Capítulo 37

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Terminé de maquillarme y corrí escaleras abajo

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Terminé de maquillarme y corrí escaleras abajo. Adrien, junto con Sabrina, reían a carcajadas.

—Me llamas si necesitas algo— le dijo. Ella asintió—. Ha sido un placer tenerte aquí en casa, primita— sonrió con simpatía. Sabrina le devolvió el gesto.

—Lo sé Adrien, para todos es un placer tenerme en sus casas— rió, Adrien se unió a las carcajadas—. Nos vemos el día de la boda— sonrió.

—Claro que si— le dijo él, con la misma sonrisa.

—Nos vemos, Marinette— dijo casi en un grito al verme bajar, escalón por escalón.

—Nos vemos, Sabrina— le sonreí y la estreché en mis brazos—. Nuevamente, disculpa por las acusaciones y gracias por divertirme esta mañana cuando no pude pegar un solo ojo— ella rió—. Es enserio, espero verte luego de la boda, también.

—Oh, claro. Dalo por hecho, linda— sonrió—. Y te debo una disculpa también— nos separamos y ella acomodó su cabello—. He sido una estúpida, debí presentarme antes de que sacarás esas conclusiones— rió. Le sonreí al igual que Adrien lo hacía.

—Nos vemos en tres días, Sabri— le dijo Adrien. Ella golpeó el hombro del chico y se montó en el taxi.

El vehiculo encendió su motor y pronto comenzó a andar por la calle. Adrien tomó su celular y tecleó algo. Yo, por mi parte, acomodé mi falda y luego lo miré.

—¿Nos vamos?

—Claro— sonreí.

—¿No llevas bolso?— preguntó.

—No, no tengo nada que llevar allí— reí. Torció los ojos y rió.

—Ya, vamos— me dio un leve empujón por la cintura.

Juntos, subimos al auto y nos abrochamos los cinturones. Adrien encendió el motor y en menos de diez segundos ya habíamos comenzado a andar hacía la empresa.

—¿Pongo música?— preguntó. Asentí y él encendió la radio.

—¿Adrien?— pregunté con curiosidad.

—Dime...

—¿Por qué me has dicho que no teníamos habitación de huéspedes?

—Porque se me ha ocurrido— rió.

—Oh, tu ocurrencia a sido genial— dije irónica mientras causaba su risa.

—De todos modos, no he conseguido lo que quería— dijo y volteó a la siguiente calle.

—No lo obtendrás, nunca Adrien, nunca.

—Como digas— rió—. Pero te has quedado a dormir dos noches junto a mí.

—Pero porque tenía miedo— me excusé.

—Si, claro— dio rienda suelta a una carcajada—. ¿Y no se te ha ocurrido inspeccionar un poco más la casa?

La Bella y la Bestia [AU Adrinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora