CAP 24-Nunca quise hacerte daño

4.2K 241 24
                                    


PUNTO DE VISTA DE

Después de que tuve la desastrosa conversación con Zarah en el almuerzo, decidí pasar nuevamente al Johnson Institute a ver si tenía suerte y encontraba a Liam

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Después de que tuve la desastrosa conversación con Zarah en el almuerzo, decidí pasar nuevamente al Johnson Institute a ver si tenía suerte y encontraba a Liam. Saber que estaba tan cerca de él  y que no lograba encontrarlo me frustraba demasiado, y sentía como cada día mi corazón se deterioraba un poco más, amenazando con desaparecer totalmente.

Sabía que Mark no quería que continuara esta búsqueda infinita, pero ¿cómo renunciar a la única persona que me había ayudado a encontrarme?
No podía perderlo, no podía siquiera inmaginarlo.

Tomé un taxi hasta el hospital psiquiátrico y me adentré en él con prisa, justo como la primera vez que había venido, hacia ya dos días.

Aún tenía en mente la conversación que había tenido con Zarah.

'No podrás mentirme para siempre' fue lo último que la escuché decir.

¿Tal vez no estaba haciendo lo correcto?
Lo único que quería era protegerla, pero Zarah ya no era una niña y había tomado su decisión.
Tenía que respetarla.

-Buenas tardes, señorita- me saludó la recepcionista de la última vez.

-Me gustaría ver a la doctora Shaiks- dije mirando la tarjeta que me había dado en el encuentro.

-Está en una sección con un paciente, pero puede esperarla afuera de su consultorio- me explicó.

Después de indicarme donde estaba la sala de la doctora, caminé hacia allí y me senté en una de las dos sillas frente a la puerta sintiéndome más nerviosa que nunca.

Sabía en el fondo de mí que no debía estar allí, que debía esperar a Liam hasta que estuviese listo para regresar, porque después de todo eso era el amor, la paciencia. Pero algo me decía que si la doctora había aceptado ayudarme era porque sabía algo que tal vez yo no.

Recosté mi cabeza contra la pared deseando que algún día, Liam y yo podamos estar juntos otra vez, sin tanta tormenta de por medio.

PUNTO DE VISTA DE

Cuando terminé de contarle todo lo que había pasado con Mark y con Jane, mi hermana desaparecida, creí que me desmayaría

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando terminé de contarle todo lo que había pasado con Mark y con Jane, mi hermana desaparecida, creí que me desmayaría. No dejaba de pensar en aquella chica tan deslumbrante, una copia de mi madre. Y al mismo tiempo, las palabras de Mark seguían bombardeando mi mente.

Me estaban asfixiando.

-¿Porqué no le preguntas a Ziel? Después de todo, Mark puede estar mintiendo- me respondió la doctora con cierta duda en su voz, como si supiese algo que yo no.

-No quiero verla- respondí cerrando los ojos con fuerza.- Será feliz con Mark- concluí.

La cita llegó a su fin y me puse de pie muy despacio tratando de controlar mis manos temblorosas y el inmenso dolor que había surgido en mi cabeza. Siempre era lo mismo, la ansiedad era lo único que sabía que nunca me abandonaría.

La doctora abrió la puerta por mí y salió primero, yo salí justo detrás para encontrarme con Ella, sentada en una silla, con la mirada perdida de una niña desamparada.

Miré a la doctora como para confirmar que también la veía y no me había vuelto totalmente loco.

-Me alegra que hayas venido, Ziel- dijo la doctora saludándola, mientras yo me quedaba allí petrificado sin poder mover un solo músculo, diciéndome que no era real y que se esfumaría en pocos segundos. Lo bueno siempre se esfumaba.

Mi mirada se detuvo fija en su rostro, o más precisamente en aquellos ojos grises en los que tantas veces había encontrado luz. Al vernos, Ziel se puso de pie, igual de sorprendida que yo, y sin dar ninguna señal de aviso se lanzó sobre mí y me abrazó con fuerza. Escondió su rostro en mi cuello y pude sentir como lágrimas se deslizaban de su rostro. Yo, en cambio, solo me quedé allí parado, escuchando los llantos del amor de mi vida.

Cuando me soltó, pude ver como el alivio mezclado con la desesperación creaban un tornado en sus ojos.

Nos quedamos allí en silencio hasta que la doctora abrió la puerta de su consultorio y nos pidió de entrar.

Ambos entramos lentamente, como si dentro nos esperase algo doloroso y cruel, tal vez el fin.
Pensé que la doctora entraría con nosotros, pero nos dejo allí solos, dejando que la guerra se desatase de manera gradual, como olas chocando contra una costa de papel.

Nos quedamos de pie, tan solo compartiendo miradas, la tensión rompiéndolo todo a su paso,  incluyendo corazones, almas y esperanza.

-¿Porqué te fuiste?- terminó ella por preguntar, como si hubiese esperado toda una vida para obtener la respuesta a aquella pregunta tan sencilla y corta.

-Porque te quiero-respondí como si fuese una verdad obvia y absoluta, pues no entendía porque tal cuestionamiento.

Vi entonces como el rostro de Ziel se incendió, dejándome saber que mi respuesta la había enojado y había desatado en ella todo lo que había guardado.

-¿Y por eso me abandonaste? ¿Por qué me quieres?- preguntó con fuerza, pero sin llegar a gritar, manteniendo un mínimo de control sobre ella.

La miré algo perdido pues para mí, lo que había hecho era totalmente coherente. No la merecía y eso estaba claro.

La prueba de amor más valiente es dejar ir.

Pude ver cómo en segundos, su rostro cambió y lágrimas empezaron nuevamente a surgir de sus ojos inocentes. Verla llorar era para mí la peor de las torturas y sus lágrimas me apuñalaban despacio, con calma.
Di un paso hacia ella deseando poder calmar su llanto, pero inmediatamente me detuve al recordar que no tenía aquel derecho.

Solo necesitaba saber una cosa.

-¿Porqué estás aquí?- pregunté fingiendo calma mientras mi mente explotaba en miles de dudas.

Ziel se sentó en el sofá y sostuvo su cabeza entre su manos como si tratara de calmar una lucha que ocurría en lo más profundo de su ser.

-¿Sabes porqué?- preguntó de manera sarcástica - porque sigo siendo la misma ingenua que sigue perdidamente enamorada de ti- respondió con odio, pero más hacia ella que hacía mí, y fue en ese instante que me di cuenta que la razón por la que me había ido era en realidad, porque ella seguía siendo la misma y yo, era alguien completamente diferente.

Sentí como esas palabras me rompieron el alma en dos, sabiendo que al final, era yo el culpable de todo y siempre lo sería.

Me tomó unos segundos procesar lo que acababa de decir y plasmarlo en mi mente de manera concisa.

-Nunca quise hacerte daño- dije de manera honesta, dejando que por primera vez fuese mi corazón él que hablará y no mi mente, consiente de que eran las palabras más reales que habían jamás salido de mi boca.

-Entonces vuelve-

Olvídame Ángel (Completa) #OLVIDADOS#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora