Zarah era una sonrisa honesta.
Aris nunca sonreía.
Zarah era de colores.
Aris era blanco y negro.
Zarah nunca pensó que conocería a alguien como Aris.
Aris nunca pensó que se enamoraría de alguien como Zarah.
Un campamento.
Un amor fugaz.
Un...
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-Ya estás lo suficientemente borracha-me regañó Aris tomando mi vaso y poniéndolo en la mesa.
Me preparé para protestar, pero mi cabeza daba vueltas y a penas lograba enfocar su rostro.
-Deja de molestarla Aris- me defendió Ryan-Se está divirtiendo-
Pude ver como Aris miraba muy mal a Ryan. Se estaba molestando.
Justo eso quería, molestarlo.
Me puse de pie a duras penas tomando la mano de Ryan y lo llevé afuera bajo la mirada sorprendida de Aris. Lo que estaba haciendo no era correcto, utilizar a Ryan para darle celos a Aris era sin duda inmaduro de mi parte, pero por alguna razón, no le di importancia.
No habían muchas personas en la acera, pero si muchos autos, lujosos y brillantes.
Ryan tomó mi mano y me acercó a él.
-Espera... - dije con la respiración corta. Hacía mucho frío.
-Tú y yo podemos divertirnos- dijo envolviéndo mi cintura con sus brazos.
Estaba muy mareada.
-No, espera-dije empujandolo para que me soltase, pero su agarre seguía intacto. Ryan nunca se había pasado de la raya conmigo, de seguro estaba borracho también.
-Sueltame- le pedí empujándolo, pero Ryan solo sonrió, como si se estuviese divirtiendo.
-Sueltala-
Esa palabra había sonado dura, y se repetía en mi cabeza pero no veía quién las había dicho, estaba demasiado mareada.
Ryan me soltó de golpe haciendo que casi cayera, y luego lo vi desaparecer por la puerta de la discoteca.
Me recosté de la pared para lograr concentrarme un poco, pero todo estaba borroso. Sentí entonces que me pusieron algo encima, una especie de manta, y luego tomaron mi mano.
Aris.
Me llevó hasta un auto color negro e intentó que entrará, pero yo me negué.
-No me quiero ir- protesté haciendo pucheros.
Aún quería bailar y disfrutar, esta noche no había terminado.
-Estás muy borracha Zarah, tienes que volver- dijo lo más pacientemente posible, pero yo me planté en la acera. No me movería.
-No quiero-
-¿Qué tengo que hacer para que subas al auto?- suspiró vencido.
Dirigí mi mirada a sus labios instintivamente.
No.
Tenía que usar el poco control que tenía.
-Te gusta Amanda- le dije esta vez enojada, recordando lo que había visto en nuestra habitación.
Estaba muy enfurecida.
-No, no me gusta-respondió con el ceño fruncido como si no entendiese de dónde había sacado eso.
Di un par de pasos hacia atrás, definitivamente no lograba estabilizarme. Aris me atrapó justo antes de que cayera y yo solo reí al sentir su tacto.
Acomodó la chaqueta que había puesto en mis hombros y me abrazó con fuerza al ver que temblaba de frío.
-Me gustas tú-
PUNTO DE VISTA DE
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Me tomó casi media hora entrarla al edificio sin que me viera nadie.
Eran la 4 de la mañana y por suerte no habrían clases en la mañana, ya que teníamos una excursión.
Decidí llevar a Zarah a mi habitación, sabiendo que si la llevaba a la suya Amanda estaría allí y era la última persona a la que quería ver.
Amanda y yo habíamos peleado, se había puesto histérica cuando se había enterado de que había besado a Zarah en la biblioteca. Me enfadó su actitud ya que ella y yo solo éramos amigos, y no tenía ningún derecho a reprocharme nada, le dije que la quería lejos y eso había terminado en drama, como siempre.
Recosté a Zarah en mi cama, estaba casi dormida por lo que no me costó tanto.
-Eres un tonto- dijo con los ojos cerrados pero con una sonrisa.
-Claro que lo soy- concordé sonriendo.
Esta chica si que era un tornado.
Me adentré al baño y me dispuse a darme una ducha de agua caliente para relajarme, había sido un día largo y estaba cansado.
Cuando salí, me vestí con algo cómodo y verifiqué mi teléfono. Tenía 13 llamadas perdidas de mi madre. Sabía que tenía que hablar con ella, pero aún no estaba listo. No quería escucharla.
¿Cómo podía siquiera pensar en remplazar a Elizabeth con una nueva hija?
Me asqueaba la idea.
Elizabeth era la única hermana que quería, y me la habían arrebatado.
Miré la foto de ella que tenía de fondo de pantalla, era tan pequeña y dulce, había muerto con tan solo 7 años.
Dejé mi teléfono sobre la mesa y me recosté en mi cama con Zarah a mi lado, pero no me dormí.
No quería soñar.
Hello!
En los siguientes capítulos entenderán quién es Elizabeth.
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