Capítulo 31

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Gaspar Ferrada

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Gaspar Ferrada

La ofuscación que sentía, le hacía apresurarse para salir de ahí. Pero entonces sintió que alguien lo detenía. Su padre le hizo una señal, y lo metió a la oficina.

-¿Le dijiste la verdad?- Su pregunta lo tomó desprevenido, pero entonces captó.

- No, Samuel se refería a otra verdad.- Dijo sentándose en el sillón de cuero, que su padre tenía en una esquina de la oficina.- Estoy cansado, padre. Estoy agotado de pensar tantas cosas, de hacer como si nada pasara.

- Ya te dije que yo te ayudaría, no es fácil saber algo tan importante, no es menor saber que ellos son sus padres biológicos. ¿Te das cuenta del impacto que podrías provocar en ellos? Viste como estaba Hilda, se está muriendo por dentro, Gaspar. No podemos ocultar esto.

- Dame un día, mañana hablaré con ella... cuando esté más tranquilo. Ahora papá, necesito estar solo. No quiero hablar con nadie. Iré a dormir donde Esteban. No le digas a nadie.

- No creo que sea correcto, pero si es lo que quieres... hazlo.

Salió de la oficina, y subió a toda velocidad a su dormitorio, quería quitarse la camisa y ponerse algo más cómodo. Se sentía que se había expuesto delante de todos, y eso lo hiciera más débil ahora. Su corazón se apretó y entró en penumbras. Pero entonces la luz del velador se encendió, y vio a Camila sentada en la cama, con un sobre blanco en las manos. Lo peor de todo era que sabía lo que contenía, y al ver su rostro supo que ella también.

-No podría ser peor, que la mujer que trae tu ex, sea para mi desgracia, la hija que mis padres han buscado por más de veinticinco años... y la razón por la que siempre me han sobreprotegido. ¿No crees que el destino sea demasiado cruel conmigo? ¿Sabes cuántas veces soñé con su rostro? Mis padres siempre hablaron que era como un ángel, toda rosada de ojos grandes y hermosos, si hasta dibujaba cuando era pequeña que estábamos tomadas de la mano, ella y yo. Pero con el tiempo, se dejó de hablar de ella, es como si hubiésemos pausado su recuerdo, pero ahora entiendo la enfermedad de mi madre, siempre ha sentido que estaba viva, jamás dejó de luchar, mi padre pensaba que teniéndome a mí, lo olvidaría o se consolaría, pero un hijo no se olvida, menos se reemplaza. Ese amor es tan grande que suprime todo el resto, mi madre se dio cuenta que ya no la necesitaba, y comenzó a enfermar. Sus recuerdos eran más fuertes que nunca, y las pesadillas no dejaban de atormentarla, ella siempre la veía viva, como bebé, pero viva.

- Cami...- Dijo sentándose a su lado. Pasó un brazo por encima del hombro, y la abrazó.- Lo lamento...

No supo durante cuánto tiempo sollozó en sus brazos, pero el mundo parecía estar deshaciéndose a sus pies, las barreras se estaban cayendo una a una, sin siquiera haberse dado cuenta.

-¿Hace cuánto lo sabes?- Le preguntó Camila.

-Al principio sólo eran sospechas, pero con exámenes desde hace cinco días.

Sabor a Mar [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora