresar a casa.

El río salado que cruza el continente propagó las historias del Rey del Río en las Islas de la Llama Azul, donde su leyenda creció hasta tal punto que incluso lo acuñaron con un nombre local: Tahm Kench. En Aguas Estancadas, las fortunas se ganan y se pierden en un suspiro, y la marea trae tantas riquezas como se lleva. Muchas historias de tabernas hablan del viejo Tahm, un demonio acuático con un apetito insaciable por los juegos de azar que se convirtió en la enseña de muchas de las casas de apuestas y de pecado de la ciudad.

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