Capítulo 23

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—No, Adrien, no me tires arena— le grite

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—No, Adrien, no me tires arena— le grite. Rió y siguió enterrándome en la playa.

—Espera, espera, no te muevas— empujó mi cabeza hacía atrás para que no me pudiera poner de pie.

—Agreste, esta me la pagarás— dije levantando los brazos.

—No, no, quieta, quieta— dijo entre risas. Puedo jurar que parecía un nene de seis años—. Hey, Marinette, eso no es justo.

—¿Qué no es justo? ¿Qué no te deje enterrarme?— dije casi riendo. Me puse de pie mientras su mirada se clavaba en mi cuerpo sucio por la arena.

—Deberías lavarte— dijo riendo.

—Oh. ¿Es en serio?— arqueé una ceja. Parece que le dio gracia porque empezó a reír estúpidamente. No me aguante y solté una pequeña carcajada—. Vamos, tírate al suelo, me toca a mi.

—No, tú no me dejaste enterrarte— dijo inocentemente.

—Pero me bañaste en arena— justifiqué. Me sonrió—. Adrien, nada de sonrisas, es mi turno.

—Entonces atrápame— dijo alejándose de mí. La gente comenzaba a posar sus miradas en nuestro juego.

—No lo haré, no tengo cinco años como para corretearte por la playa. Ven aquí— crucé mis brazos en tono de enojo. Me hizo burla y sonrió. Debo admitir que se veía sexy.

Se acercó a mi y juntó arena con sus manos, me alejé solo un poco, pero cuando quise moverme ya tenía toda esa arena en mi cabello.

—Oh, no Agreste, te arrepentirás de esto— grité haciendo que dos pequeñas rieran—. Comienza a correr porque no sales con vida— dije histéricamente antes de comenzar a correr tras él.

—Bueno, por lo menos hoy haremos ejercicio— gritó agitadamente mientras se alejaba de mí.

—Muérete.

—Mátame a besos— gritó. Cursi.

—A patadas y puñetazos— grité con furia.

—Que violenta resultó ser mi nena— carcajeó mientras se acercaba a la orilla del mar.

Dio media vuelta y me lo llevé por delante haciendo que ambos cayéramos a la arena mojada. El rió mientras yo escupía arena. Una ola arrasó sobre nosotros haciendo a Adrien tragar agua. Esta vez la que reía era yo, mientras que él largaba agua hasta por las orejas. Luego me sonrió y se acercó a mí. Eliminó los tres centímetros que había entre nosotros, fundiéndonos en un tierno beso. Lentamente me alejé de él posicionando una de mis manos sobre su pecho.

—Adrien...— dije, pero realmente no sabía que decir.

—Lo siento, necesitaba quitarme el gusto a sal— me sonrió y besó cortamente mis labios otra vez—. Ven vamos, nos van a robar las cosas— dijo levantándose del suelo. Tendió su mano y la tomé.

La Bella y la Bestia [AU Adrinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora