PUNTO DE VISTA DE
Cuando terminé de contarle a Zarah lo que había ocurrido con Elizabeth, ni siquiera me di cuenta de que una lágrima rebelde se había escapado de mi ojo y se deslizaba lentamente por mi mejilla fría. Como respuesta, Zarah tomó mi mano haciéndome sentir menos solo en aquel tornado de recuerdos y dolor que había empezado a destrozar mi mente, pero que de alguna manera me liberaba de aquel peso que era el silencio.
-Vamos- le dije poniéndome de pie sin soltar su mano, y empezamos a caminar en dirección a su casa en un silencio reconfortante, de esos que curan el alma y callan a un corazón que grita.
Ahora que aquella historia había salido de mi boca, las preguntas que tuve cuando era niño volvieron a invadirme, diciéndome que no podía seguir escapando de aquella que después de todo, era mi vida.
Hacía bastante frio y lo sabía por la mano helada de Zarah que sujetaba la mía, en cambio mi cuerpo parecia haberse inmunizado a la temperatura, caminando de manera monótona entre las iluminadas calles de Nueva York.
-Te quiero- escuché entonces en un susurro, y me di cuenta que ya estábamos frente a la mansión.
-Yo también- susurré besando su frente con delicadeza mientras la envolvía en un abrazo.
La vi adentrarse a la casa entre las sombras y me quedé allí unos minutos, aún sin saber qué había hecho para merecer la paz que sus ojos me brindaban.
Con aquel pensamiento de esperanza, caminé hasta mi casa que se sentía todo menos mía, y me encerré en mi habitación. Tomé una ducha de agua fría esperando que desapareciese un poco el caos que se había formado en mí, pero aquello no funcionó y mis lágrimas empezaron entonces a unirse con las gotas de agua sobre mi rostro mojado.
Por primera vez no intenté controlarlas, y solo me quedé allí, ajeno a lo que me ocurría y a la ola de sentimientos que se había amparado de mí súbitamente, tan extraña y lejana, como si los sentimientos fuesen algo antiguo para mi corazón y lo estuviese descubriendo nuevamente.
Salí de la lucha y me vestí lentamente sintiendo como mis puños ardían por la pelea que había tenido con Frederic, y me acosté luego en mi cama, sabiendo que mi alarma para ir a la escuela sonaría en menos de seis horas. No cerré los ojos un solo segundo, no pudiendo despejar mi mente de las preguntas que me bombardeaban, tal estrellas cayendo sobre la tierra en forma de meteoritos.
(...)
Aún estaba despierto cuando la maldita alarma sonó, rompiendo el silencio que invadía mi habitación oscura. Me puse de pie a regaña-dientes y empecé a prepararme para mi segundo día de escuela, sintiéndome demasiado cansado como para siquiera pensar claro.
Cuando bajé las escaleras, mi madre ya me esperaba sentada en el sofá, con los brazos cruzados sobre su vientre de embarazada.
-Quiero saber qué diablos pasaba por tu cabeza cuando hiciste aquel escándalo de ayer.- me gritó enfadada.
Cerré los ojos con fuerza teniendo unas horribles ganas de responderle:
"¿Y qué pasaba por la tuya a la hora de elegir un nombre idéntico al de Elizabeth?", pero decidí simplemente quedarme callado, sintiéndome demasiado cansado como para pelear con ella.
-Que sea esta la última vez que me avergüenzas de esa manera, Aris- me amenazó siguiéndome hasta la cocina dónde yo empezaba a servirme mi desayuno. Al ver que la ignoraba, su furia solo se hizo mayor y sus gritos más fuertes.
-Tienes que entender que Elizabeth ya murió y que ahora tendras una nueva hermana- dijo mirándome directo a los ojos.
-¿Porqué la odias tanto?- terminé por preguntar.
Porque eso era, odio. Una madre que odiaba a su hija.
Mi madre me miró sorprendida, como si no esperase una respuesta tan directa, y fue entonces cuando vi que si tenía razón.
-No lo entenderás nunca, Aris- dijo dándose la vuelta y saliendo de la cocina, escapando de mi interrogación, como siempre.
¿Entender qué?
Me senté en la mesa ignorando su locura y empecé a comer mi desayuno sin demasiadas ganas mientras miraba mi teléfono. Un mensaje en particular llamó mi atención.
"Tengo algo que mostrarte, espérame detrás del edificio de ciencias en cuanto llegues a la escuela.
Z"
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Olvídame Ángel (Completa) #OLVIDADOS#2
RomanceZarah era una sonrisa honesta. Aris nunca sonreía. Zarah era de colores. Aris era blanco y negro. Zarah nunca pensó que conocería a alguien como Aris. Aris nunca pensó que se enamoraría de alguien como Zarah. Un campamento. Un amor fugaz. Un...