Capítulo 34

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Me moví un poco y abrí mis ojos, estiré mis músculos y me destapé

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Me moví un poco y abrí mis ojos, estiré mis músculos y me destapé. Pronto me senté en la cama y moví la cortina de la ventana, estaba oscureciendo. Caminé hasta el baño y luego entré. Al salir vi a una de las chicas de limpieza estirando las sábanas de la cama.

—Oh, veo que ya despertó— me sonrió—. El señor Agreste, llamó mas temprano y dijo que si usted no se despertaba antes de las siete de la tarde, tendríamos que despertarla.

—Ay, ¿Y qué hora es?— pregunté refregando mis ojos.

—Las siete y diez— me sonrió y terminó de acomodar los almohadones—. Venía a despertarla cuando me encontré con que no estaba— hizo una mueca—. ¿Desea algo?— preguntó con sumo respeto.

—Mmm... no nada, por ahora—le dije—. ¿Cómo es tu nombre?— le pregunté.

—Mylene— respondió pasando sus manos por el delantal negro. Una rubia de ojos marrones, de baja estatura, joven y muy sonriente.

—Oh, Mylene...— la llamé—. No me trates de usted— le informé—. Solo tengo veinte años— mentí—. Puedes hablarme como si fuéramos amigas.

—Gracias— me dijo—. Igual frente al señor Agreste no puedo, es que esas son las órdenes— su mirada se posó sobre el suelo.

—Ahora yo doy otras órdenes— le dije. Me miró—. Él va a saber entender— le sonreí, hizo lo mismo.

—Oh, claro— dijo risueña—. ¿Va a dormir aquí esta noche?— me preguntó—. Es que debo traer sus maletas— añadió.

—Ah, si, dormiré con Adrien— sonreí. No pensaba dormir con él—. Así que puedes traerme las maletas, si no es mucho pedir— le sonreí—. Por favor.

—No hay problema— dijo—. Tengo que retirarme— añadió—. Si necesitas algo, me avisas— dijo y salió por la puerta de madera.

Bostecé una vez más antes de bajar las escaleras en únicamente una remera violeta. Dos de las chicas de limpieza me sonrieron para luego aumentar la calefacción. Me cuidaban demasiado, yo estaba bien cálida con esa remera. Caminé hasta la cocina y me encontré con dos más de ellas.

—¿Va a querer tomar algo?— preguntó una de ellas.

—Si, claro. Un té, por favor— miré a Mylene, quien tomaba una azucarera—. Mylene...— llamé su atención.

—Si, dime— dio la vuelta para mirarme.

—Luego coméntales a las demás que fue lo que te dije arriba— le sonreí. Ella asintió.

—¿Lo de Adrien o lo de hablar como amigas?— preguntó. Había entrado en confianza. Me agradó.

—No, lo de Adrien no —reí—. Lo demás.

—Oh, claro Marinette— me sonrió.

—¿Pueden decirme sus nombres?— les dije a las otras dos, las cuales, solo conocía de vista.

La Bella y la Bestia [AU Adrinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora