Zarah era una sonrisa honesta.
Aris nunca sonreía.
Zarah era de colores.
Aris era blanco y negro.
Zarah nunca pensó que conocería a alguien como Aris.
Aris nunca pensó que se enamoraría de alguien como Zarah.
Un campamento.
Un amor fugaz.
Un...
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Me había costado mucho dejar ir a Zarah. Sabía que no le ocurriría nada con Liam Williams, pero todos los rumores sobre él me hacían dudar.
Cuando se marcharon, me dirigí a la biblioteca a distraerme un poco. Mi teléfono no dejaba de vibrar inquieto en mi bolsillo.
Pensé en la última vez que nos habíamos visto, aquella cena tan caótica que había terminado de destruir definitivamente a nuestra familia. Empujé la puerta del lugar recibiendo como bienvenida el olor de la madera y las hojas de los libros, y tomé uno al azar para luego sentarme y empezar a leer.
Mi paz fue rápidamente perturbada por una llamada de Amanda. Pensé en simplemente no contestar, pero sabía que siguiría llamando. Así era ella, nunca se rendía.
Su voz temblorosa y aguda parvino a mí oído, parecía estar llorando.
-¿Qué ocurrió?- pregunté sin estar muy preocupado, sabiendo que Amanda era la reina del drama.
-¡Aris! Necesito verte...- dijo sollozando.
Escuchar su voz quebrarse fue lo que hizo que me pusiera de pie inmediatamente y fuera a su habitación.
Amanda podía ser insoportable, pero era casi mi hermana y me preocupaba por ella, y es que ambos teníamos mucho en común.
Toqué la puerta un par de veces y la abrí en cuanto escuché el débil 'pasa' de Amanda.
Estaba sentada en el suelo, junto a su cama, con el maquillaje corrido de tanto llorar y una almohada en la mano como una niña pequeña.
Caminé lentamente hasta ella y me senté a su lado. Ni siquiera tuve que preguntar para saber que ocurría.
-¡Es qué no sé qué más hacer!- gritó entre lágrimas.
Amanda y yo habíamos estado en el mismo internado cuando éramos niños, excepto que Amanda, aún seguía allí.
La razón por la que habíamos vivido allí era simplemente por que nuestros padres trabajaban y no podían ocuparse de nosotros. Recuerdo que una vez, escuché a una de las instructoras del lugar decir que era 'un orfanato de lujo'. Era una inmensa escuela internado de alto nivel en la que pasabas los días de la semana, y en los fines de semana, volvías con tus padres, excepto que mis padres y los de Amanda, nunca pasaban por nosotros.
Miré sus ojos café, profundos y asustados. Sabía que no dejaría nunca a nadie más verla en ese estado, siempre lucia perfecta y feliz, solo una máscara que se había construido.
Apoyó su cabeza en mi hombro y vi como su mirada se perdió, pero entonces empezó a hablar :
-Lo he hecho todo, mis calificación en el internado son excelentes, intento ser lo mejor que puedo, pero nada nunca es suficiente para ellos...-
Esas palabras... Eran palabras tan simples, que hubieran podido también salir de mi boca si fuera más valiente.
-No entiendo, ¿porqué quieres irte a tu casa Amanda? te queda solo un año en el internado, luego tendrás 18 y podrás hacer lo que quieras-le dije para consolarla, pero yo mismo sabía que no era suficiente.
Amanda solo quería la aceptación de sus padres. Es difícil sentirse odiado por quienes se supone deben quererte.
-¿Cómo hiciste tú? Saliste del internado hace 2 años...- preguntó de repente.
Había salido del internado hacia ya dos años, pero eso no significaba que veía a mis padres. En realidad nada había cambiado, tan solo que vivía en mi casa de Nueva York, a base de tarjetas de crédito ilimitadas, una asistente, chóferes y más personal.
Seguía estando tan solo como al principio, excepto que me habían cambiado de cárcel.
-Fue por...- no terminé la frase, Amanda ya había recordado.
-Lo siento, no debí hablar-
-No te preocupes-le dije suspirando.
Su nombre era Elizabeth.
Abracé a Amanda con fuerza, tratando yo también, de olvidarme un poco del mundo y de consolar aquel corazón tan destruido como el mío.
PUNTO DE VISTA DE
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Cuando Liam me dejó en la entrada del campamento, suspiré profundamente. Tenia miedo de no volver a verlo más.
-Prométeme que la llamaras-le dije antes de bajar del auto.
-Lo prometo- dijo, y supe en sus ojos que moría por hacerlo. Bajé del auto no sin darle un gran abrazo y me adentré al edificio para ir a mi habitación : estaba exhausta.
Aún no podía creer que Liam se hubiese internado voluntariamente en un centro psiquiátrico, pero eso me había llevado a pensar en lo que en realidad había pasado en el secuestro, en la muerte de mis padres, en el nuevo trabajo de Ziel... Había tanto que quería saber y entender, pero sabía que Ziel nunca me lo contaría, así que tendría que investigar por mi cuenta. Aún me costaba mucho pensar en lo que había ocurrido, y sentía que cada vez que pensaba en aquella habitación oscura en la que me habían encerrado, me daban ganas de llorar toda una vida. Pero tenía que hacerlo, por mí, por Liam y por mis padres.
Abrí la puerta de mi habitación despacio, temiendo molestar a Amanda que siempre estudiaba a estas horas, pero me encontré con algo muy diferente.
Amanda estaba sentada en el suelo, tranquilamente reposada en los brazos de Aris, justo como yo lo había estado esa misma tarde cuando había ido a verlo después de clases. No pude evitar sentirme más estúpida.
Cuando Aris se cruzó con mi mirada, pude ver sorpresa en ella, pero no veía arrepentimiento, estaba claro que no le importaba.
Amanda me miró confundida al verme petrificada allí, aún sosteniendo la manija de la puerta.
Sin decir nada, salí de allí y corrí sin rumbo, esperando que en algún momento, la tierra me tragase.
