Capítulo 34

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Gaspar Ferrada

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Gaspar Ferrada

Marzo 2019, Okiwana, Japón.

Parecía que dos meses sin verla, doce horas de diferencia con Chile y una dosis excesiva de surf, haría que la olvidara y dejara de añorar su presencia cada vez que se iba a dormir, o cuando despertaba y soñaba tocando su vientre.

Estaba viviendo la vida que siempre había soñado, viajar a una isla donde las olas eran inmensas y se respiraba solo tranquilidad y surf. Pero aún así no era suficiente, la sensación de estar en la piel de otra persona lo hacía muchas veces vomitar todo lo que había comido, llorar sin poder contarle a nadie lo que le pasaba. Una porque entendían muy poco inglés en Japón, para no decir que ni siquiera sabían donde estaba Chile en el mapamundi. Era casi humillante, pero después de un mes ahí, se había acostumbrado con esas personas, aunque un poco serias y frías, lograban tener un contacto y una familiaridad pocas veces vista en él.

El país estaba emocionado con el Surf, se acercaba los JJOO en Tokio 2020 y por primera vez en la historia del Surf sería reconocido como un deporte olímpico. Y todos los días conocía personas nuevas, que venían de diferentes lugares del mundo, conociendo esas magníficas olas.

Todos los días corría, hacía pesas, practicaba con el saco de arena y se sentía más en forma que en toda su vida. Todos los días a las 10 de la mañana llamaba a su familia vía skype y reía a carcajadas con Diego, Emilia con su pancita de ya casi seis meses, sus padres llorando al verlo cada vez más delgado. Pero ninguno jamás le volvió a mencionar a Valentina, mientras que él estaba recién despertando ellos estaban por irse a dormir, así que siempre los llamaba a esa hora.

Cuando se llegó el mes de Abril y su tiempo en ese país se agotaba, casi no podía conectarse, ya que se dedicó a recorrer y conocer lo más que se podía. Conoció un argentino mal hablado que lo hacía reír demasiado, y un brasileño con pinta de mujeriego pero con una argolla en su dedo anular, que jamás habló de su señora. Y jamás lo vio concretar con ninguna japonesa, sólo era boca para afuera. En cambio él, cada vez que tenía una oportunidad disfrutaba del sexo femenino, pero parecía una marca difícil de borrar la de Valentina, ya que cada vez que despertaba palpaba el vientre y ninguno era el de ella.

A fines de Abril, arribó su vuelo a Santiago de Chile, su familia completa estaba ahí. Diego y Emilia fueron los primeros en llegar a él, y se fundieron en un abrazo extenso y emocionante. Con sus padres fue mucho más que el anterior, cuando vio detrás se dio cuenta que Hilda, Vicente y Camila también estaban ahí. Les sonrió a todos y los abrazó. Deseaba saber tantas cosas, entre ellas conocer alguna novedad con respecto a Valentina y los Mallorca, pero nada salió de su boca. Comieron en el camino a Pichilemu, y hablaba sin parar contando todo lo que había pasado últimamente en Japón. Encendió el celular y activó los datos, aunque había tenido internet, no pudo conectarse y eso produjo que en menos de dos minutos su celular no dejara de sonar y vibrar.

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