Capítulo 3

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Gaspar Ferrada

Jamás se había divertido tanto como viendo a Valentina, la detuvo cuando tomó su tabla y se iba a tirar al agua.

-No tan rápido, Valentina. La primera lección es fuera del agua, después si pasas la prueba nos metemos.- Ella pareció reírse, de lo fácil que era pero cuando la vio tropezar dos veces, el que se reía ahora era él.

- No me daré por vencida, Gaspar.- podría haber pensado muchas cosas con respecto a la perspectiva que ahora había adquirido, pero la encontró valiente.

-Acuéstate en la tabla, acomoda tu cuerpo para que quede en una posición cómoda y estable. Imagina que nadas encima de esa ola.- Le apuntó una ola que comenzaba, y ella se ubicó en la tabla como le había indicado, al menos era una buena alumna. Con facilidad hizo lo que le pedía, y así el sol comenzó a bajar, y el frío comenzó a calar sus huesos.

- Se puso un poco helado...- Murmuró ella cuando los dientes les castañeaban.

- Creí haber escuchado, que no te darías fácilmente por vencida.

- Así es, sólo lo decía por ti, pareces tener la piel de gallina.- Valentina miraba descaradamente su cuerpo, y algo dentro de él relampagueó. Frunció el ceño, y adquirió una tonta seriedad, pero no quería que ella malinterpretara eso.

- Tienes razón, podemos continuar otro día, cuando volvamos a tener tiempo.

- Me parece excelente idea, ahora muero de hambre y cansancio. Mañana entro a las siete a trabajar.

- ¿Tan temprano? ¿En qué trabajas?

- En el supermercado que está acá, cerca.- Le dijo mirándolo a los ojos, su color seguía impresionándolo. Parecía cambiar de tonalidades en el sol.

- ¿Esos ojos son heredados de tu mamá o papá?- Preguntó intrigado, pero entonces vio surgir un gesto de desprecio que lo impresionó, y desvió completamente su mirada. Se puso colorada, pero no de vergüenza, si no rabia.

- Me imagino que el hombre que me creó, porque en la familia de mi madre, nadie tiene este tono de ojos. Pero como no conozco al hombre que es mi padre, no sabría decirte.- Cerró los ojos por la inoportuna pregunta.

- Lo lamento, no quería parecer entrometido.

- Pero no eres, Gaspar. Te estás metiendo en lugares que nadie te llama. Me voy.- Él la miraba ponerse el vestido apresuradamente, y tomando su pelo medio húmedo. Se estaba escapando apresuradamente, y Gaspar sólo la estaba viendo como se alejaba. Pero entonces se dio cuenta que aún llevaba pillado el tobillo con la tabla.

- Espera...- Dijo pero no fue a tiempo, ya que Valentina cayó a la arena.

- ¡Mierda, mierda, y tres veces mierda!

- Señorita Valentina... ¿qué pasó con los modales?- Se acercó a ella, pero fue directo al pie izquierdo a quitar la cinta, Valentina pareció estremecerse ante el toque, y su estómago cosquilleó. Le quitó las manos de encima, y su ceño se frunció más todavía.

- Primera vez que te veo tan serio, al menos sé que no siempre tienes esa odiosa sonrisa en tu rostro.

- ¿Odiosa sonrisa?- Su comentario, más que molestarle le causó risa, a todas las mujeres les encantaba su sonrisa. Sobre todo teniendo en cuenta, que muy pocas mujeres eran capaces de hacerle sonreír sin mucho esfuerzo.- Vete, estás temblando.

- Sí, hace mucho frío.- Pero Gaspar sabía que ella no temblaba sólo de frío, sus mejillas se habían coloreado de la nada, y no se movió hasta que la vio desaparecer en la calle.

Sabor a Mar [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora