Porque en la vida nunca bastaba, Gaspar creía conocer la felicidad plena junto a su novia, pero un día se da cuenta que nada de eso es real, anhela nuevamente esa libertad, ese deseo de volver a ser como antes. Dejando atrás una ciudad que lo vio na...
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Valentina Fuentes
Pasada la mejor navidad de su vida, disfrutando los hermosos días siguientes, se dio cuenta que jamás había sido completamente feliz. Pero como siempre, todo en su vida volvía a ser igual. Se tendía a nublar de gris, un día despertó con un mensaje que la estremeció.
"Sabemos dónde estás, no te escaparás fácilmente de nosotros"
Sabía quiénes eran, y desde ese día todo fue empeorando. Trató de tranquilizarse, pero no lo lograba, esperaba como todas las noches a Gaspar, pero él no volvió a ir a su habitación. Lo peor de eso, es que no quiso presionarlo, sabía que todo era más difícil para él, no la entendería, él tenía una familia de lujo, en cambio la de ella era una locura.
Pasó los días con Isabel mientras Gaspar y su padre arreglaban el yate. Ella era una mujer admirable y demasiado inteligente, y era de esas personas tan especiales que compartía toda clase de conocimiento con ella, poco a poco se dio cuenta la importancia de las terapeutas, sobre todo en pequeños que lo necesitaban, como ella. Niños que sufrían maltratos, abusos, y problemas de aprendizajes. Sus días pasadas las fiestas se transformaron en lecturas y conversaciones extendidas, con Isabel.
Extrañaba demasiado los besos de Gaspar, pero jamás se sintió sola. La madre de él se encargaba de eso, estaba un día en la habitación, cuando vio el regalo que había comprado para Vicente, el vecino. Lo iba a tomar, cuando escuchó la voz de Isabel que la llamaba.
-Cariño ¿te puedo pedir un favor?- Le dijo ella mirándola por encima de sus gafas, estaba con unas mujeres en el salón.
- Buenos días... Claro, Isabel.- Le dijo sonriendo.
- ¿Puedes llevarle éstas cartas a Vicente? Las metieron cambiadas al buzón, creí haberlo visto en el jardín.- Valentina, asintió y recibió los sobres, encontró la ocasión precisa para poder entregarle el presente, y subió las escaleras excusándose que le faltaba algo. Tomó el paquete y bajó sin llamar mucho la atención, llegó al jardín de los vecinos pero no veía por ningún lado a Vicente, caminó con cuidado por la entrada de piedra que llevaba a una puerta de servicio.
- ¿Vicente?- Escuchó un sonido y fue de donde provenía, pero no vio al hombre, en cambio había una mujer con una bata de seda, y una taza en las manos, y estaba de espaldas a ella. Pero al sentir sus pasos se volvió.
- ¿Disculpa? ¿Quién eres?- El ceño levemente fruncido de la mujer, no hacía juicio ni le quitaba belleza, la cabellera rubia levemente encanecida, le daba un aire de grandeza que no supo definir.
- Hola, soy la visita de sus vecinos, Isabel me envió a dejar estos sobres...
- Eres Valentina...- Dijo ella, tomando los sobres que ella alcanzaba, Valentina se sintió observada, siendo evaluada con detalle bajo la mirada de esa mujer.- Mi nombre es Hilda, soy la mujer de Vicente. A él lo conoces...